SOCIEDAD
› EL GOBIERNO NACIONAL LANZA UNA CAMPAÑA POR EL DESARME CIVIL
Contra las armas de la mesa de luz
“Si tenés un arma, tenés un problema.” Con ese slogan, el Ministerio de Justicia hará una campaña para alertar sobre los riesgos de tener un arma en la casa.
› Por Cristian Alarcón
Cada turista que cruce la ruta en busca de descanso este verano recibirá, en el puesto de peaje que le toque en suerte, en el aeropuerto, o en la terminal, un folleto en el que leerá: “Si tenés un arma, tenés un problema”. Los dípticos, diseñados por la Secretaría de Política Criminal del Ministerio de Justicia de la Nación, muestran imágenes de tragedias ocurridas por el uso de armas de fuego en distintas situaciones domésticas. La campaña que se realizará en todo el país es el primer paso que da el Estado nacional ante una sociedad que cada día se arma más, y cada día mata más. Sólo en Buenos Aires, el 19 por ciento de los muertos fallece por un disparo de arma de fuego, según un relevamiento de la Organización Panamericana de la Salud.
En la Argentina, cada dos horas una persona muere por un impacto de bala. Cada día son doce. Al año son 3700. Los datos surgen de otra novedad, la lectura de las cifras que releva el Ministerio de Salud, que tiene a mano el recuento de cadáveres. En 2003 hubo 3752 muertes por armas de fuego. Ayer, el secretario de Política Criminal, Alejandro Slokar, le dijo a Página/12 que en su área se asume que “una política democrática sobre el tema tiene que advertir acerca de los inconvenientes respecto de la violencia de la sociedad, para lo cual como estrategia primero se debe apelar a la sensibilización y la toma de conciencia a través del Estado acompañado de la sociedad civil”.
En este caso fueron diversas organizaciones no gubernamentales las que se acercaron a la secretaría de Slokar, un área que este año fue elevada por el presidente Néstor Kirchner a la categoría de secretaría de Estado.
Fue en conjunto, dicen, que decidieron poner en marcha la campaña “Si tenés un arma, tenés un problema”. Entre otras, las organizaciones que sumarán su logo a los dípticos repartidos durante la temporada son la Red Argentina para el Desarme, la Red Solidaria, el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Sociales y Penales (Inecip), la Asociación para las Políticas Públicas (APP) y la Fundación Lebensohn. Tres universidades adscriben también a la idea: la Universidad de San Andrés, la Universidad de Lanús y la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
La campaña surgió de un estudio de otras, realizadas en países latinoamericanos. De entre diferentes ópticas seleccionaron la uruguaya, que –entienden los organizadores– no apunta a una versión maniquea en la que hay poseedores de armas “buenos” contra gente armada “mala”. Así, en uno de los dípticos, sobre la fotografía de una mujer que llora sentada en el piso del pasillo de su casa se lee, en letras rojas: “Mi marido quiso defendernos del robo. A mí y a mi hija. Hoy estoy sola”. En otro, la imagen es la de un guardapolvo manchado de sangre. Sobre esta segunda tragedia, dice: “Un compañerito lo molestaba. Mi hija me dijo que lo iba a matar. No pensé que estaba hablando en serio”. Y por fin, el tercero, en el que sobre la imagen de una puerta abierta, sobre el piso se dibuja en bordes blancos la silueta de un cadáver: “Yo creía que era un ladrón. Mi hijo creía que era una broma”.
Todos los folletos llevan, a un costado, la misma leyenda: “Tener un arma de fuego en tu casa no te protege de la violencia. La genera. Provoca riesgos desconocidos. Conlleva la muerte. En nuestro país, cada dos horas, muere una persona víctima de armas de fuego. Pensalo. Desarmá la violencia”. El punto central de la campaña no está dirigido a fortalecer una imagen de seguridad pública, sino a mostrar que las organizaciones de la sociedad civil y el Estado asumen la tenencia de armas –legal o ilegal– como un problema. Darío Kosovsky, coordinador del Centro de Estudios de Seguridad y Política Criminal, plantea la necesidad de marcar “la limitación de la campaña, para que no surjan malos entendidos como en Brasil –donde un intento de desarmar a la sociedad a través de un referéndum resultó “un tiro por la culata” para el gobierno de Lula–.
Es falso que una política de desarme disminuirá los niveles de sensación de inseguridad. Ese no es el mensaje de la campaña. El mensaje es decirle a la gente que acá hay un problema grave. Tener un arma sólo agrava el problema, no lo soluciona”.
Hay algunos datos que resultan interesantes a la hora de leer el armamentismo civil. De cada diez muertes que se producen en el país, siete nada tienen que ver con el robo o el delito común. Son, la mayoría, el resultado de problemas intrafamiliares o interpersonales. “Esa fue una de las preocupaciones que nos trajeron las ONG –señala Slokar, de Política Criminal–. El tema es que las armas matan y su portación hace que los conflictos se resuelvan con violencia, con muerte. La idea es decirles a los argentinos algo sencillo pero cierto. Las armas traen problemas.”