Sáb 07.01.2006

SOCIEDAD

La píldora, posible argumento para la frase “esta noche no, querido”

Un estudio revela que el uso prolongado de anticonceptivos orales puede provocar disfunciones sexuales, como falta de excitación. Los efectos pueden continuar tiempo después de su uso.

› Por Pedro Lipcovich

“¿Sabés qué pasa?: que si me pongo eso, no siento nada...”: el remanido (pero jamás demostrado) argumento de algunos hombres contra el preservativo puede ser replicado sólidamente por las chicas con respecto a las píldoras anticonceptivas: un nuevo estudio sugiere que, no sólo podrían propiciar disfunciones como la falta de excitación sexual, la disminución en la lubricación y la presencia de dolor o molestias, sino que estos problemas pueden continuar aun después de que la mujer dejó de tomar la píldora. Estos efectos sólo se producen en una minoría de usuarias y de ningún modo llevan a desaconsejar la píldora para las mujeres en general, sino a “tomar en cuenta los posibles efectos colaterales de los anticonceptivos hormonales orales”, según una de las investigadoras. Los efectos adversos podrían reducirse mediante los parches anticonceptivos hormonales, pero la FDA de Estados Unidos advirtió que éstos tienen 60 por ciento más de estrógenos que las pastillas, lo cual tampoco desaconseja su uso, pero incrementa el riesgo de coágulos sanguíneos en arterias y venas de mujeres con previa susceptibilidad.

El estudio más reciente fue publicado esta semana en el Journal of Sexual Medicine, publicación de nivel científico reconocido internacionalmente. Fue efectuado por un equipo dirigido por Claudia Panzer, del Departamento de Endocrinología y Urología de la Universidad de Boston, e integrado entre otros por Irwin Goldstein, a su vez titular de la Sociedad Internacional de Medicina Sexual. Ya el 19 de octubre de 2004, en una visita a Buenos Aires, Goldstein había anticipado a Página/12 que “la píldora debe ser investigada”. En mayo de 2005, el equipo dirigido por Panzer dio a conocer resultados preliminares de un estudio sobre 124 mujeres, el mismo que el Journal acaba de difundir.

El estudio se basa en datos previos según los cuales la disminución en la cantidad de andrógenos –hormonas masculinas que, en reducida cantidad, están presentes en las mujeres– puede propiciar disfunciones sexuales femeninas. A su vez, el descenso en los andrógenos es un efecto colateral posible de los anticonceptivos orales, por un doble mecanismo: por una parte, al disminuir directamente la producción de andrógenos por parte del ovario; pero también por incrementar la producción, en el hígado, de una proteína llamada SHBG, que a su vez hace bajar la disponibilidad de andrógenos en el organismo.

El equipo de Panzer investigó a 124 mujeres, de entre 30 y 40 años, que manifestaban padecer problemas como “disminución del deseo y de la excitación sexual, descenso en la lubricación y aumento en dolores y molestias”. De entre ellas, 62 habían tomado pastillas anticonceptivas durante por lo menos seis meses y continuaban tomándolas, 39 la habían tomado seis meses o más, pero habían dejado de tomarla, y 23 no la habían usado nunca.

Los investigadores midieron los niveles de SHBG en las 124 mujeres, conociéndose que, a mayor cantidad de esta proteína, menor cantidad de andrógenos y, en consecuencia, más probabilidad de disfunciones sexuales por esta causa. El resultado fue que, en las mujeres que tomaban la píldora, los niveles de SHBG eran cuatro veces más altos que en las que nunca la habían tomado. Pero incluso en las que habían dejado de tomar anticonceptivos orales, “pese a una disminución en los niveles de SHBG, 120 días después de discontinuar el anticonceptivo, estos niveles permanecían elevados en comparación con las que nunca habían tomado la píldora”.

El artículo del Journal advierte que “la elevación crónica de los niveles de SHBG” podría tener “consecuencias a largo plazo”, y se pregunta si “la exposición prolongada a los estrógenos sintéticos de los anticonceptivosorales podría inducir, en las células hepáticas de algunas mujeres, una modificación genética que incrementara la expresión de SHBG”, lo cual sólo podría dilucidarse mediante “investigaciones ulteriores”. En todo caso, puntualizó la doctora Panzer, “los médicos que prescriben anticonceptivos orales deberían advertir a sus pacientes sobre potenciales efectos adversos en relación con disfunciones sexuales”.

Cabe destacar que las 124 participantes en la investigación manifestaban sufrir las mencionadas disfunciones sexuales, incluso las que jamás habían tomado anticonceptivos y tenían niveles normales de SHBG, lo cual deja abierto el espacio para los factores psicológicos como posibles causas de tales dificultades.

Algunos especialistas, como Debra Wickman, de la Universidad de California, sugieren que los parches hormonales anticonceptivos no presentarían ese efecto adverso, ya que “no implican la metabolización en el hígado”, donde se genera la SHBG. Sin embargo, el uso de los parches requiere a su vez precauciones.

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