Lun 27.06.2005

SOCIEDAD

“Soñamos con un país en el que los chicos coman”

La Marcha del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo ya llegó a Santa Fe. En cada parada elaboran un discurso “por la vida” y por “una infancia justa”. Cómo piensan y avanzan con sus reclamos contra el hambre.

Los 350 chicos que marchan “por la vida” y una “infancia justa” tienen en claro que son “sujetos de derecho” y en ese marco entienden su “participación política”. Así lo dijeron a Página/12 los mismos pibes y los coordinadores que colaboran con la organización de la tercera marcha nacional del Movimiento de los Chicos del Pueblo, que culminará el 1º de julio, en Plaza de Mayo, tras recorrer 4500 kilómetros de nueve provincias. Hoy llegan a Santa Fe y a Paraná, con una mochila llena de anécdotas y alegrías. Pero dejan en claro que la larga recorrida “no es ninguna aventura, sino un reclamo por nuestros derechos”, porque “el hambre es un crimen”.
“Soñamos con un país digno donde los chicos puedan comer en su casa, con los papás trabajando, donde se respeten nuestros derechos.” El pequeño Cristian leyó este segmento de un discurso que 600 chicos tucumanos elaboraron en tres meses, en los grupos coordinados por educadores populares de Crecer Juntos, una organización con 12 años de trabajo en barrios pobres. El mecanismo de elaboración de discursos fue semejante en cada provincia y cada uno de ellos será leído en el acto de Plaza de Mayo.
Durante el viaje, Martín Murúa, de la murga Los Amigos, manifestó por sus derechos y los de 9,5 millones de niños pobres, mostrando sus dotes artísticas. Viajó desde Mendoza con otros nueve compañeros que bailan ante la mirada de vecinos y funcionarios. “Es bueno ver a los chicos que nos acompañan y a los que nos reciben; es como que te da más fuerzas”, reflexiona.
“Hay gente que piensa que porque somos chicos tenemos que quedarnos callados. Pero si no damos pelea nos van a seguir cagando”, resume Aluminé. Sus ojos son como lo que significa su nombre en mapuche, un “destello de luna”. Hace swing con banderas y artesanías de cuero en Ruca Hueney (“casa de amigos”, en mapuche), una organización de General Rodríguez que trabaja con 140 familias en hogares y emprendimientos productivos. Aluminé tiene 14 años y estuvo en las tres marchas nacionales. Hace memoria y recuerda que “en la primera, cuando salimos de La Quiaca (Jujuy), uno de los chicos tenía frío. Y una señora salió de la casa y le regaló un pulóver. Hay cosas que te re-quedan, como las de Misiones: los chiquitos aborígenes andaban descalzos y nos venían a saludar. La gente se involucra, pero los que nos tienen que escuchar nos ignoran”.
Esta es la segunda marcha de Sergio Angeles, de 13 años; va a Pelota de Trapo, la ONG cuyo titular es Alberto Morlachetti, el coordinador del Movimiento de los Chicos del Pueblo. “Marchamos y aprendemos a ser solidarios, a ayudar a los chicos más pobres y (por los cuales) pedimos al Gobierno que dé ropa y comida para que no se mueran de hambre”, comenta. Junto a él camina Julio Rojas, de 12 años; es de Fiorito, de la ONG Che Pibe. “Estando con los demás soy más feliz –dice–. Yo me imaginaba que la marcha iba a ser así, los profes nos contaron lo que iba a pasar y sabemos que esto es una lucha.”
“Los derechos de la infancia están presentes en la Constitución pero no en la vida cotidiana. Y los pibes lo saben. Los que van a nuestras organizaciones están bien, pero son conscientes de que hay otros que la están pasando mal y expresan el reclamo a su modo: con alegría”, confirma Luis Aranda, coordinador de La Vieja del Andén.
“Demostramos al Gobierno que con los chicos se construye un puente al futuro. Ellos están fuertes detrás de cada paso que damos nosotros”, dice Gladys Díaz, de Túpac Amaru, la organización jujeña que recibe a 2500 chicos en sus centros comunitarios y que al dar trabajo a 2200 familias es la segunda generadora de empleo luego de Ingenio Ledesma.
Antes del viaje, las organizaciones dieron charlas a familias “para que les transmitan a los chicos que son sujetos políticos y aprendan a vivir y reclamar por sus derechos”, explica el coordinador Omar Giuliani. “La marcha –agrega– es una continuación de lo que hacemos y le da más sentido al trabajo cotidiano.”
El titular de Suteba, Roberto Baradel, marcha con los chicos y sintetizó la forma en que se garantizó la escolaridad durante la marcha. “Las estrategias pedagógicas se diseñaron de tal modo que los chicos se apropian del conocimiento del reclamo y la realidad de las provincias.” Con el material elaborado entre chicos y docentes se hará “una bitácora para alentar en los corazones de los chicos la convicción de que se puede cambiar la realidad”, anticipó Silvia Almazán, que tiene a su cargo la coordinación del trabajo docente.
También marchan Hebe de Bonafini, el cura Carlos Cajade, miembros de la CCC, ATE y el titular de la CTA, Víctor De Gennaro. “Esta marcha busca atravesar la Argentina y la conciencia de la gente. Yo fui parte de lo que fue aquella ‘infancia privilegiada’. Luego, puedo criticarme algunos errores del pasado. Pero lo que me hizo feliz fueron esas utopías y sueños que tenemos que recuperar porque en la Argentina se puede ser feliz.” Varias Madres de Plaza de Mayo caminan con los chicos. Una de ellas es Celina “Queca” Kofman, que al ver a los jóvenes coordinadores y educadores populares le “parece ver a nuestros hijos; trabajan con el mismo entusiasmo, amor y entrega. Y los chicos se están formando con conciencia social; y eso es bueno”.

Informe: Adrián Figueroa Díaz.

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