Vie 14.10.2005

SOCIEDAD  › UNA MUJER MATO A SU NOVIA PORQUE SALIA CON UN HOMBRE

“¿Por qué me engañaste?”

El bingo de San Fernando fue escenario de un crimen pasional entre dos mujeres que habían formado pareja en una cárcel. La homicida permaneció atrincherada tres horas en el lugar.

Sandra González entró al Bingo King, frente a la plaza de San Fernando, como si estuviera muy apurada. Fue derecho a buscarla. Apenas se dieron cuenta los jugadores que estaban alrededor de que las mujeres discutían. Escucharon la última frase: “Me arruinaste la vida”. Y luego los cinco disparos de despecho que eliminaron la de Verónica Pérez, de 24. Su cuerpo cayó entre los tragamonedas, de pronto abandonados por las manos habituales. González quedó sola, atrincherada durante más de tres horas. Amenazaba a los policías del Grupo Halcón con quitarse la vida. Cada tanto iba a acariciar a la muerta, le decía: “¿Por qué me engañaste? Yo te dije que iba a pasar esto”. Los uniformados se asombraron de la pericia con que la agresora manejaba el arma. Asesina y asesinada se habían conocido en la cárcel de Los Hornos. Sandra estuvo presa por integrar una banda de piratas del asfalto. Verónica, por homicidio. Sandra mató a Verónica porque empezó a salir con un hombre.
Los que escucharon los disparos creyeron que estaban robando. Todos salieron corriendo a la calle; adentro, Sandra gritaba que se iba a suicidar si alguien se le acercaba. Llegaron policías de varias seccionales, de la Subdelegación de Investigaciones de Tigre, del grupo Halcón, un negociador y el fiscal de San Fernando, Ricardo Juan. Acordonaron la calle Madero, sobre la que está el bingo. Los curiosos quedaron mirando enfrente, desde la plaza. Adentro, intentaban convencer a Sandra de que se entregara. La mujer amenazaba constantemente con suicidarse. Llevaba su pistola 9 milímetros de la boca a la sien.
Según los investigadores, las mujeres cuyas vidas se arruinaron ayer se hicieron pareja en la Unidad Penitenciaria 8 de Los Hornos. Verónica fue condenada por “homicidio en ocasión de robo”. Quedó libre en 2003. Sandra, por su parte, cumplió tres condenas de ocho, cuatro y tres años por piratería del asfalto. Había salido hacía tres meses. Desde entonces siguió su relación con Verónica, pero empezó a sospechar que la joven tenía una relación paralela con un hombre.
En la plaza, a las 15 llegó Hugo Pereyra, secretario de Seguridad de San Fernando. Declaró ante canales y radios que Sandra ya se había entregado. Luego de media hora, volvió para pedir disculpas: se había equivocado. Ante la puerta del Bingo King lloraban los familiares de Verónica. Tras la cinta policial, algunos empleados esperaban que los dejaran volver a buscar sus pertenencias. “Adentro quedó mi bolso, mis llaves, todo”, se quejaba una chica que no quiso decir su nombre. Otros pedían vanamente a los policías que les dejaran sacar el auto, que había quedado en la calle del crimen.
La camarera, que trabajaba en el bingo desde hacía dos meses, recibió un tiro en la cabeza, otro en un brazo y los tres restantes en el tórax y el abdomen. Su pareja se entregó tres horas y media después. Durante ese lapso, “a veces se sentaba en el piso junto al cadáver, otras se paseaba por el pasillo con el arma en la mano y en ocasiones se sentaba en una de las butacas altas de las máquinas tragamonedas”, contó un jefe policial. Lloraba, acariciaba al cuerpo y le reprochaba haberla traicionado. “Cuando se cansaba de sostener el arma, se pasaba la pistola de una mano a la otra con una habilidad notable que referenciaba la experiencia que esta mujer tenía en el manejo de armas de fuego”, agregó el policía.
A pedido de Sandra, una de sus hermanas llegó al bingo para conversar con ella, pero los agentes del grupo Halcón le impidieron acercarse ante la posibilidad de que la atacara. Pasadas las 17.30, el negociador policial realizó una maniobra distractiva: se acercó al fiscal Juan, ella lo siguió con la mirada y cuatro detectives se le fueron encima para desarmarla. Sandra espera en la comisaría primera de San Fernando que la indague el fiscal Juan. Luego de las seis de la tarde, los empleados del bingo pudieron ir a sacar sus cosas. Un obrero pudo recuperar la escalera que había quedado en la zona acordonada. Y el centro de San Fernando retomó la normalidad.

Informe: Sebastián Ochoa

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