Veinte días, cuarenta hombres y una diversidad de disfraces –incluyendo el complicado disfraz de pasajero de subte– demandó a los federales dar con el pillo que se hacía pasar por gatita o gatito vía Internet para chatear, proponer relaciones gays o lésbicas y extorsionar a sus presas casadas/os con que difundiría los secretos de esa relación en ciernes a menos que le pagaran en riguroso cash una especie de rescate.

El domingo, en una estación de subte de Barrio Norte, el extorsionador cayó en la trampa, después de que una de sus víctimas, una soltera de 37 años, decidió que no tenía nada que perder al denunciarlo. El hombre está casado, tiene tres hijos y trabaja en el sector computación de una agencia de publicidad.

La mujer contó que entró “por curiosidad” en un chat de lesbianas y se conectó con una mujer que le fue cayendo simpática y provocando la curiosidad. Después, dijo, le pidió una dirección personal para chateo y allí comenzó a provocarla. Pero resultó ser un varón que le recomendó el pago de dos mil pesos para que “esta historia, tus chats y tus fotos no aparezcan distribuidos en Internet”.

La mujer decidió presentar la denuncia. Los federales recomendaron que aceptara pagar el rescate. Durante varios días montaron guardia en la estación de subte, hasta que lograron atraparlo.