La Defensoría del Pueblo porteña advirtió sobre los riesgos para la salud de la población en las villas del sur de la ciudad, generados por las falencias de las redes cloacal y pluvial y del suministro de agua corriente.
Los pasillos de la villa 15, en el barrio de Villa Lugano, están llenos de charcos y zanjas. Los líquidos que sortean los vecinos para transitar deberían fluir en desagües cloacales, pero en cambio están al alcance de cualquiera. La situación, al igual que los riesgos sanitarios que implica para unos 150 mil habitantes que viven en esos barrios y sus alrededores, se repite con la misma facilidad en las villas 1, 11, 14, 20 y Los Piletones, todas de la zona sur de la ciudad de Buenos Aires. El “colapso de la red cloacal, pluvial y de suministro de agua corriente” fue denunciado por la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, desde donde se señaló que es la consecuencia de “la falta de mantenimiento, de planificación y de inversión” por parte del Estado.
“Es una situación de vulneración muy fuerte de los derechos humanos. Porque hay gente conviviendo con ratas y montañas de basura. Incluso nos encontramos con chicos durmiendo sobre un transformador de alta tensión que nos decían que se quedan ahí porque ‘está calentito’”, explicó la defensora del Pueblo, Alicia Pierini. El trabajo de la Defensoría comenzó con algunas denuncias aisladas de los vecinos de esos barrios. Ante la gran cantidad de reclamos decidieron ir al terreno para elaborar un diagnóstico que entregaron al ministro de Planeamiento y Obras Públicas porteño, Ernesto Selzer.
Los resultados hablan de un estado “crítico”. El problema más grave es que las instalaciones de cloacas, agua corriente y desagües pluviales están construidas de forma precaria, en ocasiones con improvisadas mangueras de goma, provocando pérdidas y hasta que los líquidos de unas y otras se mezclen. Así, el agua supuestamente potable que sale de las canillas de las precarias viviendas “podría ser causante de hepatitis, gastroenteritis, meningitis, cólera, fiebre tifoidea y poliomelitis”, según el informe. En algunos casos “también contiene metales pesados como mercurio, plomo, nitratos y nitritos” en cantidades que superan los máximos tolerables para la salud humana. “En las visitas que hicimos las madres nos muestran su preocupación porque los chicos están permanentemente enfermos”, relató Pierini.
Sin embargo, las villas no se encuentran completamente aisladas de la infraestructura básica del resto de la ciudad. “Las redes troncales de agua corriente y cloacas llegan, pero las derivaciones que se hicieron no cumplen con las especificaciones técnicas establecidas para preservar la salud –indicó Atilio Alimena, defensor adjunto–. Es que ante la falta de planificación los vecinos buscan sus soluciones.” Además de la ausencia de planificación, la Defensoría constató que en muchos casos lo que dicen los planos no coincide con lo que se ve en la realidad. “Hemos encontrado que hay casas construidas en lugares donde debería haber sumideros o calles”, describió Alimena.
Otro de los inconvenientes hallados es el edificio conocido como Elefante Blanco, una construcción pensada para alojar un hospital, que jamás fue concluido. La estructura, ubicada en la villa 15 sobre la avenida Piedrabuena, fue lentamente desmantelada. Los ladrillos y otros materiales útiles fueron aprovechados para la construcción de casas, y otras casillas de chapas y cartón se apoyaron contra sus laterales. El riesgo es que, con su estructura debilitada, el paquidermo empieza a caerse de a pedazos sobre quienes levantaron sus hogares a su alrededor.
En la villa Los Piletones, que corre paralela a la autopista Cámpora y donde viven unas 5 mil personas, el panorama no es mejor. El lago Soldati, que debería servir para regular el cauce del arroyo Cildañes, “está lleno de basura y hay una invasión de ratas, cucarachas y mosquitos”, denunció Mónica Ruejas, presidenta de la junta vecinal del barrio. El lago, que ya no cumple su función originaria, se transformó en el terreno en el que se construyeron algunas casillas elevadas sobre plataformas de madera.
El pedido de la Defensoría es que se cumpla con la ley 148 de la Ciudad, que, promulgada en enero de 1999, declara “de atención prioritaria la problemática social y habitacional en las villas y núcleos habitacionales transitorios”. Alimena sostuvo que “las medidas necesarias no son muy complejas. Por un lado, hay que respetar los reglamentos de instalaciones. Y por otro, la ley 148 prevé que el Estado sea el responsable en esa zona, no es la gente la que debe realizar esas instalaciones”.
Consultado por Página/12, el ministro de Planeamiento y Obras Públicas atribuyó la responsabilidad por la falta de agua corriente y cloacas a la hasta hace poco concesionaria del servicio, Aguas Argentinas: “No podemos hacer redes en los barrios si el sistema troncal no da abasto. Es un problema que no pudimos resolver, a pesar de los reclamos, y que esperamos solucionar ahora con Agua y Saneamiento Argentinos”, explicó Selzer. El funcionario destacó que “las viviendas construidas en las villas cuentan con cloacas y agua corriente”. “El plan de urbanización de villas lo inició esta gestión hace dos años y medio”, dijo, aunque admitió que lo realizado “no alcanza y hay que profundizarlo”.
Informe: Lucas Livchits.
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