SOCIEDAD
El gobierno porteño busca evitar los asentamientos en las plazas
Cada vez más personas se instalan en las plazas. Habrá operativos de evacuación y se les ofrecerá un lugar para dormir.
› Por Eduardo Videla
Las heridas de la pobreza se mostraron en carne viva, en estos días, en las plazas porteñas, donde cada vez más personas tienen su refugio en las noches de invierno. No sería una novedad, si no fuera porque esta vez los desamparados, en lugar de ir a Constitución o Congreso, osaron armar casillas precarias en los elegantes parques de la Recoleta. Esta semana, el gobierno porteño comenzó a desplegar un operativo de evacuación, coordinado entre la Secretaría de Desarrollo Social y la de Medio Ambiente: mientras una ofrece una “solución” a los indigentes, como volver a su provincia de origen o armar una casilla similar en un terreno del Gran Buenos Aires, la otra se ocupará de evitar nuevos asentamientos en los espacios verdes.
Según el programa Buenos Aires Presente (BAP), que se ocupa de asistir a los sin techo en la ciudad, en este momento son 1700 las personas en situación de calle. Pero lo que más llamó la atención mediática en los últimos días fueron las cuatro casillas instaladas en la zona cercana a la Facultad de Derecho.
“Lo que hemos resuelto es una tarea de recuperación y preservación de los espacios verdes, para el uso que tienen asignado”, dijo a Página/12 el secretario de Medio Ambiente, Eduardo Epszteyn. Con ese fin, la Secretaría de Desarrollo Social trabaja para resolver caso por caso, de manera consensuada. El problema es que el programa para albergar a personas sin techo –que hoy asiste a unas 11.000 personas– está colapsado y sólo hay lugar para atender emergencias graves. “Lo que les podemos ofrecer son viáticos para que vuelvan a su lugar de origen o materiales para construir una vivienda precaria en el terreno de algún familiar”, dijo a Página/12 la titular de Desarrollo Social, Gabriela González Gass.
“La gente puede quedarse en el espacio público, lo que no puede es acampar o levantar una construcción”, agregó la titular de esa cartera. Según Epszteyn, el problema se detectó a partir del reclamo de vecinos “en las reuniones por el Presupuesto Participativo, pero no solo como una demanda de liberar los espacios verdes, sino con sensibilidad y solidaridad con las personas que pasan frío a la intemperie”. “Por eso -agregó– desde el jueves último se habilitaron lugares en los polideportivos Martín Fierro (San Cristóbal), Colegiales y el KDT, para que unas cien personas pasen la noche. Es una situación circunstancial, que se prolongará solo mientras dure la ola de frío.”
Las ocupación de parques no es un fenómeno nuevo. “A principios de 2001 se trabajó con 40 personas que habían levantado casillas detrás de la Facultad de Derecho”, recordó Patricia Malanca, coordinadora del BAP. “Para nosotros no es una novedad”, agregó. La repetición del fenómeno revela el agravamiento de la crisis social pero también el desamparo en que se encuentran los espacios públicos. Para resolverlo, Medio Ambiente diseñó un nuevo sistema de control de parques y plazas. “Habrá 80 inspectores que en vez de estar fijos en un lugar, circularán en grupos, con un sistema de comunicación, para prevenir nuevos asentamientos: si no pueden persuadir a los ocupantes, pueden dar el alerta a través de la radio”, comentó Epszteyn.
Según el relevamiento realizado por Medio Ambiente, hay 130 personas de diferentes edades viviendo en espacios verdes de la ciudad: además de las plazas Naciones Unidas y Grecia, de Recoleta, hay asentamientos en los parques Centenario, Rivadavia, Los Andes, y las plazas Flores, Congreso, Pueyrredón y San Martín de Tours, entre otras.
En los dos primeros días de trabajo, el operativo logró reubicar a unas veinte personas. Algunos fueron a polideportivos, un hombre joven aceptó un pasaje para regresar a Misiones y dos familias que acampaban en la plaza de Bellas Artes, fueron llevadas hasta la estación Once. “Viven en Moreno, pero trabajan acá en venta ambulante o como cartoneros y se quedaban a dormir en carpas. Ahora aceptaron volver a sus casas”, comentó Malanca. Los especialistas del BAP no sólo tienen que pelear contra laemergencia. “Nuestros tiempos, como profesionales no son los mismos que los de los vecinos o los de los medios. Si hacemos algo compulsivo, los desalojados vuelven. Es necesario un trabajo fuerte de contención”.