En Formosa, un grupo de investigadores encontró los restos de 27 cadáveres de miembros de la comunidad pilagá presuntamente fusilados por Gendarmería en 1947.
Casi 50 años después, la ciencia está por demostrar un hecho histórico que durante décadas se intentó negar: la matanza de una comunidad aborigen pilagá en Formosa. Un grupo de investigadores encontró ayer los restos de 27 cadáveres de miembros de esa etnia presuntamente fusilados por miembros de la Gendarmería Nacional en 1947. En la denominada Masacre de Rincón Bomba murieron alrededor de 600 indígenas baleados en medio de un reclamo pacífico de comida y trabajo. “Nuestro monte está lleno de cadáveres asesinados por el hombre blanco”, sentenció un miembro de la comunidad pilagá tras confirmarse el hallazgo.
Los cuerpos pertenecían a una mujer, un niño y 25 hombres y fueron encontrados enterrados a 60 centímetros de profundidad en el paraje formoseño La Felicidad, a más de 300 kilómetros de la capital formoseña, por el Equipo Científico Forense.
Este hallazgo se suma a la investigación iniciada en junio del año pasado con una denuncia hecha por la Federación Pilagá contra el Estado nacional por “crímenes de lesa humanidad”.
“Ayer se hizo una ampliación de allanamiento, el primero fue en Rincón Bomba, donde se encontró un cadáver en diciembre pasado”, explicó a Página/12 Carlos Díaz, abogado de la Federación Pilagá, junto con Julio García. “Primero solicitamos el derecho a la verdad y una disculpa del gobierno argentino por la masacre, un resarcimiento cultural y una indemnización económica, cuyo monto determinará el juez, que servirá para crear un fondo para facilitar el progreso cultural de la etnia”, relató.
El paraje La Felicidad es uno de los cinco en los que presuntamente se encontrarían los cadáveres de quienes murieron en la masacre del ’47, según testimonios de sobrevivientes y gente de la zona. La Felicidad es una zona selvática y llega a hacer 50 grados de calor. La población más cercana, de unos mil habitantes, se encuentra a 40 kilómetros.
“Hicimos una búsqueda intensiva en el monte formoseño. En base a muchos testimonios confirmamos la ubicación de una fosa. Hoy (por ayer), con autorización del juez, confirmamos los hallazgos. Los cuerpos estaban degradados por el tiempo y las condiciones climáticas”, especificó a este diario Enrique Prueguer, que encabeza el Equipo Científico Forense.
Para el especialista, está claro que “no es un cementerio porque los pilagás no hacían fosas colectivas y a sus muertos los enterraban en dos fosas”. En este caso, “hay cráneos que sufrieron un estallido efectuado con proyectiles de alta velocidad. Fueron traídos muertos y se sospecha de miembros de la Gendarmería. Según testigos, los cuerpos fueron tirados en el lugar desde dos camiones. También hemos encontrado bulones que corresponden a los camiones de carga de aquella época”.
Después del hallazgo “hemos mandado algunos dientes para los análisis de ADN, pero queremos que los estudios se hagan en el mismo lugar”, aseguró. Julio García recordó que “cuando se hizo el primer allanamiento el año pasado, Gendarmería se había comprometido a colaborar. pero hasta el momento no hemos tenido el mínimo viso de colaboración”.
Los cuerpos no tienen ropa ya que “la etnia usaba vestimentas orgánicas que se disgregaron con el tiempo. Un hombre blanco tendría algo de plástico, de metal”, agregó Prueguer.
Ayer, cuando se descubrieron los cadáveres, hubo una ceremonia religiosa en su homenaje. La Pastoral Aborigen pidió a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y al presidente Néstor Kirchner “que tengan gestos con las madres y abuelas de estas familias por este genocidio”.
Informe: M. S. Wasylyk Fedyszak.
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