SOCIEDAD › SEIS MUERTOS POR UN INCENDIO EN UN TALLER TEXTIL DE CABALLITO
Las víctimas son dos adultos y cuatro niños, todos de origen boliviano. El lugar estaba habilitado, aunque las condiciones de trabajo eran de servidumbre. Los vecinos aseguran que había rejas que dificultaron llegar al lugar del siniestro.
› Por Horacio Cecchi
Fuego y muerte alumbraron de un modo siniestro el trabajo a destajo y la explotación, e hicieron revolotear el fantasma de Cromañón. Seis personas de nacionalidad boliviana, entre ellos cuatro chicos de entre 3 y 15 años, murieron encerrados y calcinados al incendiarse un taller textil de dos plantas en la calle Luis Viale 1269, en Caballito. El gobierno porteño se apresuró a indicar que el local figura como habilitado desde el 2001 como taller de bordado y otras actividades textiles. Pero lo que fue revelando el fuego dio la pauta de que las actividades que allí se realizaban superaban con creces cualquier habilitación. El propio jefe de Gobierno porteño, Jorge Telerman, denunció desde el lugar que “se realizaban prácticas salvajes y siniestras”. El cónsul boliviano, Albaro Gonzales Quint, también presente, aseguró que “trabajaban y vivían unas cincuenta o sesenta familias de bolivianos y que la mayoría escapó porque están indocumentados y tienen miedo de regresar. ¿Cómo es posible que en una zona residencial haya un taller como éste habilitado?”, se preguntó, y aseguró que en la zona se los puede encontrar por cientos.
El taller se encontraba sobre la calle Luis Viale 1269, entre Fragata Sarmiento y Paysandú, en el barrio de Caballito. El barrio es residencial, pero es habitual encontrar locales o galpones semejantes al que se incendió ayer.
Anoche aún no se conocían con certeza las causas que originaron el incendio. Algunas versiones repiqueteaban en el boca a boca vecinal. El fuego se inició pasadas las cinco de la tarde y, después de poco más de una hora, las cuatro dotaciones de bomberos de los cuarteles 6 y 7 lograron extinguirlo. En el fragor del incendio fue que se escuchó un tremendo estampido que, luego se supo, era el piso de la planta alta que se desmoronó sobre la planta baja. No está claro aún si los seis fallecidos se encontraban en el piso superior o en el inferior.
Efectivos policiales, Defensa Civil, bomberos y personal de la Comuna se apostaron en el lugar y montaron un operativo de emergencia, para lo que bloquearon las esquinas de Luis Viale, entre Fragata Sarmiento, y Paysandú, por temor a derrumbes.
Al entrar los bomberos y remover los escombros hallaron los cuerpos de cinco personas. Un par de horas después se agregaba el cuerpo de la sexta víctima. En el ínterin corrían versiones sobre la desaparición de otras cinco personas. Hubo que esperar hasta las diez de la noche para que oficialmente se descartara la versión. Gerardo Fernández, director del SAME, aseguró que “no hubo” más víctimas ni heridos que los “hallados dentro” del taller y que debieron ser atendidos vecinos del lugar con cuadros de “pánico y nerviosismo”, aunque no tuvieron que ser hospitalizados.
El ministro de Salud porteño, Donato Spaccavento, que concurrió al lugar para organizar y coordinar las tareas de médicos y rescatistas, dijo a Página/12 que “de los fallecidos, cuatro son niños; dos de 3 años, otro de 10 y el cuarto de 15, y dos adultos de 25 y 45 años”.
A la vuelta, por Fragata Sarmiento, se desplegó una carpa de Defensa Civil en la que el grupo Factores Humanos del gobierno porteño, compuesto por psicólogos, intentaba contener a algunos trabajadores que habían logrado escapar del lugar y a algunos familiares.
Fuentes del Ministerio de Gobierno y Seguridad, a cargo de Diego Gorgal, confirmaron que el lugar estaba habilitado como taller de bordado y otras actividades del rubro textil desde el 2001 y que fue extendida a nombre de Jaime Geiler y Daniel Fischberg, en apariencia los dueños de la empresa. Hasta anoche, ninguno de los pudo ser ubicado.
El jefe de Gobierno porteño, Jorge Telerman, se hizo presente en el lugar y denunció que se realizaban “prácticas salvajes y siniestras”. También el cónsul de Bolivia arrojó más datos. Gonzales Quint aseguró que “acá trabajaban y vivían entre cincuenta y sesenta familias, en condiciones infrahumanas”. El funcionario boliviano indicó que “todos estaban indocumentados. Va a ser muy difícil que se pueda identificar a las víctimas, porque los familiares tienen miedo de presentarse ante las autoridades. Me pregunto cómo en una zona residencial como ésta puede haber un taller que haya sido habilitado en estas condiciones”.
Según los datos que circulaban entre vecinos y autoridades, el taller trabajaba a destajo y provocaba ruidos que los vecinos habrían denunciado ante el CGP 11, correspondiente a la zona. El propio Telerman luego aseguró a este diario que “en el gobierno no figura que los vecinos hayan realizado denuncia alguna”.
Pese a que el taller estaba habilitado para el bordado, según los vecinos se dedicaba a la confección de jeans que luego eran comercializados en la feria La Salada y en la zona que desde hace unos años estalló por la concentración comercial, sobre la calle Avellaneda, en el barrio de Flores. Los datos luego fueron confirmados por el propio cónsul boliviano.
“Estuve casualmente hoy (por ayer) reunido con el defensor del Pueblo, Eduardo Mondino, tratando la grave situación de los talleres. En esta zona hay cientos de talleres de este tipo. Hay cantidades de armas legales para combatir estas situaciones de semiesclavitud.”
La magnitud del incendio causó grietas en las paredes de la propiedad, lo que dificultó el accionar de los bomberos, que removieron los escombros con cautela para no provocar derrumbes, y se instalaron vallas para impedir el acceso en un amplio sector en torno al edificio. Los vecinos del taller, entretanto, fueron evacuados de sus viviendas y permanecieron en las veredas debido a la posibilidad de que se produjera un derrumbe. Entre ellos circulaba la versión de que “era muy frecuente ver a cantidades de chicos saliendo y entrando al edificio”, y aseguraban que el último fin de semana habían registrado movimientos muy intensos.
“Será difícil identificar a las víctimas”, repitió Albaro Gonzales Quint y pidió que “los familiares no teman, que se acerquen al Consulado de Bolivia”.
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