Jue 24.08.2006

SOCIEDAD

La chica que durante ocho años estuvo secuestrada

Era un día como cualquiera. Ella, de 10 años, salió de su casa para ir caminando a la escuela, como hacía durante toda la semana. Pero esa mañana austríaca de marzo, en 1998, las cosas dejaron de ser similares y la rutina se quebró: un hombre desconocido agarró del brazo a la joven Natascha Kampusch, la metió en una camioneta y la secuestró. Desaparecieron sin dejar rastros. Desde aquella jornada, hace ya ocho años, cuatro meses y 33 días, nada se sabía sobre la vida de la niña, hasta ahora. Ayer, la ahora adolescente, de 18 años, fue hallada en el jardín de una casa y aseguró ser la misma que fue secuestrada en el ’98. También afirmó haberse escapado de un sótano, donde estuvo “encerrada” durante todo este tiempo. El padre de la chica, en tanto, ya confirmó que se trata de Natascha. El supuesto secuestrador se habría arrojado a las vías del tren tras conocer la noticia.

“Soy Natascha Kampusch”, aseguró ayer por la mañana la chica, desde el jardín de una casa en la localidad de Strasshof, al norte de Viena, donde apareció. La joven –cuyo caso fue muy comentado por la prensa austríaca a lo largo de los ocho años– relató a la policía que estuvo encerrada en el sótano de una casa. A los pocos minutos de esos dichos, las autoridades revisaron el lugar donde la ahora adolescente dijo haber estado encerrada. Allí se encontró, debajo del piso de un garaje, un cuarto de tres metros por cuatro, accesible a través una hueco de 50 centímetros por 50 y protegido por un sofisticado sistema electrónico. El padre de la joven, Ludwig Koch, dijo que se siente “increíblemente aliviado” después de más de ocho años de incertidumbre.

A pesar de la seguridad de los familiares, la policía de Austria está a la espera de resultados definitivos para los análisis de ADN, entre la misma joven y sus parientes, a pesar de que su padre ya ha confirmado que se trata de Natascha Kampusch. En tanto, el supuesto secuestrador, un electricista de 44 años, se habría arrojado, horas después de la aparición de la muchacha, a las vías de un tren. Murió en el acto.

Según un portavoz de la policía, la joven padece un fuerte síndrome de Estocolmo, es decir, que se identifica con los intereses del secuestrador. Sus primeras declaraciones evidencian que no estuvo siempre encerrada, sino que en los últimos años el secuestrador le permitió “de vez en cuando” ir con él al supermercado, aunque fuertes amenazas físicas impidieron su huida.

Asimismo, medios de comunicación locales indican que el hombre se dedicó a darle clases a la joven, que en el sótano tenía una pequeña estantería con libros, así como una radio y televisión. Durante años la policía austríaca trató de encontrar a la joven, inspeccionando incluso más de 700 camionetas en todo el país para tratar de dar con alguna pista que los llevara a la niña. En un momento se pensó que la joven podría haber sido víctima de una banda internacional de pederastas. En junio de 2003 la policía recibió nuevas informaciones sobre el caso y ordenó hacer excavaciones al borde de un lago cerca de Viena, pero sin encontrar rastro alguno.

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