SOCIEDAD › FALLO CONTRA LA ANTIDISCRIMINACION
Un juez rechazó la demanda de una pareja de judíos que se sentía discriminada porque no le alquilaban un departamento por su religión. La denunciada dijo que tenía cuatro amigos judíos y alguno peruano.
› Por Horacio Cecchi
La dueña de un dos ambientes ubicado en la Recoleta fue favorecida por un fallo de un juez del fuero civil. La mujer había sido denunciada en 2001 por discriminación, porque se había negado a alquilar su dos ambientes a una parejita que estaba a punto de casarse –según los denunciantes, por ser judíos; según la denunciada, por miedo a un atentado–. En el expediente abierto en el Inadi figura que la mujer no quería saber nada con alquilar a “judíos, coreanos, chinos ni homosexuales” y que ordenó a la inmobiliaria buscar inquilinos “como usted o como yo, una persona por ejemplo de La Pampa o Entre Ríos, alguien normal, que tome mate y no traiga problemas”. En su descargo ante el juez, la mujer citó tener amigos judíos y dijo formar parte del Instituto Argentino Peruano de Cultura. El martes pasado, el juez civil 16 Julio Dávolos rechazó la demanda por 146 mil pesos y condenó a los denunciantes a pagar las costas, casi 50 mil pesos. El fallo en sí mismo es tan curioso como la denunciada: acepta que la mujer estaba asustada por el atentado a las Torres Gemelas y que manifiesta miedos “hacia todo lo ‘extraño’, ‘raro’, ‘desagradable’”.
Durante cinco meses, Leila Selem y Luciano Hertzriken buscaron alquilar departamento con el plan de casarse el 4 de noviembre de 2001. Buscaban lo que se busca habitualmente, algo luminoso, cómodo y que encajara en el presupuesto. Entre agosto y principios de septiembre de ese año, la pareja posó la mirada sobre el dos ambientes en cuestión. El 7 de septiembre hicieron una reserva y al día siguiente la encargada de la inmobiliaria les respondió que la dueña había aceptado la contraoferta. “Presentamos recibos de sueldo, todo marchaba sobre ruedas –dijo Selem a Página/12–. El 17 nos avisaron que habían aceptado el certificado de dominio del garante. Firmábamos el 24, pero la dueña quería conocernos y se organizó una reunión en la inmobiliaria el 21.”
Según Selem, la reunión funcionó en forma aceitada hasta que la dueña empezó “a preguntar ‘¿que día se casan?’. Le dijimos que el 4 de noviembre. Nos preguntó en qué iglesia. No tenía nada que ver, pero entonces le dije: ‘Señora, no nos casamos en una iglesia, nos casamos en una sinagoga’. No dijo nada, pero le cambió la cara. Sentí algo feo, pero como seguimos adelante, quedamos en firmar el contrato el lunes”.
El 24 de septiembre, Selem sabría que la sensación tenía su correlato en los hechos cuando recibió un llamado de la inmobiliaria: “Hay problemas con la firma”, le dijeron y fue hacia la oficina, en las Galerías Alvear. Allí Norma, la dueña de la inmobiliaria, le confió que M.S.F. había desistido de alquilarles. “Tenía miedo por la religión de los futuros locatarios –declaró al Inadi la martillera–, de que colocaran una bomba o bien que los futuros locatarios lucieran ropas que hicieran evidente su origen. Pidió que inventara una excusa, que venía una sobrina del interior, y que buscara otro inquilino, ‘una persona como usted o yo, una persona por ejemplo de La Pampa o Entre Ríos, alguien normal, que tome mate y no traiga problemas’.”
Además del Inadi, Selem y Hertzriken llevaron el caso a la Justicia civil con el abogado Gregorio Dalbón. Reclamaron 146 mil pesos por daños y perjuicios. M.F.S. negó la acusación. Dijo que no aceptó la garantía presentada porque era de provincia, dijo que la denuncia estaba basada en los dichos de la dueña de la inmobiliaria, y citó en su defensa el testimonio de cuatro “amistades judías, en especial una de ellas que se siente ‘muy judía’”. Y si no bastaba con eso, dijo que era miembro honorario de la comisión directiva del Instituto Peruano Argentino de Cultura. El juez tomó esas pruebas como válidas, se sostuvo en la pericia que describía a la denunciada como con “miedos múltiples hacia todo lo ‘extraño’, ‘raro’, ‘desagradable’, y fundamentalmente lo ‘incontrolable’”, y citó el efecto devastador que produjo en su psiquis el atentado a las Torres Gemelas. Rechazó la demanda y condenó a la parejita a pagar costas por casi 50 mil pesos.
Los denunciantes apelaron y analizan llevar al juez ante el Inadi o al Consejo de la Magistratura.
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