SOCIEDAD › UN METODO QUE SE ADAPTA A CADA REALIDAD SOCIAL
El fundamento pedagógico del método de enseñanza cubano “es utilizar una manera mixta desde la vinculación teórico- práctica, a partir de tres puntos: ver, escuchar y ejecutar la actividad”, define el asesor isleño Oscar Enamorado Hernández, quien apunta que “se va a lo esencial, para que la persona aprenda y no se sienta presionada mientras estudia”.
“Básicamente se trabaja para que los alfabetizados puedan tener la habilidad de escribir, de escuchar, de leer y observar. Hay que enseñar con palabras que son de uso cotidiano, como mate, gaucho, y cosas muy argentinas del fútbol. Es muy importante bajar el aprendizaje a la realidad de cada uno, por ello el programa tiene esa capacidad de estar preparado para cada país.”
Cada módulo de videos contiene 17 casetes para las 65 clases que dura el programa. Las vocales se corresponden con los números: la letra A es equivalente al número 1; la E al 2, I al 3; O al 4, y U al 5. Luego vienen algunas vocales para aquellas palabras que resultan más sencillas. La eme para formar mamá; la pe para papá, y luego el resto, de acuerdo a cómo sea la evolución del grupo. Algunos de los ejercicios consisten en reemplazar los números de “m1m1”, por la letra que corresponda (el 1 equivale a la A), para formar finalmente la palabra mamá. En la clase 23, los estudiantes ya conocen las letras y los números, desde la relación de unos con otros.
En los videos, argentinizados para lograr un mayor acercamiento, hay una docente en una clase que muestra cómo se escriben las letras y números y pide a quienes están del otro lado del televisor que hagan lo mismo que ella. Desde la clase once, los alumnos pueden armar sílabas y oraciones, aunque con el vocabulario restringido. “El referente es el número, porque se utilizan en la vida, sepan o no escribir y leer; los números siempre están”, explica.
Por su parte, cada clase corresponde a un recuadro de la cartilla. El estudiante sigue a la maestra, quien le dice que busque en el manual, en una página determinada, lo mismo que ella está enseñando en la pantalla. La clases audiovisuales duran unos 30 minutos, luego es el turno del facilitador que aclara las dudas que puedan surgir en el grupo. Cuando termina el curso, la carta final es la prueba: si los alfabetizados logran escribir una carta, sencilla, sin límite de extensión, pero con introducción, nudo y desenlace, pueden considerarse ex analfabetos.
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