Comenzaron a desfilar ayer los testigos del crimen del vigilador Gustavo Visciglia ante el fiscal de San Martín, Sergio López. En principio, los datos aportados por otro vigilador comprometen seriamente al menos a los dos policías detenidos, Fabián Pereyra y Miguel Angel Ojeda. El hombre los vio en el lugar del crimen y aseguró que los dos bonaerenses lo echaron de allí. Un tercer bonaerense, Mario Miguel Medina, puede llegar a ser el tercero que vio Marcelo Visciglia, hermano de la víctima, corriendo con el arma de Ojeda.

El vigilador que testimonió ante el fiscal aseguró que se encontraba en el lugar donde luego balearon a quemarropa a Visciglia, dentro de una garita de custodia. En ese momento vio en actitud que consideró sospechosa a Ojeda y Pereyra y que éstos se identificaron como policías y lo obligaron a retirarse. La declaración complica seriamente la situación de los dos policías detenidos porque apunta a una emboscada.

El arma de Ojeda, una pistola calibre 40, fue hallada en un descampado junto al Camino del Buen Ayre, donde fue arrojada por el tercer bonaerense, Medina. El ingenuo arrepentimiento del policía Medina –según el Ministerio de Seguridad bonaerense, desafectado de sus funciones–, al revelar que había arrojado el arma, surgió curiosamente poco después de que el hermano de la víctima asegurara a los medios que había visto a un tercer policía corriendo y recogiendo el arma de Ojeda. Hasta ese momento, el único que había disparado según la versión de los detenidos había sido Pereyra, mientras que Ojeda estaba desarmado.

La versión de Medina fue que Ojeda le había entregado el arma hacía diez días y éste luego del crimen se asustó y la arrojó al descampado. Pero una de las hipótesis de los investigadores apunta a determinar si en realidad la pistola fue utilizada en el crimen de Visciglia. Esto lo verificarán las pericias que se ordenaron hacer sobre la calibre 40.