Intentaron robar una casa de fotografía en Diagonal Norte y Carabelas. Dos asaltantes fueron detenidos. El otro tomó dos rehenes durante dos horas, hasta que terminó entregándose.
Un asalto con toma de rehenes conmocionó durante una hora y media el centro, a media cuadra del Obelisco y en una zona neurálgica de la noche porteña. Todo comenzó poco antes de las 20 con un intento de robo en una casa de fotografía ubicada en Diagonal Norte 934, casi esquina Carabelas. Algunos testimonios sostienen que se trataba de dos jóvenes, otros de tres. Alguien logró dar la voz de alarma y el local fue rápidamente cercado por la policía. Uno o dos (según las versiones) de los asaltantes lograron salir del local pero aparentemente fueron detenidos. Pero el restante dio marcha atrás y volvió a ingresar al local donde acababa de entrar una clienta. El chico, de 18 años, y armado de un revólver, tomó como rehén a una empleada y a la clienta mientras la esquina de Carabelas se iba poblando de uniformes. Una hora y media más tarde, tras la liberación de la clienta y luego de la empleada, el chico se entregó sin que se registraran heridos.
Pasadas las 19.30, cuando ya el microcentro deja de ser territorio de oficinas y locales comerciales y empieza a cargarse del ambiente de la noche porteña, dos o tres jóvenes entraron al local de fotografía ubicado en Diagonal Norte 934 y Carabelas, a escasos metros de la 9 de Julio y del Obelisco. A esa hora, en el local se encontraba sólo la empleada. En ese mismo momento, una clienta coincidió en su desgraciada necesidad fotográfica y también cayó en manos del trío. Es probable que alguien, desde fuera, haya detectado la acción y dio aviso a la policía.
Minutos después, se desataba el caos cuando comenzaron a caer patrulleros y uniformados, mientras que el tránsito continuaba avanzando por Diagonal como si nada y se producían algunas corridas por las veredas sin resultado aparente.
Pero demoró poco en retomarse el control. Los uniformados cerraron el paso en Diagonal, desviando el tránsito por Corrientes y en los primeros minutos cerraron las puertas de ingreso al subte (allí se encuentran las bocas de acceso a la línea D y C). Del lado de la bandita, dos de los jóvenes lograron zafar el cerco en los primeros segundos, aunque algunas versiones mencionaban que habían sido detenidos.
Después, la zona quedó bloqueada por completo. Un micro de la Federal, patrulleros y camionetas del Grupo Especial de Operaciones Federales (GEOF) cercaron la puerta del local, mientras los uniformados con sus fusiles, ropas, cascos y antiparras como eternautas, se disponían en torno de la puerta.
La toma de rehenes fue, si se quiere, incorporada como parte del paisaje urbano. No se vivieron momentos de angustia, apenas si algo de tensión inicial mientras nadie sabía qué ocurría y los uniformados demoraban en tomar control de la situación. Pero, después, pudo verse a tranquilos clientes de una pizzería masticando muzzarellas y chicos paseando con padres de la mano y alitas de mariposa en las espaldas. Lo que más se destacó fue la necesidad de alimentar la curiosidad de porteños y turistas. Cruzando la Diagonal, en el hotel Obelisco Center, turistas y empleados se asomaban a las ventanas para tratar de obtener la mejor ubicación de lo que ya, a las 21, era un espectáculo más de la noche porteña. La negociación con el asaltante, a esa hora, lograba la liberación de la primera rehén, la mujer que había entrado al local al final. Fue curiosa y llamativa la forma en que salió del local. Se quedó en la puerta conversando unos segundos hacia adentro, sin prestar atención a las bocas de los fusiles que la apuntaban. Media hora más tarde era liberada la empleada, la policía entraba y detenía al chico. Poco a poco, se retiraban los patrulleros, los eternautas, el tránsito volvía a su normalidad y la muzzarella seguía corriendo.
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