Padres de una escuela pública de Floresta reclamaron en la calle que fuera echado un niño de 8 años al que acusan de “violento”. El Ministerio de Educación desmintió la supuesta peligrosidad del chico. Y sostuvo que el problema debe resolverse sin expulsiones.
› Por Pedro Lipcovich
Como un juguete rabioso debe sentirse el chico de ocho años cuya expulsión del colegio fue reclamada ayer, en la calle y con pancartas, por los padres de algunos de sus compañeros, que lo acusaban, entre otras cosas, de “violento” e incluso de “abusador sexual”. El año pasado, el niño, que iba a otra escuela, había padecido que un hombre llamado Jorge Deisernia –padre de un compañerito con el que se había peleado– lo zamarreara y se encadenara a su vez a las puertas de la escuela para pedir la exclusión del “violento”. El chico fue cambiado a otra escuela. Entonces, Deisernia –según constancias de la Dirección de Escuelas Primarias de la Ciudad– se comunicó con padres de los nuevos compañeritos del chico para “advertirlos sobre las características” del menor. Sin embargo, en la nueva escuela y con asistencia psicológica, el chico pudo integrarse bien. Pero este año la madre lo cambió a una tercera escuela, donde volvieron a surgir problemas que culminaron con la mediática protesta de ayer. Hoy, autoridades educativas porteñas se reunirán por separado con los padres del chico y con los padres de las pancartas.
Un grupo de madres y padres de alumnos de la escuela primaria José Melián, en Camarones al 4300, barrio de Floresta, manifestaron ante las puertas del establecimiento con pancartas que solicitaban la expulsión de un chico de ocho años. En declaraciones a los medios, sostuvieron que el nene “tiene denuncias por abuso sexual”, ya que “les toca la cola a las chicas” y que también “les pega a sus compañeros”. Afirmaron que el niño “ya fue expulsado de otro colegio” y que “los chicos tienen miedo de ir a clase”.
Sin embargo, Carlos Prado, director de Escuelas Primarias de la Ciudad de Buenos Aires, sostuvo que “un informe de la dirección de la escuela desmiente categóricamente la gravedad planteada por ese grupo de padres. Sí, el chico puede ser agresivo, puede golpear o pelearse, pero de ahí a plantear una falta de seguridad para los demás chicos hay una distancia enorme. El 3 de mayo la coordinadora de maestras de apoyo psicológico tuvo una reunión con estos padres para dialogar sobre la situación y solicitar su colaboración. Y hay que aclarar que el chico no fue expulsado nunca de ninguna escuela”.
En abril del año pasado, el niño, de 7 años entonces, iba al colegio de doble escolaridad Quintino Bocayuva, de Villa del Parque. Allí tuvo una pelea con un hijo de Jorge Deisernia, de 31 años: este padre “fue a la escuela y zamarreó o tiró del pelo” al nene –según denunció en ese momento María Elena Naddeo, titular del Consejo de los Derechos del Niño de la Ciudad–. El hombre se encadenó a las puertas del colegio exigiendo que el niño fuera trasladado “a un lugar para chicos con problemas de conducta” y anticipó que, “si no, vamos a tomar otros colegios con los demás padres”.
El niño empezó a ser asistido por una maestra de apoyo psicológico: “Son psicólogas especializadas que acompañan a chicos con dificultades de aprendizaje, que no es este caso, o con problemas de convivencia, por el tiempo necesario para resolver las dificultades”, explicó Prado. Meses después se estimó preferible que pasara a un establecimiento de simple escolaridad y que a la tarde fuese, con su maestra de apoyo, a un taller especializado. En la nueva escuela, la Nº 23 del distrito 18, “la situación mejoró totalmente y durante el resto del año no se presentaron problemas”, contó Prado.
Sin embargo, “según constancias firmadas por la directora de una escuela del distrito 18, Jorge Deisernia se comunicó con padres para advertirles sobre las ‘características’ del niño que había pasado a una escuela de ese distrito”, reveló el director de Escuelas Primarias. Este año, la madre del nene decidió cambiarlo otra vez a un establecimiento de doble escolaridad, el José Melián, también del distrito 18. En la nueva escuela –la tercera por la que pasa el chico en 12 meses– volvieron a plantearse los problemas que estallaron ayer. Según Prado, “era mejor para este chico la escolaridad simple, que le permitía asistir al taller en contraturno”; sin embargo, “aunque el cambio de conducta del chico fue detonado por el último cambio de escuela, ahora la situación se plantea en el nuevo colegio y allí hay que tratar de resolverla”, afirmó.
El funcionario se reunirá hoy “con el padre y la madre del niño, y luego con los otros padres, para que comprendan que la escuela pública es un lugar de integración e inclusión, y no es admisible que se excluya de este modo a un chico que, seguramente, es chivo expiatorio de otros problemas”.
El psicoanalista Rubén Efron –profesor de Clínica de Patologías Graves de la Infancia en la UBA– comentó que “los chicos con dificultades de este tipo interrogan y cuestionan las estructuras escolares” y estimó “esencial que la escuela pública pueda recibirlo y ayudarlo”, por oposición a “una naturalización de las lógicas punitivas que llevan a la exclusión”. También advirtió que “entre chicos de ocho años suele haber juegos sexuales, que a veces pueden tener características agresivas; en materia de patologías de la infancia he visto cosas increíbles, pero jamás que un chico de ocho años pueda ser considerado ‘abusador’”.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux