Jue 20.10.2005

SOCIEDAD  › UN AMIGO CONFESO QUE HABIA MENTIDO PARA AYUDARLO

Conzi se quedó sin coartada

Un testigo que fue la mano derecha del empresario declaró que era falsa su versión de que a la hora del crimen Conzi estaba con él en el restaurante. Otra testigo lo perjudicó.

Horacio Conzi parece haber perdido el control la noche en que, según lo acusan, mató a Marcos Schenone por un ataque de celos. Luego perdió, entre otras cosas, la libertad. Ahora se ve que incluso perdió algunos amigos. Uno de los que lo acompañó toda la vida, desde que iban a la primaria, Roberto Halbinger, ayer decidió dejar de mentir y contar su verdad: Conzi lo usó de coartada. El testigo se convirtió en la pieza fundamental del juicio oral contra el empresario. Ayer también lo perjudicaron las declaraciones de sus empleados.
En su primera declaración, Halbinger, quien fue mano derecha de los Conzi y el relaciones públicas del restaurante Dallas, había dicho que la noche del crimen, el 16 de enero de 2003, él estuvo con Horacio hasta las cuatro de la mañana. Y que luego se habían ido juntos a tomar un café a su casa. Pero según contó ante los jueces del Tribunal Oral en lo Criminal 4, la amistad que tenía con el acusado “luego se transformó en temor”. Por eso ayer dio marcha atrás con sus dichos y aportó datos que dejan a Conzi otra vez implicado en el homicidio de Marcos.
Según admitieron ayer, la coordinadora de Dallas, Marisol Ulloa y el gerente, Sergio Colazante, fueron testigos del momento en que Conzi pidió que echaran del local a Marcos, Paula Lugones, Gustavo Pacheco y Gisella Carabatta. Marcos y Paula se habían dado un beso en la barra y los había visto “el dueño”. Conzi había intentado seducir a la chica ofreciéndole trabajo y había fracasado. “Sáquenlos, sáquenlos”, habría dicho Horacio. Así lo aseguró una testigo de identidad reservada que en ese entonces era la persona que asistía a los mozos. “Estaba enfurecido, como queriendo atacar a alguien”, detalló.
Roberto Halbinger tenía que declarar por la mañana pero no apareció. La fiscal Gabriela Baigún lo mandó a buscar con la policía. El hombre se retrasó previendo que sería acusado de falso testimonio al cambiar su declaración: su abogado presentaba a última hora un pedido de eximición de prisión por ese delito. Halbinger fue claro al explicar la personalidad del presunto homicida: muy inteligente, con complejo de superioridad, manipulador, terriblemente autoritario, fueron algunos de los rasgos que describió. “No reconocen la realidad ni los límites y sólo se tienen confianza entre ellos”, dijo de la inefable dupla Hugo-Horacio Conzi.
Tiene elementos el amigo de la infancia para pensar semejante diagnóstico. El hombre contó que la noche del crimen lo llamó el gerente, Colazante, para que se comunicara con Hugo Conzi. El mayor de los hermanos le pidió entonces que al día siguiente retirara tres mil dólares y llevara a Horacio a Pinamar. Finalmente, dijo, lo llevó hasta Mar del Plata, donde se hospedaron primero en el Hotel Cariló, y luego en el Dos Reyes. El cambio de posición del testigo se vincula a las intimidaciones que recibió: una semana antes del crimen de Schenone uno de sus hijos fue víctima de un extraño secuestro; poco antes de iniciarse el juicio recibió una amenaza telefónica y alguien incendió dos veces la casa vecina a la suya.

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