El dentista que mató a su familia en 1992 no tiene casa: el hogar familiar está en litigio y cerrado desde hace catorce años.
› Por Carlos Rodríguez
En caso de recuperar su libertad, el asesino –por esta vez– no podrá regresar a la escena del crimen. El que rompe con la tradición de la novela policial es el odontólogo platense Ricardo Barreda, quien como se dijo en estos días podría quedar libre luego de pasar cerca de 14 años en prisión. Barreda, quien el 15 de noviembre de 1992 mató a escopetazos a su esposa, su suegra y sus dos hijas, tiene inhibida la posibilidad de retornar a la sólida casona de la calle 48, entre 11 y 12, en el centro de la ciudad de La Plata, donde se desencadenó una tragedia familiar de la que todavía se habla. La residencia, que permanece cerrada desde el estallido de furia que provocó el homicidio múltiple, está en el medio de un litigio judicial del que participan familiares de las víctimas, que demandan una herencia de difícil resolución en el Juzgado Civil y Comercial 17 de la capital bonaerense. Además de la casa de la calle 48, se disputa la división de bienes de un departamento y un terreno ubicados en Mar del Plata y un inmueble que estaba a nombre de una de las hijas.
Horacio González Amaya, abogado de los familiares de las víctimas, confirmó que la causa por la herencia tiene más de 12 años. Una de las posibilidades es que Barreda “pueda heredar (los bienes), pero mientras no exista una sentencia firme en sede penal, no se podrá avanzar mucho en este aspecto”. Esta alternativa está supeditada a la presentación que hizo la defensa de Barreda ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación para que se revea el fallo de la Suprema Corte bonaerense que declaró que el odontólogo era consciente de sus actos cuando cometió el homicidio múltiple. La defensa insiste en que es inimputable. De lograr ese objetivo, Barreda, si sale libre, puede quedarse con los bienes.
Si se ratifica su culpabilidad, será “excluido por indigno” de la herencia familiar y apenas recibirá una parte. Durante el desarrollo del proceso judicial, Barreda dio dos versiones sobre la cronología de las muertes de sus familiares. En la etapa de instrucción declaró que a la última que mató fue a su suegra, Elena Arreche, de 86 años, pero en el juicio oral cambió el orden y aseguró que las últimas en morir fueron sus hijas Adriana, de 24 años, y Cecilia, de 26.
Si la última en ser asesinada por Barreda fue su suegra, el condenado no podría recibir todos los bienes –aunque fuera declarado inimputable–, ya que la mujer habría heredado parte de los bienes de su hija, Gladys Mac Donald, de 57 años, la esposa de Barreda, quien sería la que murió en primer término. El Código Civil dice que se puede aplicar el concepto de “premoriencia”, que establece la presunción de que sobrevive más tiempo el más fuerte, según criterios de sexo o edad, pero cuando la Justicia no puede determinar el orden de los fallecimientos, se adopta la “Teoría de la conmoriencia”, que establece que todos murieron al mismo tiempo.
Tal como está la causa hoy, con Barreda condenado a reclusión perpetua, el odontólogo mantiene el 50 por ciento de la casa de La Plata y los inmuebles en Mar del Plata, que le corresponden por ser un bien ganancial, pero las cosas pueden cambiar. De todos modos, no podría legalmente ocupar la casa, que tendría que ser puesta a la venta. La Dirección Provincial de Rentas inició en mayo del año pasado un juicio de apremio contra Barreda por deudas del impuesto inmobiliario de la casa que tenía a su nombre y el de su mujer. La deuda, hasta 2004, ascendía a 11.627 pesos, que suben a casi 19.000, si se toman las cuotas adeudadas de 2005 y lo que va de 2006. Por los bienes de Mar del Plata adeuda unos 1500 pesos.
La casa tiene un valor que oscilaría entre los 200 mil y los 700 mil pesos, aunque se dice que por dentro está totalmente destruida, en razón de los años que lleva desocupada. La fachada está llena de escritos, la mayoría en contra y algunos a favor de Barreda. Los “Asesino” o “Que te pudras en la cárcel” compiten con algún “Héroe” que parece celebrar el crimen como si fuera una hazaña. Mientras espera la libertad del odontólogo, Berta, la actual pareja de Barreda –se conocieron en la cárcel–, anticipa que se irán a vivir a un departamento del barrio porteño de Belgrano, sacudido ahora por el ataque de un francotirador.
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