Lun 26.06.2006

SOCIEDAD  › OTROS BENEFICIOS DE LA EQUIDAD LABORAL FEMENINA

La igualdad se mide en euros

Además de tratarse de un derecho indiscutible, los expertos indican que la desigualdad de la mujer en el mercado laboral genera costos muy altos. En la UE es un motivo de preocupación.

› Por Ana Carbajosa *
Desde Bruselas

“La igualdad no es sólo un derecho humano, es también una ventaja económica.” El ministro para la Igualdad de Suecia, Jens Orback, decía en voz alta la semana pasada algo de lo que muchos países europeos empiezan a darse cuenta: de que las arcas del Estado se resienten, y mucho, y de que la igualdad entre hombre y mujer (más allá de su formulación legal) está bien lejos de ser una realidad. En su opinión, las economías de las sociedades más igualitarias crecen más.

El coste más directo es el que genera la violencia doméstica, según los datos que aportaron los representantes de los 46 países miembros del Consejo de Europa, reunidos recientemente en Estocolmo para estudiar el impacto económico de la desigualdad. En España, por ejemplo, un estudio realizado por el Instituto Andaluz de la Mujer considera la cifra de 2400 millones como costo de la violencia contra las mujeres, lo que supone 58,4 euros per cápita y año. En esta partida se contabilizan los gastos hospitalarios, la asistencia psicológica, los costos del sistema judicial y el ausentismo laboral, entre otros.

Cálculos parecidos se han publicado en otros países, como Finlandia, donde el gasto que genera la desigualdad asciende a 91 millones (17,4 euros por habitante). Aunque no existe una metodología que unifique los criterios establecidos, en el Reino Unido se estima que a cada ciudadano la desigualdad le cuesta hasta 555 euros al año, teniendo en cuenta tanto los gastos sanitarios como los de servicios sociales.

Más allá de los costos directos, a los gobiernos de una Europa estancada y con una población menguante les preocupa la repercusión económica que supone la falta de incorporación plena de la mujer al mercado laboral; enorme, a juzgar por las cifras que manejan algunos países.

El Ejecutivo británico ha hecho números y sus conclusiones invitan a reflexionar a otros gobiernos. Si las británicas participaran en el mercado laboral de la misma manera que los hombres, las arcas del Estado embolsarían entre 22 mil millones y 34.500 millones de euros al año. Es decir, entre el 1,3 y el 2 por ciento del Producto Bruto Interno del Reino Unido. Son los datos que aportó una comisión gubernamental, que estimó además que la mayoría de los 1,3 millón de empleos que se crearán el año próximo en el país, serán ocupados por mujeres.

Países como Suecia atribuyen su crecimiento económico, en parte, a sus progresos en el campo de la igualdad, que se han traducido en una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral. Esto ha sido posible gracias a políticas de Estado que ponen el énfasis en el cuidado de los niños y los mayores.

El gobierno sueco defiende la igualdad por sus ventajas competitivas y cree que excluir a la mitad de la población de un rendimiento laboral pleno es muy poco rentable. En Suecia, los trabajadores tienen derecho a una jornada reducida en un 25 por ciento, hasta que el hijo menor cumpla ocho años. Se calcula que hasta un 40 por ciento de las madres se acogen a esta posibilidad, lo que ha permitido una incorporación masiva de las suecas al mercado de trabajo desde los años ’70.

Los impuestos que pagan estas mujeres engordan el presupuesto de un Estado que invierte en guarderías, que a su vez permiten a más mujeres trabajar fuera de casa. Estas políticas han animado a las suecas a tener más hijos, mientras el resto de la UE se lamenta del envejecimiento de su población y su consiguiente pérdida de mano de obra.

“La economía europea está estancada, y el modelo social europeo en cuestión. La igualdad es una de las formas de hacer frente a esta pérdida de población activa”, sostuvo la viceministra de Finanzas sueca, Magdalena Andersson, la semana pasada durante la VI Conferencia Interministerial Sobre la Igualdad entre Hombres y Mujeres. Andersson dejó claro, sin embargo, que el modelo sueco tampoco es el ideal y explicó que en su país un 40 por ciento de las mujeres trabaja a tiempo parcial, lo que afecta no sólo a sus ingresos, sino también a su futura pensión. Un círculo vicioso en una Europa donde las mujeres, con una esperanza de vida (78,8 años) mayor que la de los hombres (72,1) dispondrán de menos recursos durante su jubilación y precisarán de mayores cuidados, que los proporcionarán mayoritariamente las mujeres.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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