Mié 01.06.2005

SOCIEDAD

Robo en un country de Don Torcuato con un vigilador herido de bala

El hecho se produjo el lunes a la madrugada. La empresa de vigilancia dice que lo que pagan los vecinos por seguridad “no alcanza”.

El lunes a la madrugada, tres desconocidos entraron al Barrio Hindú, un country de Don Torcuato, y se llevaron electrodomésticos de una casa que en ese momento estaba desocupada. La vivienda está sobre uno de los bordes perimetrales del country, de 10 hectáreas de extensión y con unas cuarenta viviendas. Las primeras hipótesis de los investigadores indican que los intrusos ingresaron por un alambrado varias veces reparado. Aún no se sabe si existió un entregador o si la banda había hecho un trabajo de inteligencia previo para seguir los movimientos de los moradores. Los tres hombres fueron descubiertos por un vigilador que recibió un impacto de bala en la pierna derecha cuando intentó detenerlos. Según la compañía de seguridad, el problema es de los vecinos: no quieren destinar más dinero para garantizar mayores servicios.
Hindú es un barrio cerrado apenas con una barrera. Sus habitantes son propietarios de las cuarenta viviendas construidas originalmente entre los socios del Club de Golf Hindú, ubicado en el predio lindero. Las casas no son fastuosas. El paisaje conserva el aire de los viejos barrios de casaquintas donde la clase media construía sus espacios alternativos de fin de semana antes de que los countries se pusieran de moda.
En la puerta de entrada del Hindú, frente a una barrera, dos vigilantes controlan la entrada y salida de una camioneta Partner o de un achaparrado Peugeot 504, conducido por un trabajador. Fernando Benítez se presenta como supervisor de la empresa Organización Integral de Seguridad SRL, cuyas siglas se hallan colocadas a la vista, sobre el frente del sector de vigilancia. Camisa blanca, corbata azul, Benítez ayer fue el encargado de brindar el parte de novedades del día: “Entraron tres masculinos no identificados, de aproximadamente treinta años de edad. Un vigilador los encontró durante su ronda, a las cinco de la mañana. Cuando los sorprendió, dispararon y se dieron a la fuga”.
Benítez cuenta con la información reunida hasta ahora por sus vigiladores, por los vecinos, y los efectivos de la comisaría 1ª de Don Torcuato y de la Unidad Fiscal de Investigación 2 de Tigre, con intervención en el caso. Esos datos le permitieron construir una hipótesis sobre lo sucedido. Está convencido de que los ladrones entraron el lunes, entre las cuatro y las cinco de la mañana, a través de un alambrado varias veces remendado. La hipótesis parece fundada en la rutina de vigilancia: durante todo el día y durante toda la noche, explicó el supervisor, el barrio posee un equipo de vigilantes que recorren el predio cada una hora. A las cuatro de la mañana del lunes, uno de ellos pasó frente a la casa donde se produjo el robo, pero no advirtió nada extraño. Situación que cambió una hora más tarde.
“Los encontró en el parque –continuó Benítez–, cuando estaban sacando las cosas. En ese momento, dio una voz de alarma mientras intentó detenerlos.” Los ladrones le dispararon el tiro en la pierna para paralizarlo.
De acuerdo a los primeros datos, la casa estaba desocupada. Sus propietarios suelen usarla sólo durante los fines de semana. En el momento del robo, no tenía luces prendidas ni autos estacionados en la puerta. Sus dueños tampoco tenían perros. Aunque aún no se descarta la alternativa de un entregador interno, el supervisor ayer sugería que podría haber habido más bien una tarea de seguimiento y observación desde fuera del lugar. “La casa está sobre uno de los laterales –explicó–, puede verse desde la avenida Galarza.”
El barrio linda hacia un lado con el hotel y el golf del Club Hindú; hacia el otro lado con el desagüe Basualdo, un arroyo seco con un cauce de apenas cinco metros que lo separa de lo que el supervisor define como “zona de riesgo”, uno de los barrios periféricos de Don Torcuato. Ese sitio, supone, sería la zona desde donde llegaron los ladrones. Benítez se negó a transmitir el nombre de los damnificados. Lo mismo le sucedió a este diario ante una consulta efectuada a la DDI de San Isidro. Una versión no confirmada ayer indicaba que la propiedad pertenece a una defensora oficial de la Justicia ordinaria de la ciudad de Buenos Aires. Sobre la identidad de los tres fugados, tampoco existían datos.
Oris SRL es la encargada de la seguridad del lugar desde hace un año. “No hemos tenido ningún tipo de alertas en todo este tiempo”, continúa el supervisor, convencido de que los problemas de los vecinos “van de la mano de los costos: ellos tienen determinada cantidad de ingresos para la vigilancia y a veces no alcanza”.

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