Jue 04.07.2002

SOCIEDAD

El mal de los rastrojos ya crea terror por la falta de vacunas

Pese a una orden judicial, sigue sin fabricarse en el país la vacuna contra la fiebre hemorrágica. En las poblaciones rurales cada vez hay más temor porque crece el número de muertes. Ayer se conoció el caso fatal de un camionero. El Ministerio prometió elaborar la vacuna.

› Por Pedro Lipcovich

”Acá las familias están aterrorizadas por el mal de los rastrojos”, dijo a este diario un médico de una pequeña población en el área endémica que abarca a cinco millones de personas. Fuentes oficiales admitieron que la letalidad de esta enfermedad –”fiebre hemorrágica argentina”– aumentó este año, y ayer mismo se anunció la muerte de un camionero bonaerense que se habría contagiado en Rosario. Los habitantes de diversas comunidades rurales preparan un petitorio para que se fabrique de una vez la vacuna, desarrollada en la Argentina hace más de 30 años y que se aplica masivamente desde hace más de 10. El problema es que es una vacuna de las llamadas “huérfanas”, que carecen de interés comercial: el laboratorio que la producía en Estados Unidos cerró hace años y la producción en el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Julio Maiztegui se ha postergado por cuestiones burocráticas que ya llevaron a dos ministros de Salud ante la Justicia. Ayer un alto funcionario del Ministerio nacional aseguró a este diario “la decisión de producir la vacuna en la Argentina”.
Beatriz Buitrón de Alpigiani es jefa comunal de Carreras, pueblo de 2200 habitantes en el sur de la provincia de Santa Fe: “Muchos papás están preocupadísimos porque mandan a sus hijos desde los 12 años a colegios agrotécnicos, donde hacen trabajos en el campo; hasta que cumplen 15 años no pueden vacunarse, y para colmo ahora hay una camada de 15 y 16 años sin vacunar por causas burocráticas”. El mal de los rastrojos se adquiere en el medio rural, por contacto con deyecciones del ratón que porta el virus. Los chicos no pueden inmunizarse porque la vacuna todavía no fue aprobada para niños (hace pocos días uno de 6 años, no vacunado, enfermó en la localidad de Bigand, Santa Fe), pero tampoco los adultos la están recibiendo.
Alberto Moses ejerce desde hace 30 años su profesión de médico en la localidad santafesina de Santa Teresa: “Desde hace dos años está parada la vacunación. Desde 1991, cuando empezaron las campañas, la endemia había bajado en forma impresionante. En los 70, en los 80, todos los años teníamos casos, con muertos; recuerdo un año que tuvimos cinco muertes en el pueblo. En esta época del año, que es la de mayor peligro, se vivía un ambiente de terror. Todo eso se terminó con la vacunación pero ahora, de nuevo, las familias están aterrorizadas”.
Vecinos de distintas localidades afectadas se organizaron para luchar por la vacunación y, reunidos en Carreras, decidieron firmar, casa por casa en cada pueblo, un petitorio para las autoridades nacionales. No sólo falta vacuna sino que “además –destacó la jefa comunal de Carreras–, no se está haciendo el control de las personas vacunadas hace años para saber si la inmunidad continúa”.
Según confirmó a este diario Sergio Sosa, director de epidemiología del Ministerio de Salud de la Nación, “a partir de 1991, cuando comenzó a aplicarse la vacuna, la cantidad de casos cayó desde una media histórica de 700 anuales a unos 150 o 200”. Gustavo Ríos, interventor en la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis), observó que “informes preliminares muestran que está aumentando la letalidad: es mayor la proporción de casos fatales” (ver recuadro).
Ayer se confirmó que un camionero de General Villegas murió de esta enfermedad, que se habría contagiado al cargar mercadería en el puerto de Rosario. Hace unos días, una joven de 20 años murió en Pavón, al sur de Santa Fe.
Ya hace cuatro años, la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo declaró al entonces ministro de Salud Alberto Mazza responsable “en forma personal” de que la vacuna contra el mal de los rastrojos se produjera a más tardar en un año; lo hizo en respuesta a un recurso de amparo presentado por un habitante de la zona endémica con auspicio del CELS. Hace un año, el entonces ministro Héctor Lombardo tuvo que comparecer ante la Justicia por el mismo motivo. El lugar donde debe producirse la vacuna es el Instituto Nacional de Enfermedades Virales Julio Maiztegui de Pergamino. Su directora, Delia Enría, dijo ayer que “ya tenemos todo listo para empezar la producción a escala”. Faltan las aprobaciones finales de la Administración Nacional de Medicamentos (ANMAT) y los insumos, cuyo costo “lo habíamos estimado, el año pasado, en 270.000 pesos, que no llegaron; hoy es difícil estimarlos”.
Representando al Ministerio de Salud, Ríos anunció “la decisión de garantizarle al Instituto Maiztegui todas las condiciones necesarias para producir localmente la vacuna, incluso la provisión de insumos”.
Entretanto, en el Maiztegui quedan los últimos miles de unidades de vacuna importada de Estados Unidos, que según Enría todavía están en condiciones para vacunar selectivamente en las áreas de mayor riesgo.

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