Sáb 08.10.2005

SOCIEDAD  › QUEDO DETENIDO EL NOVIO DE LA MEDICA BALEADA

De la mentira a la confesión

Tras una declaración en la que siguió con la versión del robo, Agustín Arrien se enteró de que quedaba preso. Entonces contó todo. Lloró varias veces y dijo que actuó con “emoción violenta”.

› Por Carlos Rodríguez

Una vez que comprobó que se había caído, por su propio peso, la fábula del asalto y la agresión a tiros de un supuesto asaltante, el visitador médico Agustín Arrien, de 46 años, confesó ayer ante la Justicia que él fue quien hirió de gravedad, de tres disparos, a su ex novia, la médica nutricionista Ana María Rossi, que sigue internada en estado crítico. “Fue conmovedora y extensa la confesión; él se quebró en llanto varias veces y reconoció su responsabilidad en un crimen de índole pasional”, aseguró a Página/12 Juan José Losinno, uno de los abogados de Arrien, quien prestó declaración ante el fiscal Marcelo Martini y el juez Guillermo Atencio. La confesión forma parte de la nueva estrategia de la defensa, compartida por Losinno, Carlos Irizarri y Flavio Gliemmo, que intentará demostrar que su representado actuó bajo un supuesto estado de emoción violenta. “Puede ser un caso de inimputabilidad porque sufrió un trastorno psíquico, porque sufrió un shock”, aseguró Losinno anticipando la hipótesis que alientan y que, por ahora, no es compartida por la Justicia. Arrien quedó detenido y lo llevaron al pabellón de evangélicos de la cárcel de Olmos.
“Está arrepentido, preocupado y muy conmocionado por lo que hizo”, aseguró a este diario el abogado Losinno, quien detalló que Arrien “lloró en tres o cuatro ocasiones” durante la larga indagatoria a la que fue sometido, que comenzó a las 13 de ayer en los tribunales de la ciudad de La Plata y se prolongó por casi cuatro horas. El quiebre del visitador médico no fue espontáneo, sino que se produjo una vez que el fiscal Martini solicitó su detención, medida a la que accedió el juez Atencio. El imputado se presentó y confesó todo. Losinno sostuvo que la coartada de Arrien, el supuesto asalto, era “tan pueril que eso sólo serviría para demostrar la falta de razonamiento por parte de él”. El abogado trató de alentar la idea de que su defendido no fue consciente de sus actos. Una de las primeras medidas que ordenó el fiscal, luego de la detención, fue la realización de una serie de estudios psicológicos.
“Nosotros pensamos que puede ser un caso de inimputabilidad porque sufrió un trastorno psíquico”, insistió Losinno. “El se encontraba en estado de shock, tenía una gran confusión y por eso prefirió ocultar lo que había ocurrido en un gesto de arrepentimiento, de vergüenza por la actitud que había tenido y que deja a una familia con una secuela que es irreparable”, declaró Losinno, al retirarse de los tribunales de la ciudad de La Plata. La nueva estrategia coincidió con el cambio de los defensores, ya que Losinno, Irizarri y Gliemmo reemplazaron hace apenas 24 horas al doctor Marcelo Peña, que había presentado la renuncia por diferencias con su cliente.
Carlos Irizarri, otro de los letrados que defienden al visitador médico, dijo ante una consulta que el arma utilizada por Arrien, un revólver calibre 22, no era propiedad de su cliente sino que “se lo había prestado un amigo, hace un año, por razones de seguridad”. En su declaración ante los funcionarios judiciales, Arrien admitió que había disparado “en tres o en cuatro oportunidades, mientras manejaba”, hacia el lugar donde estaba la víctima, cuyo cuerpo fue hallado el martes pasado, en una zanja, en Villa Elisa, cerca de La Plata, con dos balazos en la cabeza y otro en el pecho. La mujer seguía ayer en “estado crítico”, en una sala de terapia intensiva del Hospital San Roque, de la localidad de Gonnet.
El director del centro médico, Miguel Angeleri, hizo saber ayer que Rossi, de 35 años, continúa “en estado estable, crítico, asistida con respirador artificial”. En el parte se dijo que la paciente “no responde a los estímulos” y continúa en estado de coma profundo. La confesión de ayer echó por tierra en forma definitiva la versión del asalto, que según Arrien había ocurrido el lunes pasado, cuando él y su víctima iban en un Ford Sierra. El supuesto ladrón había raptado a la mujer, que apareció el martes, herida de gravedad.
La versión del visitador médico nunca fue convincente y terminó de derrumbarse. Los parientes de Ana María Rossi aseguraron que la mujer era asediada y amenazada por Arrien, desde que ella le había manifestado su decisión de terminar la relación y de volver a vivir con su esposo, Daniel Stupiello, de quien había estado separada. Gliemmo, uno de los abogados del imputado, aseguró que su defendido afirma que “la relación seguía”, al punto de que el 3 de octubre pasado, según su versión, “ella le había enviado un mensaje de texto, por el celular, en el que le decía ‘te amo’”.
Gliemmo dijo que ambos habían viajado juntos a Buenos Aires, aunque otra versión indica que la víctima habría sido obligada a compartir la recorrida en el Ford Sierra. Más allá de la controversia sobre si seguía o no la relación, lo cierto es que Arrien confesó el crimen y ahora, lo único que podría salvarlo es que triunfe la estrategia de su supuesto estado de emoción violenta. Está probado que Arrien disparó “tres o cuatro veces”, mientras conducía el vehículo a una velocidad que fue estimada en alrededor de los 100 kilómetros por hora. Los disparos fueron certeros y, después, armó su fallida coartada. El imputado, luego de su confesión, fue llevado a la DDI de La Plata y finalmente a Olmos, donde quedó alojado en el pabellón de los evangélicos.

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