SOCIEDAD
› DONATO SPACCAVENTO, SECRETARIO DE SALUD PORTEÑO
“En algunos neuropsiquiátricos se violan los derechos humanos”
› Por Mariana Carbajal
Asegura que en algunos hospitales neuropsiquiátricos de la ciudad de Buenos Aires “se violan los derechos humanos en forma flagrante” y que el Moyano “es la nave insignia de lo que no se tiene que hacer en salud mental”. Piensa que al sistema de salud porteño hay que reformularlo porque hoy llega tarde, cuando la gente ya se enfermó, y dice que “la desocupación es el primer eslabón de enfermedad que existe” en el país. No es un candidato de la oposición en campaña. Es el flamante secretario de Salud de la ciudad, Donato Spaccavento. Kirchnerista acérrimo, ex director del Argerich, describió el perfil que tendrá su gestión en una entrevista con Página/12, en la que además se pronunció a favor de la despenalización del aborto. “Es injusto penalizar a una mujer cuando el Estado no le da las garantías y la educación necesarias para que no quede embarazada y pueda tener una vida sexual sana y saludable”, afirmó este médico, de 48 años, especializado en Obstetricia.
Cuando un mes atrás Spaccavento asumió en su cargo, la marcha peronista copó el Salón Blanco de la Jefatura de Gobierno, donde Aníbal Ibarra le tomó juramento. Sonó como una forma de dejar el sello de su pasada militancia en la JP durante los años setenta. Cuenta que varias de sus colaboradoras actuales fueron pacientes suyas como médico obstetra. Hace dos meses –confiesa– un parto le cambió la vida: el de su hija menor, cuyo nacimiento lo convirtió en un padre “añoso y baboso”.
A la Secretaría de Salud llegó desde la dirección del Hospital Argerich –donde el mismo Ibarra lo había designado en 2002– y luego de un paso de más de un año en Santiago del Estero, donde el presidente Kirchner lo mandó como ministro de Salud y Desarrollo Social de la intervención provincial. “Tengo experiencia en gestión pública en situaciones de riesgo de incendio”, dice para justificar su desembarco en el gobierno de Ibarra.
–¿Cuál será el perfil de su gestión?
–Vamos a reconceptualizar el sistema de salud. El actual, que viene de años, más que un sistema de salud es un sistema de enfermedad. Resuelve los problemas de enfermedad, pero nosotros vamos a orientar los recursos –humanos y físicos–, a promover la salud, a prevenir la enfermedad, no a curarla. Tenemos que llegar antes de que se produzca.
–¿Cómo definiría el sistema de salud que hoy tiene la ciudad?
–Primero, es hospitalocéntrico. Para el imaginario popular, comunitario y vecinal, el hospital es un lugar donde van los enfermos a curarse o los más ancianos a morir. Ahora vamos a poner el eje en los centros de salud y en las comunidades barriales que no tienen las enfermedades que son curables con los antibióticos sino aquellas que se curan con desarrollo social, que es la principal causa de las enfermedades de la ciudad de Buenos Aires y del país. En un país con desocupación no se puede hablar de salud. La desocupación es el primer eslabón de enfermedad que existe. Lo que hay que reconstruir es el trabajo, la red social familiar, que la familia vuelva a tener un espacio de esparcimiento común para conversar: eso es salud y se consigue con un núcleo familiar en el que cada uno cumpla el rol que tiene que tener en la sociedad, que el padre trabaje y la madre también o sea ama de casa, que los chicos vayan a la escuela, y que a la noche socialicen la experiencia. Está demostrado en un trabajo que hicieron la Cruz Roja alemana y la Cruz Roja argentina, que ése es el factor preponderante para evitar la desnutrición infantil crónica en el Noroeste y el Noreste argentinos. No hay salud si hay pobreza. Las enfermedades que padece el pueblo argentino son enfermedades de la pobreza.
–Con ese diagnóstico, casi la mitad de la población del país está muy enferma: cerca del 40 por ciento de los argentinos vive por debajo de la línea de pobreza...
–Creo que hay indicadores que van permitiendo la disminución de esos niveles de inequidad. La política del gobierno nacional apunta en esa dirección. Las mejorías que se están dando en el área de salud, anunciadas por el Presidente, son fundamentalmente por mejores condiciones sociales.
–En la ciudad de Buenos Aires, los barrios del Sur tienen indicadores cercanos a los peores del país y los del Norte, similares a países del Primer Mundo...
–Es cierto. Y nosotros vamos a trabajar en esta reconceptualización en los sectores excluidos de la sociedad, equipando los centros de salud con recursos económicos, humanos y tecnología apropiada.
–¿Hoy no están bien equipados?
–No. Están en un proceso de reequipamiento. Vamos a reorientar el presupuesto del área hacia el primer nivel de atención, queremos desarrollar una experiencia innovadora en los centros de salud, que ya aplicamos con muy buen resultado en Santiago del Estero: vamos a promover la formación de cooperativas o cooperadoras con gente de los barrios para que se encarguen del mantenimiento de los centros de salud, en vez de darles el dinero a las grandes empresas como las de Roggio y Pescarmona, que hacen el mantenimiento hospitalario.
–¿En qué otra medida se va a traducir esta “reconceptualización” del sistema de salud?
–Estamos armando un programa de salud mental para la ciudad de Buenos Aires. Vamos a designar más psicólogos en los centros de salud, rejerarquizándolos, para que trabajen en prevención y los pacientes no se conviertan en crónicos y terminen en un hospital neuropsiquiátrico. No vamos a escatimar recursos en este sector.
–¿Cuál es su diagnóstico del área de salud mental de la ciudad?
–No hay programa de salud mental en la ciudad y lo que se hizo estuvo basado en un modelo hospitalocéntrico. Algunos hospitales neuropsiquiátricos de la ciudad no son hospitales, son lugares donde se violan los derechos humanos en forma flagrante. Estamos trabajando con organismos de derechos humanos para tener una intervención conjunta y que se termine esa situación.
–¿Qué piensa hacer con los pacientes internados en el Borda y en el Moyano?
–Estamos trabajando con Desarrollo Social de la ciudad para tener casas de medio camino, queremos buscar familias sustitutas, pero con atención permanente de los pacientes de parte del Estado. Va a haber camas en los hospitales de agudos para pacientes con patología mental, que hoy no tienen. Queremos que les neuropsiquiátricos sean hospitales públicos donde haya salud pública y no que sean reservorios de personas abandonadas y olvidadas por la sociedad, dejadas a merced de perversiones.
–¿Esto es lo que ocurre ahora?
–Por lo menos en el Moyano. Es la nave insignia de lo que no se tiene que hacer en salud mental. No pretendemos desarticularlo caprichosa y abruptamente. Lo que estamos haciendo es creando un modelo alternativo de salud mental eficiente y sustentable en el tiempo.
–Como obstetra ¿cómo ve el funcionamiento del Programa de Salud Sexual y Reproductiva?
–Está funcionando bien, pero le falta mucha difusión: hay mucha gente que no lo conoce.
–¿Y por qué no se promociona?
–Porque el área de atención primaria no fue objetivamente priorizada como tiene que ser y la mejor difusión es a través de las redes sociales y vecinales. No sirve hacer un día una campaña de difusión: la promoción tiene que ser permanente y continua a través de los agentes sanitarios, para llegar a los más excluidos, adonde no llegan Dios ni las ONG, ahí tiene que llegar el Estado. Vamos a capacitar gente de esos barrios para captar adolescentes y hacer programas de educación sexual y reproductiva, para captar adolescentes embarazadas, que es otro problema, y llevarlas a controlar, vamos a trabajar con la comunidad formando y recreando esas redes sociales.
–¿Qué opina de que todavía no se brinde educación sexual en las escuelas porteñas?
–Tiene que haber. La Legislatura debe debatir el tema, para que el Ejecutivo tenga una ley que le dé sustento, juntamente con los padres y los maestros.
–¿Cuál es su posición con respecto al aborto?
–Estoy a favor de su despenalización. Yo no haría un aborto, nunca lo hice, pero no soy el juez de la moral de nadie y creo que no se puede penalizar a una mujer, que en general pertenece a los sectores más desprotegidos, que tiene un embarazo no deseado y tiene que recurrir a un aborto clandestino, donde aumenta el riesgo de mortalidad por infecciones. El aborto es la principal causa de mortalidad materna. Por eso es importante la educación sanitaria y sexual, y el conocimiento de los programas de salud de procreación responsable. Ahí está el eje. Lo que hay que evitar son los embarazos no deseados. Pero es injusto penalizar a una mujer cuando el Estado no da las garantías y la educación necesarias para que una mujer no quede embarazada y pueda tener una vida sexual sana y saludable.