Lun 23.01.2006

SOCIEDAD

A la búsqueda del remedio contra los remedios falsos

El fabuloso negocio de los remedios falsos mueve en el mundo casi 25 mil millones de dólares al año. En promedio, representan el 7 por ciento de los medicamentos en plaza. Pero en algunos países llega al 60 por ciento. En los últimos años, 200 mil muertes por paludismo se hubieran evitado con remedios originales.

› Por Lluís Reales *
Desde Barcelona

La fabricación y distribución de medicamentos falsificados crecen en todo el mundo porque son un gran negocio. El fenómeno afecta sobre todo a los países en desarrollo. En algunas zonas, los fármacos falsos suponen el 60 por ciento y causan miles de muertes y graves problemas de salud. En los países desarrollados, Internet es el principal punto de venta.

Relojes, ropa deportiva, DVD, CD... y también fármacos. Las copias falsificadas ya han llegado al mercado de los medicamentos. En los países desarrollados, como España, donde existe un sistema de distribución bien controlado, no tienen una incidencia importante, aunque en los últimos años crecen de forma preocupante. Los canales son principalmente Internet, el mercado negro de la droga y algunos gimnasios. Pero en los países en desarrollo, los medicamentos falsos ya son una plaga y un grave problema de salud pública.

La fabricación y distribución de medicamentos falsificados crece en todo el mundo; es un gran negocio. Según una investigación realizada y publicada por la revista Newsweek, esta actividad ilegal mueve anualmente en el mundo entre 6.000 y 19.000 millones de euros y supone unas pérdidas de unos 12.000 millones al año para la industria farmacéutica. El problema afecta especialmente a los países en desarrollo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en algunos países sin regulación y donde los medicamentos se ofrecen mayoritariamente en mercados y venta ambulante el volumen de falsificación alcanza el 60 por ciento. En el conjunto del mundo, el porcentaje de falsificaciones se sitúa entre el 6 y el 8 por ciento.

Desde el punto de vista de la salud pública, los efectos son demoledores y causan miles de muertes. Así, 200.000 fallecimientos a causa del paludismo en los últimos años –una quinta parte del total– se podrían haber evitado con medicamentos originales. O las 2500 muertes hace una década en Nigeria a causa de vacunas falsas contra la meningitis.

Pero, ¿qué son los medicamentos falsificados? “Son aquellos fabricados sin conocimiento del titular, en instalaciones desconocidas y que no llevan el principio activo, que se declara o menor cantidad del mismo”, señala José María Martín del Castillo, consejero técnico de la Agencia Española del Medicamento.

Falsificar la mayoría de fármacos no resulta demasiado difícil. “Los principales laboratorios clandestinos se encuentran en China, India, Pakistán, en las ex repúblicas soviéticas, Nigeria y Egipto, aunque los hay en muchos otros países”, indica Rafael Borrás, vocal del Colegio de Farmacéuticos de Barcelona y director del Observatorio de Medicamentos de Abuso.

En cuanto a las características, el 43 por ciento carece de principio activo; el 24 por ciento, presenta baja calidad de fabricación; el 21 por ciento, menos cantidad del principio activo indicado; el 7 por ciento, un principio activo distinto, y el 5 por ciento, tiene una presentación defectuosa. “Además de su carácter ilegal, los laboratorios clandestinos no son seguros. En un mal proceso de elaboración puede darse, por ejemplo, una contaminación microbiana”, explica Borrás.

La tipología de medicamentos falsificados que se consumen en los países en desarrollo nada tiene que ver con el consumo en los países ricos. Igual que ocurre con los originales. En los países pobres, los principales fármacos falsificados que se ofrecen son los antibióticos, los antipalúdicos, las vacunas y los antirretrovirales; en los países desarrollados son medicamentos relacionados con estilos de vida y el miedo a epidemias: hormonas, disfunción eréctil, esteroides, fármacos para uso recreativo, tanto estimulantes como depresores (ketamina, modefinilo, morfina).

En el caso de España, a partir de las intervenciones realizadas por la Agencia Española del Medicamento en colaboración con los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, “sabemos que los medicamentos más falsificados son Viagra, Cialis, los anabolizantes, la insulina y la hormona del crecimiento”, señala José María Martín del Castillo. “El volumen de negocio que supone es muy difícil de calcular, pues en España circulan por el mercado negro y a través de Internet”, añade.

Desde el Observatorio de Medicamentos de Abuso, creado el pasado mes de julio por el Colegio de Farmacéuticos de Barcelona, se cuenta con datos de algunas analíticas de medicamentos falsos. “Parches anticonceptivos con ausencia total del principio activo; hormona del crecimiento obtenida a través de Internet sin principio activo y ofertada en comprimidos, lo cual es imposible en el caso de esta sustancia; también contamos con analíticas de Viagra, adquirido a través de Internet y en la calle, en el mercado negro. En el primer caso, sólo se detectaron pequeñas trazas de sildenafilo; en el segundo, había mucha más cantidad de la indicada”, explica Rafael Borrás, a partir de los datos disponibles en el Observatorio de Medicamentos de Abuso.

Este mismo año, Pfizer, el laboratorio que fabrica Viagra, y Microsoft interpusieron demandas contra dos empresas que se dedican a vender medicamentos a través de la red. Las empresas demandadas publicitan y ofrecen copias de Viagra a través de cadenas de correos basura electrónicos. “Es un fenómeno que nos preocupa mucho, pues puede perjudicar la salud de las personas y también la imagen de la marca”, explica Mónica Martín, responsable de comunicación del área de urología de Pfizer.

Otro fenómeno que preocupa a las autoridades sanitarias y a los profesionales son los medicamentos milagro. “Se ofrecen para el tratamiento de enfermedades como el cáncer o el sida, sin estudios clínicos que los avalen. En la mayoría de las ocasiones son distribuidos por desaprensivos que aprovechan la desesperación y el dolor de personas enfermas”, explica Borrás.

El crecimiento del fenómeno en el mercado farmacéutico preocupa a las organizaciones internacionales, a los gobiernos y a la industria. Desde hace tres años, la Organización Mundial de la Salud (OMS) realiza campañas contra el tráfico de medicamentos falsos y de mala calidad. En el 2001, el Consejo de Europa aprobó una resolución que instaba a los gobiernos a mejorar los sistemas de vigilancia en colaboración con los profesionales, y a la industria para que diseñe estrategias que dificulten la falsificación.

Desde los sectores profesionales, el mensaje es claro: desconfiar de los medicamentos ofertados a través de Internet; viajar por el mundo con botiquín propio, y desconfiar de cualquier tratamiento milagroso (acostumbra ser un fraude). “No es un tema fácil de abordar. Para nosotros la mejor estrategia es la información: una campaña de comunicación sobre el mal uso de los medicamentos, a imagen y semejanza de la que está realizando el gobierno respecto a los genéricos”, afirma Mónica Martín, de Pfizer.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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