SOCIEDAD
Los afectados de úlcera, de festejo por el Nobel
› Por Federico Kukso
Sólo faltaron las trompetas de fanfarria para poner fin al suspenso que se expande por el mundillo científico todos los años desde tierras suecas y que está condenado a morir justo en estas fechas. “El Premio Nobel 2005 en Fisiología y Medicina va para los australianos Barry J. Marshall y J. Robin Warren por su descubrimiento de la bacteria Helicobacter pylori y su decisivo protagonismo en la gastritis y en el desarrollo de la úlcera péptica”, anunció ayer el Instituto Karolinska de Estocolmo con la misma pompa y carga eléctrica con la que se anuncian los Oscars, pero sin tanta banalidad y derroche de histeria.
Empezó octubre y arrancó también la “semana Nobel”, siete días de una seguidilla de anuncios que despunta con el Nobel de Medicina, pasa por los de Física, Química, Literatura, el Nobel de la Paz (el viernes) y termina el lunes que viene con el de Economía. La costumbre indica que para esta época hay que mirar a Estados Unidos y en especial a científicos-hombres: de los 765 ganadores del Premio Nobel, 17 fueron organizaciones, 715 hombres y sólo 33 mujeres. Pero la costumbre a veces falla, al menos en la veta político-geográfica del destinatario. Y así ocurrió: en esta ocasión los ojos enfilaron hacia Australia, además de tierra de canguros y koalas, tierra de dos grandes microbiólogos que en 1982 marcaron un antes y un después dentro de la gastroenterología y en especial en el campo de las insidiosas úlceras, aquellas llagas o heridas que brotan en la membrana que recubre el estómago y que producen síntomas como pérdida de peso, apetito, distensión del abdomen y náuseas.
“Marshall y Warren son dos figuras de suma importancia dentro de la gastroenterología. En 1982 identificaron la bacteria causante de estas úlceras: la Helicobacter pylori, que produce gastritis y que en casos más extremos puede desarrollar un tipo de linfoma. No están claras todas la vías de contaminación, pero se especula que se contrae por vía oral o fecal, de persona a persona, a través de la ingesta de alimentos o líquidos”, explicó el doctor Mauricio Schraier, ex presidente de la Sociedad Argentina de Gastroenterología.
Tan importante fue el descubrimiento de Marshall y Warren que entra de cabeza en la categoría de “los episodios científicos más relevantes de los últimos 25 años”, junto al descubrimiento del VIH. Es que esta bacteria es bastante esquiva: “Antes de 1982, los viejos clínicos intuían la presencia de algún cuerpo extraño, algo, que producía las úlceras; pero nadie podía comprobarlo o, como se dice, aislar la bacteria. Hasta Marshall y Warren que, como ocurrió con Fleming y la penicilina, descubrieron a la H. pylori de manera incidental: dejaron un cultivo olvidado durante Semana Santa y cuando volvieron ahí estaban”, comentó el gastroenterólogo Carlos Brodersen, del Hospital Durán. Los científicos repitieron más de cien veces el episodio y advirtieron que el organismo estaba presente en todos los casos de inflamación gástrica, úlcera duodenal o úlcera gástrica.
En la Argentina se calcula que el 60 por ciento de la población tiene o tuvo alguna vez úlceras. Pero la mayor incidencia de esta bacteria está en lugares con deficiencias sanitarias. Más allá de la sorpresa, fascinación y el aspecto disruptivo perceptualmente intrínseco de todo descubrimiento, la identificación de esta bacteria produjo un avance gigantesco en el tratamiento de estos malestares. “Permitió saber qué atacar. Ahora estos casos se tratan con antibióticos, aunque hay otros factores bastante importantes como el estrés y la incidencia de ciertos antiinflamatorios”, explicó el gastroenterólogo Miguel Cresta, del Hospital Otamendi.
Los que sufren o sufrieron alguna vez de úlceras deberían agradecer a esta dupla de científicos por su descubrimiento crucial que bien vale las 10 millones de coronas suecas (1,1 millón de euros) que acompañan este premio establecido por el inventor de la dinamita.