SOCIEDAD › POLEMICA ENTRE EL PRESIDENTE DE FEDECAMARAS Y EL GOBIERNO PORTEÑO
Una peculiar polémica entre el Gobierno de la Ciudad y Rubén Manusovich, presidente de Fedecámaras, se desató ayer en torno de las clausuras de comercios. Manusovich denunció que el gobierno clausura pequeños comercios para “dibujar estadísticas que den un golpe de imagen después de Cromañón” y aseguró que “los inspectores piden coimas”. El gobierno sostiene que Manusovich tiene intereses particulares: el 17 de diciembre clausuraron en Palermo un kiosco por venta de bebida alcohólica sin habilitación. El kiosco pertenece a Pablo Ezequiel Manusovich, hijo de papá Rubén.
“Están llenando de inspecciones y aplicando las sanciones más graves a los pequeños comercios –aseguró a Página/12 Rubén Manusovich–. Tenemos la sospecha de que se hacen inspecciones masivas entre los pequeños comercios para dibujar las estadísticas y aparentar que se hacen inspecciones profundas, y de esa manera aliviar la sensación térmica después de Cromañón.” Manusovich sostuvo que comenzó a pedir audiencias al Gobierno porque en una nota publicada por este diario el 30 de diciembre pasado el secretario de Seguridad porteño, Diego Gorgal, propuso sanciones aún más severas a las actuales. Manusovich no sólo acusa que se trata de una fachada cuyo chivo emisario sería el pequeño comerciante, sino que, además, “los inspectores piden coimas”.
Federico Peña, subsecretario de Control Comunal, de quien depende la DGFyC, confió a este diario que “cuando me enteré de las denuncias de este señor llamé a la Dirección de Fiscalización y Control. Me dijeron que desde el 18 de diciembre Manusovich los llamaba como presidente de Fedecámaras para pedir una audiencia porque habían clausurado el kiosco de su hijo”. Según el informe técnico 1809/DGFyC/2005, el 17 de diciembre del año pasado, a las 4 de la mañana, inspectores porteños se presentaron en el kiosco ubicado en Paraguay 4400 y clausuraron el comercio después de comprobar que vendía bebidas alcohólicas sin habilitación. Además, determinaron faltas menores como ausencia de luz, limpieza y ventilación en el sótano, falta de higiene en el baño, un empleado del kiosco sin libreta sanitaria, y ocupación de la vereda con mesas y sillas sin el correspondiente permiso. El kiosco pertenece a Pablo Ezequiel Manusovich, hijo del presidente de Fedecámaras. Rubén Manusovich desmintió que cuestiones particulares interfirieran en sus denuncias. Sí admitió que el kiosco de su hijo había sido clausurado “por falta de unas luces, y de una pared divisoria”, aseguró. Del alcohol, ni hablar.
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