SOCIEDAD › TRES MUERTOS EN UN EDIFICIO TOMADO DE SAN TELMO
Un hombre discutió con un grupo de habitantes de un conventillo ubicado frente al Parque Lezama y terminó disparándole a quemarropa. Dos vecinos murieron en el acto, otro falleció en el hospital y una mujer fue herida. La policía ya identificó al agresor. No está claro todavía el origen de la pelea.
Detrás del portón negro, oxidado y destartalado, del edificio de Paseo Colón 1588, tomado desde hace años, viven unas 80 familias en condiciones precarias. Una de ellas quedó desarmada por un episodio aún confuso: el domingo a las 18.30, un hombre sacó su arma, disparó a quemarropa a tres personas y las mató; dos eran hermanos y murieron al instante y un primo de ellos que estaba internado a raíz de los disparos falleció en la madrugada de ayer. Los vecinos del conventillo ubicado frente al Parque Lezama, en el barrio porteño de San Telmo, aseguraron que el agresor “disparó por nada y estaba borracho”. Para la policía, el tirador estaba “muy drogado” y frecuentaba el lugar porque allí vivían algunos de sus familiares, quienes se fueron el mismo domingo. Según la investigación, “todo habría comenzado por un episodio insignificante”. El agresor ya está identificado y se realizan allanamientos para encontrarlo.
Después de cruzar un pasillo de unos 30 metros de largo, empiezan a asomarse las primeras casas, pequeñas y precarias, y más pasillos, escaleras y recovecos del edificio de tres pisos, donde alguna vez funcionó una fábrica de fideos y hoy viven más de 400 personas, en su mayoría de nacionalidad peruana, boliviana y paraguaya. El tirador tiene unos 30 años y otros testigos del hecho dicen que hubo una pelea previa entre las víctimas y el asesino, que habría comenzado “porque se miraron mal”.
“Estaba cocinando y escuché ruidos y gritos. Un hombre estaba forcejeando con mis dos hijos. No sé por qué”, se preguntó Isabel Herrero, madre de dos de los fallecidos, José Chanco Herrera, de 30 años, y Roger, de 23, y tía de Luis Sulka Herrera, también de 23 años. “Nunca vi al tipo que les disparó (al parecer con una nueve milímetros) a mis hijos. Cuando salí de mi casa, en el segundo piso. El tipo estaba acá porque tiene familiares, pero no los conozco ni a ellos ni a él”, aseguró a Página/12 la mujer.
Cuando ella intentó separar a sus dos hijos del asesino, éste se alejó y disparó. Una de las balas rozó el cuerpo de Isabel Herrera, de 46 años: “Yo me puse en el medio de los tres y el tipo disparó, una bala me raspó, pero le dio a uno de mis hijos. Después le tiró al otro. Se me cayeron mis dos hijos ahí, al lado mío”, recordó, y señaló el lugar donde los cuerpos de José y Roger quedaron tirados, mientras ella no se despega del monolito con velas que levantó, junto con vecinos, en recuerdo de sus hijos.
“Así es como velamos los muertos en nuestro país, Perú. Ponemos la ropa con la que murieron. Mirá que traen la sangre. Para nosotros es como si ellos estuvieran aquí presentes y con las velas los honramos”, explicó Karina, prima de los fallecidos. Luis, sobrino de Isabel Herrera, ya estaba tirado cuando ella salió, con heridas de gravedad, a unos 10 metros de las otras dos víctimas. “Después de que quedaron tirados mis hijos –relató la mujer–, vi a mi sobrino, que murió en el Hospital Argerich, también tirado en el suelo y ensangrentado.”
El yerno de la mujer, Martín Eric García Pajar, intentó atrapar al tirador después de los disparos, pero el hombre logró escapar. En tanto, la esposa de Luis Herrera, María Román, contó que al momento de los disparos estaba jugando con sus hijos –dos, un nene de 3 y una nena de 5– en el Parque Lezama. “Me fueron a buscar para contarme qué había pasado. Nos habíamos ido a vivir a otro lado y hace un mes que volvimos acá. Ayer (por el domingo) él se había ido a bañar a lo de su tía porque nosotros no tenemos agua, y pasó lo que pasó”, comentó.
Para el comisario Eduardo Meta, a cargo de la investigación, todo empezó “por una discusión, aparentemente algo insignificante”. “El autor estaba altamente drogado –detalló–; ya está identificado. Es argentino y tiene un frondoso prontuario. No vivía aquí. Estaba de visita en la casa de unos familiares suyos, que se retiraron por el momento.” En tanto, algunos vecinos cuentan que el lugar es tranquilo, mientras otros aseguran que siempre “hay peleas porque acá son todos guapitos”. “Siempre hay discusiones fuertes, hasta que alguna vez se la iban a poner a alguno, como pasó ayer (por el domingo)”, apunta una vecina, que hace 16 años vive en el primer piso del edificio de San Telmo.
Informe: Luciano Zampa y Katalina Vásquez.
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