SOCIEDAD › LA CAMARA SOBRESEYO A UN GENDARME DENUNCIADO POR UNA ADOLESCENTE
› Por Andrea Ferrari
“El beso es un truco encantador para dejar de hablar cuando las palabras se tornan superfluas”, dijo alguna vez Ingrid Bergman, protagonista de uno de los besos más recordados de la historia del cine, entre ella y Gary Grant, en el film Encadenados, de Alfred Hitchcock. No está claro si es cinéfilo o si conoce a la rubia sueca, pero sí es seguro que un gendarme acusado de abuso sexual por haber besado en la boca a una joven de 16 años conocía la esencia de aquella definición. Al mismo pensamiento adhieren los jueces que evaluaron la acusación: sobreseyeron al gendarme por considerar que ese beso “carece de contenido sexual” y evidencia “el amor” que el besador siente hacia la besada.
El tribunal imbuido de enamoramiento es la Sala V de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional, integrada por Rodolfo Pociello Argerich, Mario Filozof y María Laura Garrigós de Rébori. Los tres firmaron un fallo que confirma el sobreseimiento que obtuvo por parte de una jueza el gendarme acusado de abuso sexual por M. F. C., la adolescente que recibió, sin quererlo, el beso.
La relación amistosa entre M. F. C. y el gendarme comenzó cuando él estuvo a cargo de la custodia de G. P., un amigo de ella. De tanto verse, entre saludo y saludo, se fue generando “una relación de mucha confianza”, indicaron los jueces. Según ella, se trató más bien de “una especie de amistad”. Pero él quiso que fueran algo más que amigos o en todo caso buscó determinar qué clase de amistad se trataba.
El momento esperado llegó una noche en la que ella estaba con unas amigas y se encontraron con C. R. B. y otro gendarme, C., que aprovecharon la oportunidad para acompañar a M. F. C. hasta su casa cuando sus amigas se fueron. Justo antes de la despedida en el umbral, C. R. B. le pidió a su compañero que los dejaran solos. El le tomó la cara a ella y la besó en la boca. La reacción de ella, lejos estuvo de la reciprocidad: “¿Qué te pasa? Estás redesubicado”, lo frenó.
Luego siguió una denuncia por abuso sexual. Para ratificar el sobreseimiento en primera instancia de C. R. B., la Cámara empezó por marcar “el carácter ambiguo que el beso puede significar en los términos” de ese delito, castigado por el artículo 119 del Código Penal. Porque, aclaró, “serán las particulares circunstancias que rodean el caso las que deberán indicar el significado real de la acción. Es que, si no puede derivarse de ellas una intención vinculada a un deseo sexual o impúdico por parte del autor, la conducta será impune para el derecho penal”.
Una de las circunstancias que tuvieron en cuenta con especial interés fueron los correos electrónicos que el gendarme le enviaba a ella y que la misma M. F. C. aportó como pruebas a la causa. Algunas de las frases surgidas del apasionamiento son: “Te amo con todo mi corazón, parecería como si no alcanzara para vos el amor que yo siento por vos” y “Te extraño muchísimo y me mantiene aquel beso que te di”.
El tribunal sostiene que “el beso no siempre tiene un carácter objetivamente impúdico, como ocurre con otras acciones”. Y la fundamentación se apoya en la definición de la Real Academia Española según la cual “besar es tocar u oprimir con un movimiento de labios, a impulso del amor o del deseo o en señal de amistad o reverencia”. La conclusión es que “el beso que C. R. B. le habría dado a M. F. C. carece del contenido sexual que la figura penal” del abuso sexual exige.
Para la Cámara “ello es así, no sólo por el amor que el acusado dice sentir por la damnificada, puesto que aun el amor es entendido, entre otras cosas, como un sentimiento vinculado a la esfera de lo sexual, sino porque del contenido total de estos mensajes, mediante los cuales ese sentimiento es expresado por el imputado, no se deriva ninguna significación de carácter sexual o impúdica”. Casi, una historia de amor. Casi, porque otra frase de Bergman, esta vez en Casablanca, no hubiese encontrado el contexto adecuado: “El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos”.
Informe: Lucas Livchits.
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