SOCIEDAD
› ESTALLO UN DEPOSITO DE COMBUSTIBLE PROXIMO A LONDRES
Con la memoria del terror a cuestas
Una veintena de tanques con 13,5 millones de combustible cada uno estalló en la localidad de Buncefield, 60 kilómetros al norte de la capital británica. Hubo 43 heridos y dos mil evacuados. Una columna de humo negro invadió el cielo londinense. Las autoridades descartaron un atentado pero aún desconocen las causas del accidente.
El recuerdo de los atentados en las calles de Londres reapareció en forma repentina entre los londinenses ayer, temprano en la mañana. Una tremenda serie de explosiones que se inició después de las 6 (a las 3 de la mañana de Argentina) en una planta petrolera ubicada en Buncefield, a unos 60 kilómetros al norte de la capital británica, arrancó a los flemáticos ingleses de la cama. Las dudas y sospechas apuntaron hacia un atentado terrorista, aunque poco después la policía descartó esa hipótesis e informó que se trató de un accidente. De todos modos, los peritos seguían investigando las causas. Las explosiones ocurrieron en unos veinte inmensos tanques con combustible y como resultado unas 43 personas resultaron heridas y otras dos mil fueron evacuadas. Las autoridades aseguraron que el accidente no provocó muertes. Una inmensa columna de humo negro se elevaba hacia el cielo londinense y, según los expertos, seguiría afectando la región durante algunos días más.
El depósito siniestrado, que provee de combustible a los aeropuertos cercanos de Heathrow, Gatwick y Luton, ubicados a unos 15 kilómetros del lugar, y a varias estaciones de servicio locales, está controlado en conjunto por las empresas Total y Texaco, y también es utilizado por las compañías BP, Shell y British Pipeline Agency. La planta, situada en la localidad de Buncefield, a 5 kilómetros de Hemel Hempstead, en el distrito de Hertfordshire.
El primer estallido, que llegó a escucharse en Londres, desató un incendio que consumió veinte inmensos tanques con capacidad para 13,5 millones de litros de combustible, cada uno. Después, se produjeron tres explosiones más encadenadas, entre las 6 y las 6.30, y otra más que tuvo lugar durante la mañana.
Cientos de bomberos y policías acudieron inmediatamente al lugar del desastre, en cuyas calles se habían congregado centenares de personas que se despertaron con el intenso ruido de la explosión y salieron aterrados a ver lo ocurrido. Muchos creyeron en un atentado como los ocurridos el 7 de julio en Londres. Otros pensaron que se había estrellado un avión.
“Se oyó un fuerte ruido y la casa tembló violentamente”, contó Duncan Milligan, un habitante de Hemel Hempstead. “Salí corriendo, temí por mi vida”, explicó el chofer de un camión cisterna Paul Turner, quien se encontraba en el depósito. “Nunca había visto antes nada igual, fue como una enorme bola de fuego que se elevó sobre los edificios”, comentó. Otros testigos mencionaron llamas anaranjadas muy altas que se podían ver a más de 10 kilómetros a la redonda. Algunos testigos aseguraron que las explosiones se habían oído en toda la región londinense, e incluso en Surrey, a unos 50 kilómetros del lugar.
“Nos despertamos cinco minutos antes de las seis y se escuchó una fortísima explosión”, señaló Dave Franklin, que vive a 1 kilómetro del depósito. La deflagración “quebró dos ventanas en el apartamento que está sobre el nuestro. Hay llamas por todas partes. Llamas de color naranja. Todo el cielo se ha vuelto naranja y negro”, comentó. Muchas viviendas situadas en las inmediaciones resultaron dañadas y al menos un hotel, el Ramada de Hemel Hempstead, tuvo que ser evacuado.
Aunque los diez operarios que se encontraban en la planta sobrevivieron milagrosamente, la mitad del complejo quedó totalmente destruida. Normalmente, unas 150 mil toneladas de diversos carburantes y derivados de petróleo son almacenadas en las instalaciones que configuran el quinto depósito de combustible en importancia del Reino Unido.
Al principio, algunos vecinos declararon haber oído un avión sobrevolando el lugar instantes antes de la explosión y la hipótesis de que el incendio había sido consecuencia de un ataque terrorista se mantuvo latente hasta que la policía empezó a hablar de un accidente y descartó los comentarios sobre la supuesta aeronave. “No hay nada en esta situación que sugiera otra cosa que no sea un accidente, aunque tenemos que estar abiertos a todo”, afirmó Frank Whiteley, jefe de la policía de Hertfordshire, quien agregó que el balance de lo sucedido es “milagroso”. La mayoría de los 43 heridos sufrió cortes y golpes a raíz de la rotura de vidrios. Sólo cuatro de ellos se encuentran en estado grave. Uno, que se encontraba a 200 metros de la explosión, permanece internado en una unidad de terapia intensiva con asistencia respiratoria debido a problemas pulmonares causados por la toxicidad del humo.
El estruendo provocó que las ventanas de las casas y los comercios cercanos quedaran destrozadas. Debido al espeso humo tóxico unas 2 mil personas fueron evacuadas y derivadas a centros deportivos, refugios del Ejército de Salvación y viviendas de familiares o amigos. Además, las autoridades solicitaron a los habitantes de la zona afectada que permanecieran en sus hogares con las ventanas cerradas. Las clases en las escuelas fueron suspendidas inmediatamente.
A pesar de la humareda, el aeropuerto de Luton, utilizado para vuelos baratos y charters hacia Gran Bretaña y el extranjero no fue afectado y siguió funcionando con normalidad. Sí fueron cancelados varios vuelos por la mañana en Heathrow. Asimismo, la carretera M-1, de acceso al aeropuerto, fue cortada parcialmente en sus dos sentidos, causando dificultades a los pasajeros que se dirigían hacia Luton.
Las autoridades negaron que el combustible pudiera llegar a escasear, tanto en las estaciones de servicio como el necesario para operar los aeropuertos. A pesar de ello, en las estaciones se vieron largas filas de automóviles que buscaban llenar sus tanques previendo un posible desabastecimiento.
Las llamas que crecían por sobre los edificios fueron controladas por los bomberos tras cinco horas de trabajo. No obstante, un denso humo negro mantuvo cubierto el cielo de la zona sur de Inglaterra durante todo el día, sin dejar pasar los rayos del sol. Las columnas de humo y fuego habían llegado hasta los 200 metros de altura. Su desproporcionado tamaño las hizo visibles a varios kilómetros a la redonda.
Por su parte, especialistas informaron que el humo, que se extendió al Oeste, Sur y Este hasta alcanzar toda la región de la capital, puede seguir causando molestias durante varios días. Así, en el otoño londinense, un difuso humo grisáceo se posaba al mediodía sobre un cielo poco nuboso dejando a la ciudad en penumbra.