SOCIEDAD
El policía de gatillo fácil acusado por un compañero y un superior
En el juicio por el joven muerto en un control en Palermo, dos policías que entonces trabajaban con el ahora imputado declararon en su contra. La querella pedirá prisión perpetua.
“Jefe, me cagué la vida. Se me escapó un tiro.” El destinatario de la confesión, un ex superior del entonces suboficial Matías Tarditi, contó ayer que escuchó esa frase de la boca de su subordinado luego de que desde su arma saliera un balazo hacia la nuca de Lisandro Bóer la noche del 13 de junio de 2004. El sargento Rubén Darío Lamiste le relató durante la primera jornada del juicio contra Tarditi, quien se negó a declarar, que Bóer conducía su moto junto a un amigo por la calle Bonpland, entre Nicaragua y Guatemala, en el barrio de Palermo, cuando tres policías federales intentaron detenerlo para un control. Como no llegó a frenar, el ahora ex suboficial sacó su nueve milímetros y le tiró al cuello. Ahora sus palabras pueden ser premonitorias: la querella pedirá que se lo condene a prisión perpetua por homicidio calificado.
Ante el Tribunal Oral 28 declararon los primeros cuatro testigos, tres policías y Marcelo Tedesco, que iba en la moto junto a Bóer. Algunos de los testimonios, incluso los de sus propios compañeros, no dejaron bien parado a Tarditi.
El sargento Rubén Lamiste estaba a cargo del operativo de seguridad en los restaurantes de la zona la noche del asesinato. Llegó al lugar luego del hecho. En ese momento, Tarditi habría hecho la confesión. Según Lamiste, el acusado le dio una versión confusa de lo que había ocurrido y por eso recibió órdenes de quitarle el arma y enviarlo detenido e incomunicado a la comisaría 31ª. En su declaración, Lamiste agregó la versión de uno de los policías que estaba allí, según la cual, cuando intentaron detener la moto Tarditi se tropezó y se le escapó el tiro.
Para David Lavazza, testigo y compañero de Tarditi, más que un tropiezo fue un mal paso. En su testimonio señaló que en ningún momento existió una situación “que ameritara exhibir un arma”.
En esos dichos se apoya el abogado querellante, Alberto Bovino, quien interpretó que el ex policía tuvo una conducta “harto negligente, ya que estaba con un arma amartillada y apuntando a la nuca” de Bóer. Por eso adelantó que solicitará al tribunal que sea condenado a una pena de prisión perpetua por el delito de homicidio calificado. Ya durante la instrucción, el juez Ricardo Warley consideró que el policía tuvo que saber que podía matar a un inocente y que procedió de modo “negligente, injustificado y desacertado”.
El tercer policía que declaró, Alejandro Pita D’Oca, dijo haber visto un forcejeo entre Tarditi y quienes iban en la moto, y que en esa situación escuchó una detonación.
Ninguno de los uniformados dio detalles de cómo fueron los hechos ni en qué circunstancias el tiro de la nueve milímetros de Tarditi fue disparada contra Bóer. Las precisiones se escucharon por parte de Tedesco, que acompañaba a Bóer la noche fatal. De acuerdo con su relato, la moto iba a unos 20 o 30 kilómetros por hora cuando quisieron parar y, como no pudieron, intentaron esquivar a los policías “para no atropellarlos”. Entonces, en “un segundo” oyó un disparo y cayeron al suelo. Cuando se incorporó vio a Tarditi agarrándose la cabeza, a quien pudo leerle el nombre de la placa identificatoria.
Por consejo de su abogado, Alejandro Argibay, el acusado se negó a declarar y decidió esperar a que lo hagan los testigos. La defensa también pidió al tribunal que se realice una reconstrucción del hecho. El objetivo es demostrar que Tarditi cometió un homicidio accidental, lo que rebajaría la pena y le quitaría valor a la predicción que él mismo hizo aquella noche.