Dom 20.08.2006

SOCIEDAD

Tilcara, el municipio “libre de analfabetismo”

El pueblo jujeño fue uno de los pioneros en el país en adoptar el sistema cubano. Cómo pasó del 13 por ciento de población analfabeta al 0,97.

No sabían ni leer ni escribir. Pensaban que ya se les había pasado el tiempo. Pero de repente algo pasó: llegó a Tilcara el “Yo, sí puedo”. Poco a poco, la mayoría de los habitantes de esa localidad jujeña aprendieron a leer y a escribir, y con voluntad y tiempo lograron su cometido. Ahora, los ex analfabetos cuentan con las primeras armas para salir del silencio, al punto de que Tilcara fue declarada municipio libre de analfabetismo a principios de año. Después de tres años de trabajo, en el norte del país funcionan 170 centros de capacitación, con 350 facilitadores. Y como los resultados de esta primera experiencia fueron muy buenos, ahora se aplicará en más municipios de la provincia.

En 2003, el Instituto Pedagógico Latinoamericano del Caribe (Iplac) tomó contacto con las autoridades municipales de Tilcara y les propuso, después de realizar un seguimiento en la provincia, aplicar el programa en esa localidad. Poco a poco se armó un plan de trabajo. Se censó a los habitantes para saber cuántos de ellos eran analfabetos o semianalfabetos, y así, con las primeras videocaseteras y algunos televisores empezó la capacitación, que luego llevaría a la ciudad jujeña a ser declarada libre de analfabetismo.

“Desde Cuba ofrecieron un convenio con la gobernación para trabajar en toda la provincia, pero ésta se negó y dejó pasar una muy buena oportunidad. Después, los asesores del Iplac llegaron a Tilcara y nos ofrecieron trabajar con el ‘Yo, sí puedo’. Así, junto con la ONG Juanita Moro, nos pusimos a trabajar para llevar adelante el programa”, relata el intendente de Tilcara, Félix “Diaguita” Pérez.

“Fuimos puerta por puerta para preguntar si sabían leer y escribir. Y si no sabían los mandábamos al centro de capacitación más cercano. Si nos decían que sabían, les pedíamos que escriban algo en un papel. Así detectamos que más del 65 por ciento de los analfabetos eran mujeres y que la edad promedio rondaba entre los 45 y los 85 años.”

Hasta 2003, el analfabetismo en Tilcara era del 13 por ciento; el 14 de enero de 2006 bajó al 1,6 por ciento y en febrero 0,97 por ciento, “entre los que hay personas mayores discapacitadas, otras que viven en zonas muy lejanas y algunas que dejaron el programa por problemas de salud”, explica el intendente. En enero de 2005, fue declarado como el primer municipio indígena del país, el 85 por ciento de los pobladores son miembros de pueblos originarios. Felix Pérez cuenta que empezaron a buscar las lenguas originarias, “pero para eso había que aprender a leer y a escribir”.

“Hay lugares donde se puede llegar en vehículos, donde no hay problemas de comunicación por falta de energía, como en La Falda, que fue el primer barrio que quedó libre de analfabetismo –explica–. Pero también hubo barrios y pueblos a los que se llega únicamente a lomo de mula o caminando, como a El Durazno, a 65 kilómetros de la zona urbana de Tilcara.”

En ese lugar, como en tantos otros ubicados en valles y zonas alejadas al casco urbano, no hay electricidad y las noticias llegan a través de un mensajero que recorre el trayecto a pie, por lo que la tarea de capacitar se hizo más compleja al no poder acceder con televisores y videocaseteras. Entonces, el método que utilizaron los facilitadores fueron láminas, flores, piedras y todo tipo de material, natural o no, de la zona, que sirviera para relacionar con los números, las palabras y los colores.

María Díaz de Cardozo es una de las tantas personas que participó de las clases. Ella tiene 45 años, vive con su esposo y con tres de sus cinco hijos, en una casa del barrio de La Falda. “Empecé en el programa en 2003. Yo quería estudiar y me avisaron del ‘Yo, sí puedo’. Me explicaron que se aprendía con videos a través de los televisores. Después de sumarme me dijeron que en un centro vecinal cerca de mi casa se iban a dar las clases.”

A ella le daba vergüenza decir su nombre porque no sabía todas las letras, “sólo algunas vocales”. “Me costaba decir y leer mi nombre, me equivocaba y no me sabía mi número de documento. Para no ir sola porque me daba vergüenza, fui a buscar una vecina para que me acompañe”, sostiene. Hoy, María se transformó en una capacitadora. Aunque le costó tomar la decisión, va casa por casa, con el cuaderno bajo el brazo, enseñando a todas las personas que por vergüenza, la misma que tenía María antes de aprender a leer y a escribir, no van a las clases. “Ahora puedo escribir mi nombre y mi documento y no tengo vergüenza de nada”, dice con total seguridad. Ahora cursa el cuarto grado de la escuela primaria, “porque nunca hay que dejar de estudiar”.

Para Cristina Romano, diputada provincial por el Frente Cívico Jujeño y secretaria de la ONG Juanita Moro, “el método tiene resultados sorprendentes”. “Una vez viajamos a Cuba y formamos La Casa de la Amistad, y así empezamos a hacer intercambios de profesionales con la Universidad de Jujuy y la de Cuba. Tratamos de conversar con el gobierno local, pero no adoptó el ‘Yo, sí puedo’. Entonces lo tomamos en nuestra organización”, cuenta.

Hoy, Jujuy tiene 170 centros de capacitación y 350 facilitadores. “Ya declaramos libre de analfabetismo a Tilcara y ahora vamos por otros municipios”, adelanta. Según datos del Indec, en todo Jujuy hay 23.856 personas, mayores de 15 años, que nunca fueron a la escuela; 65.691 que no terminaron la primaria y 107.153 que no terminaron la secundaria. “Es el 49,14 por ciento de la población que se encuentra en riesgo educativo –detalla–. Pero como estas personas son invisibles para muchos, que se queden ahí, total no molestan.”

Informe: L. Z.

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