Casi veinte años de injusticia se terminaron ayer, con la detención del ex suboficial Juan Ramón Balmaceda, último de los responsables de la masacre de Budge que quedaba en libertad. Casi veinte años de lucha de familiares y organizaciones de derechos humanos lograron cerrar el círculo de un caso paradigmático de gatillo fácil. La búsqueda llevó su tiempo. Excesivo si se tiene en cuenta que lo encontraron en la localidad de José Mármol, en lo de su hijo, viviendo como Juancho por su casa.

Balmaceda fue encontrado a la tarde de ayer en la casa de uno de sus hijos por un Grupo de Captura. Según fuentes policiales, la vivienda en cuestión era vigilada hace tres meses, ya que el imputado “cambiaba continuamente de escondite”.

No obstante, la detención tiene similitud con la del ex cabo primero Jorge Miño, otro de los asesinos que participaron en la masacre, quien después de ocho años de supuesta búsqueda intensiva, fue encontrado en su casa de Lomas de Zamora.

Balmaceda estaba prófugo desde 1998, cuando se pidió su captura y las de Miño y el ex cabo Isidro Rito Romero, para que cumplieran la condena a once años de prisión que había sido dictada en 1994.

Los tres ex policías bonaerenses fueron condenados por el asesinato de los jóvenes Oscar Humberto Aredes, de 19 años, Roberto Antonio Argañaraz, de 24, y Agustín Antonio Olivera, de 20, a quienes fusilaron sin motivo cuando los encontraron tomando cerveza en una esquina de Budge.

Con el tiempo, se supo que Olivera y Aredes murieron en el episodio, víctimas de doce y siete dispararon respectivamente, mientras que Argañaraz fue arrestado con un tiro en una pierna, aunque al llegar al hospital ya estaba muerto con un impacto en la cabeza.

Este caso quedó marcado como el primero en el que todo un barrio se movilizó para encontrar a policías asesinos y fue catalogado como uno de los primeros casos de “gatillo fácil” (un término de Rodolfo Walsh) en democracia.