SOCIEDAD
› EX CUSTODIO DE CORACH CONDENADO A 9 AÑOS
A prisión por homicida
› Por Carlos Rodríguez
El cabo de la Policía Federal Jorge Fabián Goyochea, que fue custodio del ex ministro del Interior Carlos Corach, solía jactarse de tener su domicilio en el centro del poder político: “Balcarce 50”, dijo cuando lo detuvieron en 1999, acusado de asesinar de un balazo a un joven que sólo lo había increpado por piropear a su novia. Ayer Goyochea comenzó su mudanza de la Casa Rosada a una cárcel bonaerense, porque un tribunal de Lomas de Zamora lo condenó a nueve años y medio de prisión por el crimen de Marcos Alberto Viera, de 24 años. Goyochea había dicho que Viera, junto con su amigo Ariel Aguirre, habían intentado asaltarlo cuando se le detuvo el auto, supuestamente por falta de combustible, en una zona oscura de Claypole. El tribunal desestimó esa versión y reivindicó como “trabajador y honesto” a Viera, cuyos familiares y amigos aplaudieron el contenido del fallo, aunque esperaban una condena más dura. Los jueces ordenaron la “inmediata detención” del ex custodio, que hasta ayer estaba en libertad.
“Estoy más tranquila, algo reconfortada, porque además de matar a mi hijo lo habían ensuciado”, dijo ayer a Página/12 Mafalda Roldán, la mamá de Viera. La supuesta condición de “ladrón” del joven había sido dada por cierta por el ex ministro Corach. Cuando se produjo el hecho, el 1º de octubre de 1999, el ex funcionario respaldó al custodio: “Intentaron asaltarlo con armas de fuego, a lo que se resistió, y en el enfrentamiento resultó muerto uno de los delincuentes”. Por esas expresiones, destruidas por el fallo del Tribunal Oral 5 de Lomas de Zamora, los abogados María del Carmen Verdú y Daniel Stragá, que representan a la familia Viera, promoverán una causa por “calumnias e injurias” contra el ex ministro.
“Soy una persona cero por ciento violenta”, dijo Goyochea para reafirmar que sólo reaccionó frente a un intento de robo. El tribunal derrumbó su estrategia y consideró que “la agresión ilegítima de la que habló Goyochea nunca existió y por lo tanto no hubo legítima defensa”. Los jueces dieron por cierto el relato que hicieron Aguirre, Sabrina Góngora (concubina de Viera) y Gabriela Góngora, cuñada de la víctima.
Según los testigos, Sabrina estaba en Monteverde y Charcas, en Claypole, esperando a su pareja y a Aguirre, que estaban hablando por teléfono en la vereda de enfrente. En ese momento, a las 2.30 de la mañana del 1º de octubre, pasó Goyochea, detuvo el auto y comenzó a decirle piropos a Sabrina. Al advertir la situación, Viera increpó al cabo de la Federal, quien sacó su 9 milímetros y le pegó un tiro en el pecho. El policía dijo que lo hizo porque Viera “parecía tener un arma” en la mano, afirmación que resultó totalmente falsa.
El fallo tomó en cuenta la declaración de los policías Marcelo Larracochea y Telmo Tucceri, de la comisaría 2ª de Florencio Varela, que pasaron por el lugar, momentos antes del desenlace. Ellos vieron el auto detenido y a los dos hombres que conversaban con Goyochea, pero ninguno advirtió que se estuviera por cometer un robo. Según Goyochea, él no se detuvo para piropear a Sabrina, sino porque el auto tenía poco combustible y se paró cuando frenó al ponerse rojo el semáforo de esa esquina. Los policías bonaerenses dijeron que el semáforo no funcionaba y que estaba con la luz amarilla intermitente.
El tribunal rechazó con dureza otra argumentación de la defensa de Goyochea. Fue cuando los defensores dijeron que Viera “tuvo suerte” porque hay organizaciones que salieron a la calle a pedir por él, cosa que “no ocurre con las 45 bajas de compañeros (policías) en lo que va del año”. Los jueces recordaron que hay que “respetar la ley” en lugar de pensar que “hay fuerzas del bien (por los policías) y fuerzas del mal (por los civiles)”, hipótesis que justificaría todo lo que los uniformados puedan hacer por mantener eso que suele llamarse genéricamente seguridad.