Los testimonios fueron aportados por su esposo y dos hombres que estuvieron detenidos con ellos en la comisaría de Florencio Varela. En el juicio que comenzó ayer están acusados cuatro policías –una mujer y tres hombres–, quienes podrían ser condenados a prisión perpetua.
› Por Carlos Rodríguez
A lo largo de tres horas, Gustavo Cardozo tuvo que revivir el calvario que sufrieron con su esposa, Andrea Viera, en la comisaría 1ª de Florencio Varela, el viernes 10 de mayo de 2002. “De rodillas, contra una pared, esposado (con las manos en la espalda), me daban trompadas, rodillazos y patadas. Me decían ‘dale rata, hacete cargo. ¿Dónde está el arma?’”, recordó Cardozo. El testigo, y víctima, vio cómo a su mujer la hacían entrar por la fuerza a una oficina: “La tiraron sobre un escritorio y como ella no quería, una mujer policía le pegaba”. Cardozo identificó a la cabo primera Marta Jorgelina Oviedo, acusada por el delito de “torturas seguida de muerte”, junto con otros tres uniformados, el oficial principal David Gutiérrez, el suboficial principal Carlos Maidana y el agente Oscar Farías. En el juicio oral, que comenzó ayer, también está imputado el oficial subinspector Diego Herrera por “omisión de denuncia”. Andrea Viera fue internada en estado de coma la noche del 10 de mayo y doce días después murió. Su esposo sobrevivió para contar que eran vendedores ambulantes y que fueron detenidos “por error”.
Los golpes recibidos por Viera quedaron certificados en la autopsia realizada por el médico forense Gustavo Alonso. La pericia fue filmada con una cámara digital, pero por extrañas circunstancias se borraron las escenas que certificaban las marcas que la víctima tenía en el cuello. “Parecían maniobras de ahorcamiento”, le dijo a Página/12 Luis Valenga, abogado de la familia Viera. De todos modos, Valenga aclaró que “todo está señalado en el informe pericial”. Eugenia, la hermana de Viera, comentó a este diario que la familia cree que Andrea estaba “en los primeros días de embarazo; por eso estaba sufriendo mareos y náuseas”. Los policías acusados por el crimen podrían ser condenados a cadena perpetua.
Como si la historia se repitiera hasta en los detalles, Cardozo volvió a sentirse como si estuviera detenido en la comisaría 1ª, aunque sólo declaraba como testigo ante el Tribunal Oral 3 de Quilmes, integrado por los jueces Alicia Anache, Armando Topalián y Alejandro Fortunato. “Para que diga el imputado”, se equivocó el abogado Roberto Montenegro, defensor de Gutiérrez, cuando le tocó interrogar a Cardozo. La doctora Anache lo corrigió a grito pelado: “¡Es testigo, no imputado!”. A pesar de las pruebas contundentes que hay en el expediente, la defensa de Gutiérrez anticipó que quiere demostrar en el juicio que “no existió” el delito de torturas. Según la defensa, Viera murió por “lesiones intrahospitalarias causadas en terapia intensiva” durante su internación en el hospital Mi Pueblo, de Florencio Varela.
Cardozo, que lloró en varios momentos de su exposición, recordó que los detuvieron en la calle, cuando esperaban el colectivo 324, y los acusaron de haber participado en un tiroteo, durante un robo. El testigo identificó a la cabo Oviedo como la primera que golpeó a su mujer. “Cuando nos iban a subir al patrullero, la policía gritó ‘callate rata’ y le pegó a Andrea en la boca”, relató Cardozo, quien describió a la agresora como “petisa, medio gordita y el pelo teñido de rubio”. Las características son las de Oviedo, que está casada con un policía y que tiene tres hijos.
El viudo de Andrea Viera contó luego que al llegar a la seccional policial los entraron “de los pelos” y luego fueron separados. “Pude ver que a Andrea la metían en una oficina, la tiraban arriba de un escritorio y como ella no quería, la policía (por Oviedo) le pegaba.” También señaló como golpeadora a otra mujer policía que era “grandota, gorda, morocha y vestida con uniforme”. Al principio, también habían sido acusados la oficial ayudante Romina Alejandra Nieto y el oficial Marcelo Aquino, pero luego ambos fueron sobreseídos. Aquino ahora está también como imputado, pero será sometido a un segundo juicio oral por el mismo caso.
“Me llevaron al garaje y por varias horas escuché a Andrea gritar y llorar, pese a que subieron el volumen de la televisión”, sostuvo el testigo. “Yo creí que me mataban. Además de golpearme, me amenazaban con ‘bolsearme’ (le querían poner una bolsa de plástico en la cabeza) porque me negaba a hablar” sobre el supuesto delito que les imputaban. Cardozo vio entrar una camilla a la oficina donde estaba Andrea y escuchó que un hombre decía: “La mina se murió”. A mediodía del sábado 11 de mayo de 2002 lo dejaron en libertad y lo llevaron, en un patrullero, hasta el hospital donde su esposa murió el 22 de ese mes. “Me dijeron que ella estaba bien; pero los médicos me dijeron que era grave, que había sufrido un paro cardíaco.”
Viera tenía “marcas de uñas en el cuello y las muñecas. Y tenía los brazos amoratados”. Durante los doce días que estuvo en coma “una sola vez abrió los ojos”, recordó Cardozo entre sollozos. Ayer declararon otros dos testigos clave, Jorge Galván Plaza y Walter Silva, quienes estaban detenidos en la comisaría 1ª la noche en la que ocurrieron los hechos. Ambos vieron cómo lo golpeaban a Cardozo y escucharon los gritos de Viera. Los dos aseguraron que el oficial Aquino fue “uno de los que golpearon al detenido”, por Cardozo.
Los dos testigos fueron golpeados y amenazados mientras estuvieron presos. Por ese motivo, Galván Plaza tiene custodia policial permanente. En su domicilio recibió amenazas de todo tipo. “Los patrulleros que pasaban por la casa hacían sonar la sirena y los ocupantes, si lo encontraban por la calle, hacían comentarios y lo miraban.” Ayer, ante los jueces, el testigo aseguró que lo golpearon mientras estaba detenido en la cárcel.
–¿No pidió que lo atendiera un médico para certificar los golpes? –le preguntó el abogado Luis Valenga.
–Qué voy a pedir, si hasta el médico me pegaba –respondió Galván Plaza.
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