SOCIEDAD › EN EL BANCO RIO LA HABIAN APAGADO HACIA 10 DIAS
Creen que había sonado cuando la banda hacía el túnel. La apagaron con la excusa de que no funcionaba y no la volvieron a encender. Más claves en las pistas que siguen los investigadores.
› Por Raúl Kollmann
La alarma antisísmica de la sucursal asaltada del Banco Río estuvo desconectada durante toda la semana pasada, incluyendo el viernes cuando se terminó de perpetrar el robo. Este dato es investigado desde ayer por quienes están detrás del rastro de la sofisticada banda que dio el golpe en San Isidro. Como adelantó Página/12 en exclusiva, la alarma se disparó hace unos diez días, pero los encargados de seguridad evaluaron que había sido una falla. Todo hace indicar que en ese momento se producía el boquete en la pared que rodea al banco, atravesando el concreto y los barrotes de acero, un trabajo que hicieron con una amoladora. Sin embargo, la alarma no fue conectada otra vez, lo que les dejó la cancha libre a los ladrones para que terminaran su trabajo. Esto lleva las sospechas hacia integrantes de la seguridad, de mantenimiento o limpieza como cómplices del robo.
Los investigadores siguen buscando también el lugar exacto en el que los delincuentes salieron del desagüe pluvial a la superficie, emprendiendo la huida definitiva.
- La hipótesis más probable es que hayan caminado, con el agua hasta la cintura, hasta alguna alcantarilla o boca de inspección en la que instalaron una carpa con el nombre de alguna contratista. La dirección casi segura fue hacia la Panamericana porque el agua baja en esa dirección. Por ello, ayer se estaba haciendo una revisión de cada una de esas alcantarillas y tapas en las que habitualmente hay óxido o polvo. Si alguien pisa o abre la tapa debería haber quedado algún rastro. También se buscaban ayer testigos que hayan visto carpas de contratistas a lo largo del desagüe pluvial.
- En un primer momento también se barajó la idea de que hayan salido hacia el río a través de ese desagüe utilizando una embarcación o jet ski. Ayer, fuentes del Ministerio de Seguridad dijeron que tenían sendos informes, uno de Prefectura y el otro de Aguas Argentinas, en los cuales se dice que esa maniobra era casi imposible por el nivel del agua. Los hombres de Prefectura intentaron entrar al desagüe pluvial con una embarcación cuando buscaban a los ladrones el viernes, pero no lo pudieron hacer por lo que tuvieron que recurrir a los buzos. El informe de Aguas coincide con ese diagnóstico y afirma que el nivel de las aguas hace casi imposible el uso de una embarcación o jet ski, al menos desde el lado del río. Por otra parte, el desagüe da a una playa en la que hay bastante actividad y hasta el momento no hay ningún testigo que haya señalado que vio algo extraño.
Lo cierto es que hasta anoche no estaba claro cuál fue el rumbo tomado por los delincuentes y si además de los cuatro que entraron al banco en el desagüe pluvial había otros esperándolos como para llevar el botín. Un cálculo elemental que hacen los investigadores es que se violaron 149 cajas y se pueden haber llevado dos kilos de efectos por caja, lo que significa que cargaron un peso de 300 kilos. De todas maneras se trata apenas de una especulación porque nadie sabe ni cuánto se llevaron ni si tuvieron la ayuda de otros cómplices que los esperaban al otro lado del túnel.
Otro factor de análisis es si en el golpe hubo participación extranjera o no. En principio, los rehenes manifiestan que los cuatro que entraron al banco hablaban castellano y sin acentos extraños. Nuevamente la especulación apunta a un jefe extranjero, pero nadie cree demasiado en esa hipótesis. Más firme es la versión de que en el robo hubo planeamiento y conducción de algún militar o un ex integrante de servicios de inteligencia. Como señaló ayer Página/12, el hombre que dialogaba con el negociador policial en un momento, para decir que escuchaba en forma óptima dijo “cinco barra cinco”, código que proviene del argot militar. También la forma en la que portaba el fusil FAL, colgado en la espalda, sugiere una formación militar.
Más allá de lo que se diga, es muy probable que el monto robado supere los 20 millones de dólares. En su momento, la fiscal Mónica Cuñarro y el juez Adolfo Calvete hicieron el cálculo de que en el famoso robo de los boqueteros al Banco de Crédito Argentino, sucursal Recoleta, los delincuentes se llevaron 25 millones de dólares. En aquel caso de enero de 1997 saquearon 164 cajas. Esta vez fueron 149, además de los 600.000 pesos que se llevaron del tesoro de la entidad.
El trabajo para los hombres de investigaciones de la Bonaerense y para el fiscal Jorge Apolo no será fácil, pese a que anoche reinaba cierto optimismo entre los responsables de la pesquisa. Una banda que da semejante golpe invariablemente se disuelve de inmediato: reparten el botín y la consigna es no juntarse por bastante tiempo. En el caso del Banco de Crédito Argentino al final hubo cuatro detenidos y no se recuperó nada del botín. La forma de atraparlos fue asombrosa. Un mendigo testificó que le llamó la atención que un hombre hablaba desde un teléfono público cercano al banco pese a tener dos celulares en la cintura. Los investigadores le aplicaron el sistema Excalibur a ese teléfono público y así consiguieron dar con integrantes de la banda, a los que les encontraron unos pocos elementos robados del banco. Eran ex integrantes de la SIDE y cometieron algún error mínimo: por ejemplo, se quedaron con una medallita que había en uno de los cofres. Los condenaron a ocho años de prisión y hoy todos están en libertad condicional. Los investigadores están convencidos de que el jefe también fue un hombre que había revistado en la SIDE y en el Batallón 601 de Inteligencia. Tienen su nombre e incluso estuvo detenido. Pero no se le pudo probar nada.
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