En los Altos de Bariloche, la zona ubicada contra el faldeo sur del cerro Otto y bien próximo a la ex 258 y actual ruta 40 Sur que comunica con El Bolsón, se encuentra un barrio humilde de clase media levantado por la economía pública a fuerza de sobrepoblación y escasez de techo. Lo conocen como el Barrio 400 Viviendas por razones obvias. Allí, en dos departamentos ubicados a medio centenar de metros uno de otro y durante cuatro años, del 2001 al 2004, se fue tejiendo una historia tan increíble y triste como la de la cándida Eréndira de Gabriel García Márquez, obligada a prostituirse por su abuela, aunque para el caso la desalmada fuera la madre, docente jubilada, que entregó a su propia hija –desde los 12 a los 16 años– a un vecino, profesor universitario, para saldar, se cree aunque no quede demasiado claro, ciertas deudas. La chica denunció el caso a mediados del año pasado ante el juez Martín Lozada, y en diciembre fue detenida su madre. El profe, perteneciente a la cátedra de Biología en el Centro Regional Universitario dependiente de la Universidad Nacional del Comahue, está ausente sin aviso desde que finalizaron las clases. La Justicia lo busca dentro y fuera del país.

Por qué y cuándo la Eréndira local se animó a denunciar a su madre tiene íntima relación con la historia de la chica. Durante 2005, tras una serie de problemas familiares que derivaron en la Justicia de familia, la joven fue entregada en guarda a un hogar sustituto. Entre las decisiones del juez, la adolescente recibió asistencia psicológica. Durante la terapia “a la chica le surgió la necesidad de presentar una denuncia”, confió a Página/12 un investigador vinculado con el caso.

A mediados del año pasado, acompañada por la asesora de menores, la Eréndira argentina se presentó ante la fiscalía de turno que giró el caso al juez de instrucción 2, Martín Lozada. El relato ante el juez, grabado utilizando un sistema semejante al de la Cámara Gesell para proteger a la chica y tratar de evitar su exposición a otro cuestionario judicial, fue escalofriante. Sostuvo que durante cuatro años, entre 2001 y 2004, desde sus 12 hasta sus 16 años, su madre la prostituía entregándola a un vecino del Barrio 400 Viviendas. El relato fue corroborado a los investigadores por la hermanita menor de la Eréndira.

La madre tiene unos 55 años y es docente jubilada de escuela secundaria. El vecino, de unos 50, que vivía a unos 50 metros dentro del mismo barrio de las 400, es o era hasta noviembre pasado profesor de la cátedra de Biología en la carrera de Ingeniería del CRUB-UNCO, como conocen al Centro Regional Universitario Bariloche, de la Universidad Nacional del Comahue. “No está claro cuál era el motivo por el que la madre entregaba a su hija al profesor –aseguró la misma fuente a este diario–. Es posible que fuera para obtener dinero, es posible que fuera por alguna deuda y que la mujer la pagara con su hija, es posible también que fuera por una especie de perversión gratuita. No está demasiado claro porque la chica no lo sabía. Ella solamente sabía que bajo amenazas de la madre quedaba en manos del profesor.” Al parecer, la declaración de la chica, en ese sentido, “fue muy clara”.

Cuando la cándida Eréndira presentó su denuncia, su prostitución había terminado en coincidencia con la aparición de un noviecito de la chica que vino a ocupar, de algún modo, el lugar del salvador. El caso fue mantenido en el mayor de los secretos. No está claro cómo se filtró hasta oídos del biólogo. Lo cierto es que, finalizado el curso lectivo, en noviembre pasado, el profe desapareció de la vista de todos. Buscado primero en la ciudad, pasó a ser un prófugo de la Justicia con pedido de captura nacional e internacional.

Por su lado, poco antes de Navidad, en diciembre pasado, la madre de la cándida Eréndira fue detenida. Se negó a declarar y quedó representada por el defensor oficial 6, Marcelo Alvarez Melinger. El 29 de ese mes fue procesada y se le dispuso la prisión preventiva. La mujer se encuentra alojada en la Cárcel de Encausados de Bariloche.