“Si me das un caramelito, te muestro la ‘chocha’”, le dijo la nena de ocho años a un compañerito de colegio, y en esa oferta había algo que iba más allá de la freudiana sexualidad infantil: el episodio –relatado por la madre del compañerito a la maestra de ambos– fue el punto de partida para el descubrimiento de que la niña estaba siendo abusada, desde hacía cuatro años, por su abuelastro, Francisco de Paula Adán, directivo de GEBA. Llevado a juicio oral, fue encontrado culpable de corrupción agravada y sentenciado a diez años de prisión; cumplirá su condena en forma domiciliaria, ya que tiene 79 años.

La sentencia fue dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 3, integrado por Rodolfo Ricota Demby, Miguel Angel Caminos y Marcelo Avrutin Suárez. Las sospechas habían comenzado hace dos años, cuando, en el fondo del aula de la escuela pública porteña a la que concurría, la nena, bajándose la ropa interior, le hizo proposiciones a un compañero. El chico se lo contó a la madre, la madre se lo contó a la maestra y ésta lo comunicó al equipo de psicólogos del distrito escolar. Estos profesionales evaluaron que no se trataba de una manifestación más de la sexualidad infantil y citaron a Mónica, madre de la niña. Orientada por los psicólogos, la madre interrogó discretamente a su hija, y ésta terminó por revelar que De Paula Adán, segundo esposo de su abuela, le “hacía rulitos” con los dedos en la zona genital.

Efectuada la denuncia, se dictó prisión preventiva al imputado. En el juicio oral, que culminó ayer, la niña fue interrogada por la perito psicóloga Griselda Miotto, de acuerdo con el procedimiento establecido para estos casos: la psicóloga habló a solas con la menor en una habitación aparte, y el diálogo, trasmitido por circuito cerrado de TV, fue presenciado por los jueces y abogados; luego la perito pasó a la sala, donde registró las preguntas que quisieran plantearle a la nena y, de nuevo a solas con ella, se las trasmitió en el lenguaje adecuado. La víctima ratificó el testimonio que había dado ante el juez de instrucción. Los tocamientos se habían producido en oportunidades en que ella estaba bajo el cuidado de “el abuelo Paco”, cuando se quedaba en casa de la abuela.

Tanto el fiscal, Roberto Amallo, como el abogado de la madre de la nena, Carlos Wiater, solicitaron que De Paula Adán fuera condenado por corrupción de menores, estimando que su conducta había ido más allá del abuso deshonesto. El abogado defensor, Ricardo Boucherie, había sostenido que, en caso de ser declarado culpable, debía serlo por abuso deshonesto. El tribunal suscribió el fallo por corrupción, sobre la base de que, a consecuencia de lo sucedido, la chiquita adquirió síntomas del orden de la masturbación compulsiva. Tal como había pedido el fiscal, la pena fue de diez años de prisión, que De Paula, quien tiene ya 79 años, cumplirá en domicilio.

De Paula había aducido que la acusación era una maniobra de la familia de su esposa para despojarlo de sus bienes, a partir de que, en años anteriores, había comprado dos departamentos a nombre de la mujer; de uno de ellos, en el que convivían, fue sacado a la fuerza cuando se conoció su actitud respecto de la nieta. Wiater comentó que “la mujer no necesitaba denunciarlo para disponer de bienes que estaban a su nombre” y observó que “el hecho de que el delito se haya descubierto a partir de la denuncia de terceras personas, y no de la madre, hace más transparente la situación”.

Aunque fue mencionado como ex directivo de Gimnasia y Esgrima, en la página web del club, por lo menos hasta anoche, Francisco de Paula Adán figuraba en primer lugar entre los vocales titulares de la “Honorable Comisión Directiva”. Y, hasta principios de este año, era consejero honorario de la Fundación El Libro, organizadora de la Feria del Libro.