SOCIEDAD › CORRIENTES EXPECTANTE POR LAS DERIVACIONES DEL CASO DE ARIEL MALVINO
En Corrientes están convencidos de que si el crimen, en lugar de en Brasil, hubiera ocurrido en la provincia habría pasado inadvertido. En la ciudad circulan rumores, antecedentes de los “chicos bien”, miedo a las represalias y expectativas por lo que sucederá.
Corrientes está expectante por el futuro de los siete jóvenes involucrados en la muerte ocurrida en las playas brasileñas de Ferrugem. Pero nadie está sorprendido con lo que pasó. Si el crimen hubiera ocurrido en Corrientes, no habría tenido trascendencia. El problema es que ocurrió en Brasil y la víctima es un porteño.
La muerte de Ariel Malvino está en boca de todos. Los correntinos están pendientes de cada información, viven en una fiebre noticiosa sin freno: “¿Escuchaste lo que dijeron en la radio?”, “¿Viste al abogado de Ariel en el canal de noticias?”. Todos tienen un dato que aportar: “La Interpol está parando en tal hotel”, “La semana que viene llega el fiscal brasileño”, “Me contó una vecina que no están acá, parece que se fueron a una estancia en el interior, cerca del Paraguay”, “La Federal ya los tiene en la mira”, “El padre de uno de los chicos parece que va a renunciar a su puesto como funcionario”. También están los que aportan antecedentes: “A los padres de ese chico les pidieron que lo sacaran del colegio”, “¿Sabías que uno de ellos no puede entrar a los Estados Unidos?”.
La ciudad de Corrientes es una caldera de rumores, nadie se pierde la oportunidad de opinar. Siete jóvenes pertenecientes al patriciado local están sospechados de haber matado a Ariel Malvino en la playa de Ferrugem, en Brasil. Representan a un grupo social minoritario, pero fuertemente arraigado en la comunidad, por encima de ideologías, partidos y religiones. Sus familias y ancestros pertenecen a una casta heredera de grandes apellidos, con conexiones en el poder político, empresarial y judicial.
Esto es lo que hace dudar, por lo menos a los correntinos, de que sean juzgados con imparcialidad. En el “Taragüí” (como llamaban los aborígenes guaraníes al primer asentamiento español, hoy Corrientes) son demasiados los ejemplos en los que los culpables de un delito salieron impunes. En todos esos casos hay un denominador común: portaban un apellido “conocido”.
La sociedad correntina no mira incrédula los hechos ocurridos en Brasil. Está asombrada pero no sorprendida. Los “hijos del poder”, los “nenes bien” o, según la más actual denominación, los “conchetos”, tienen un largo prontuario de violencia, desprecio hacia el resto de la sociedad y un gran halo de impunidad desde hace tiempo.
Los fines de semana por la noche son comunes las peleas en los pubs, donde se juntan los correntinos “conocidos”, los no tanto y los universitarios que llegan de las demás provincias del noreste. Casi todos los lunes, los diarios reflejan estas riñas que siempre finalizan con un internado en el hospital. Luego, durante la semana, se comenta quiénes fueron los protagonistas: el hijo de algún juez o funcionario policial, de un empresario, de un alto funcionario político. Son casi siempre los mismos. Los apellidos se repiten una y otra vez.
Durante unos años, incluso los nombres de pila se repiten. Hasta que los protagonistas están avanzados en sus estudios universitarios o comienzan a trabajar, y la nueva realidad, desconocida hasta entonces, les modifica las costumbres. Pero tienen relevo. Detrás, empujando, siempre llega una nueva generación de violentos. Los apellidos se siguen repitiendo.
Si la pelea en que murió Ariel hubiera ocurrido en una playa de Corrientes no habría tenido trascendencia. Pero ocurrió en Brasil y la víctima es un porteño. Eso desencaja a los familiares de los correntinos involucrados, que con sustento dicen que no tienen garantías jurídicas. Efectivamente, no las mismas que en Corrientes. Si bien niegan la existencia de un delito, o al menos la responsabilidad de sus vástagos en él, como siempre “zafaron” la ciudad está expectante para ver cómo lo harán esta vez. Es una actitud casi inconsciente.
Cuando las imágenes conocidas aparecen en la pantalla de la televisión nacional, la atención de los habitantes de esta calurosa ciudad no está para otra cosa. Una hermosa casa, la costanera, la Dirección de Turismo, la peatonal Junín y ... la Casa de Gobierno. Esta última foto espanta a más de un funcionario. La administración actual busca no quedar pegada a esta cuestión. “El gobierno no tiene nada que ver, el que está involucrado es el hijo de un funcionario”, dijo una alta fuente con llegada al gobernador Arturo Colombi.
En el ambiente judicial local todos aportan teorías. La noticia del pedido de la Justicia brasileña agregó más expectativas al tema. Aquí se espera con ansiedad la presencia de funcionarios del país vecino. Aunque nadie sabe si los involucrados Lautaro y Eduardo Braun Billinghurst, Horacio Pozo, Germán Braillard Poccard, Francisco Méndez, Gonzalo Marasco y Andrés Gallino se presentarán a declarar ante el juez federal de Corrientes Carlos Soto Dávila. Es más, el paradero de los jóvenes es una incógnita.
Las primeras consecuencias de la muerte de Ariel ya se sintieron en la sociedad correntina. El pasado fin de semana, el hijo del jefe de policía, en una pelea, dejó inconsciente a una persona y lesionó a un agente que fue a detenerlo. El jerarca policial no movió un dedo para sacar a su hijo de la cárcel y envió una nota al fiscal pidiéndole que actúe sin sentirse presionado. Una acción impensada hasta hace muy poco.
La modorra provinciana está aturdida. El caso despertó tal interés que opacó otras noticias. Como el mismísimo carnaval, una fiesta que se vive en la ciudad con la misma pasión del fútbol. Se espera que esta semana llegue el exhorto de la Justicia brasileña para que los sospechosos declaren y para que desde Corrientes se envíen sus fotos.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux