Sáb 05.02.2005

SOCIEDAD

Una campaña en todo el país para dejar a los chicos sin parásitos

El gobierno nacional lanzó la campaña ayer en la zona que estuvo inundada en Santa Fe. Prevén llegar a los dos millones de chicos.

El chiquito era el único de los nenes que le buscaba un porqué al revuelo de cámaras y de gente, inusual en el barrio. “¿Quién es ese hombre?”, preguntaba, girando la cabeza para todos lados. Cuando logró ponerse al tanto, reflexionó un rato y agregó: “Quiero que venga Kir-
chner”. El hombre era el ministro de Salud, Ginés González García, que llegó a Santa Fe para lanzar un plan contra la parasitosis. Se bajó frente a un centro de salud, donde apenas se detuvo antes de recorrer algunas viviendas de Villa Oculta. Cuando estaba por salir, escuchó que una cantante arremetía con “Pescador y guitarrero”, con dedicatoria incluida. “Pará, que me está dedicando una”, se detuvo, y se quedó a oír eso de “la vida también es río que va golpeando la piedra”. Bien lo saben en Santa Fe. Precisamente, el lugar que visitó el titular de Salud fue uno de los que quedó bajo las aguas cuando en abril de 2003 desbordó el río Salado y las inundaciones fueron noticia.
El lanzamiento del plan “Chau Lombriz” se hizo allí, en el cordón oeste de la capital provincial, porque fue uno de los lugares más castigados por el desastre hídrico. Será una experiencia piloto para impactar sobre el alto índice de parasitosis intestinal. Para lograrlo, habrá tratamiento masivo a chicos de 2 a 14 años, junto a campañas destinadas a difundir normas de higiene que le den coherencia al suministro de remedios. Sucede que la patología está vinculada a las condiciones ambientales y sanitarias: el parásito intestinal se transmite cuando la tierra entra en contacto con heces humanas contaminadas. En otros términos, para impedir la reinfestación deben mantenerse normas de higiene. De lo contrario, el ciclo se repite. En los chicos, la parasitosis profundiza los problemas de nutrición.
Las casas de Villa Oculta están armadas con lo que en algún momento estuvo cerca de la mano. La pobreza se imprime en cada chapa o pedazo de madera que oficia como puerta o pared, entre el polvo que varios pisan descalzos. Para entrar en la primera casa, González García y su par de Santa Fe, Juan Sylvestre Begnis, debieron esquivar un trozo de alambre de púa que completaba una puerta inexistente. En brazos de su padre, Gastón, de dos años, miraba todo con calma. A los periodistas, a los ministros y hasta a la jeringa en la que cargaban el Mebendazol. Pero cuando lo apuntaron a su boca, puchereó y se volcó hacia su papá con un pseudo llanto. Y los promotores de salud debieron poner en marcha el Plan B, el famoso “Mirá lo que tengo”, exhibiendo dos caramelos.
Más valientes fueron las nenas, que se pusieron en grupo para tomar el remedio. La primera fue Estefanía, quien apenas extinguido el breve aplauso en reconocimiento a su valor anunció: “No es rico”. Pero más tarde, tal vez alertada de la importancia de su testimonio para la legión de nenes, proclamaba por ahí las virtudes del jarabe blanco. Cuando las damitas cumplieron con el mal trago, aparecieron los varones. El último de ellos dictaminó el auténtico “¡Puajjj!”, con toda la gestualidad a tono. Antes de que los visitantes partieran, Zunilda, una mujer de treinta años que tiene siete hijos, aprovechó para plantear su inquietud frente a la basura acumulada a escasos metros de donde los chicos tomaban el medicamento. “No es sólo eso, también tiran animales muertos y se llena de moscas y ratones”, señaló ante Página/12. González García le dijo que iba a transmitir el reclamo al intendente. Y mirando a la criatura que Zunilda tenía a upa, le preguntó: “¿Cómo se llama la campeona?”. La respuesta fue “Sergio”. “Uhh...”, se abochornó el funcionario.
El programa de desparasitación alcanzará en Santa Fe a más de 50 mil chicos, pero no terminará allí: se extenderá a las provincias del norte, y se prevé que en total más de dos millones de nenes serán alcanzados por el plan. La idea es que los chicos reciban cuatro dosis del medicamento, entre las cuales deben pasar seis meses. Ayer, el gobernador Jorge Obeid fue el único que no había ensayado. Al recibir al ministro de Salud, sealegró de que Santa Fe hubiera sido elegida “para lanzar el plan de des... desparasi... Qué trabajo me da, le podrían haber puesto un nombre más fácil”, se quejó.

Informe: Daniela Bordón.

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