En el Hospital Alvear se realizan talleres de actividades para pacientes psiquiátricos como una opción para facilitar la externación y la reinserción social y familiar. Un paso hacia la desmanicomialización.
› Por Eduardo Videla
Hay una forma de poner fin a una internación psiquiátrica y continuar con el tratamiento, cubriendo las horas que quedan vacías con tareas productivas o placenteras. Es la manera que encontró un grupo de profesionales y de voluntarios que organizaron un programa de Talleres de Adolescencia –destinado a pacientes internados o ambulatorios– en el Hospital de Emergencias Psiquiátricas Torcuato de Alvear. Para sus impulsores, representan “una opción para facilitar la externación y la inserción social de los jóvenes que allí reciben tratamiento terapéutico”, en el marco previsto por la Ley de Salud Mental, que apunta a la desmanicomialización. Los talleres fueron presentados en público esta semana con una actividad que contó con la participación de Alejandro Lerner en un taller de música.
“A partir de experiencias anteriores, comprobamos que los talleres contribuían a llenar los tiempos libres, tanto de los chicos internados como de los que se van de alta y, por lo general, no tienen trabajo y no estudian”, explica a Página/12 el psiquiatra Eduardo Rodríguez Garín, jefe del Servicio de Adolescencia del Alvear. “Y desde que los pusimos en práctica notamos que mejoraban clínicamente y disminuían las conductas de autoagresión”, agrega.
Los primeros talleres comenzaron a instrumentarse hace un año, a partir de la iniciativa de una acompañante terapéutica. El primero fue de tango. Luego se sumaron los de plástica, música y técnicas audiovisuales. El más reciente es el de huerta orgánica, a cargo de profesionales de la Facultad de Agronomía de la UBA. Todos los talleristas trabajan en forma gratuita. El proyecto cuenta con el aval del director del hospital, Víctor Dubrovsky.
La muestra que se llevó a cabo el martes “tiene como objeto dar a conocer un nuevo dispositivo terapéutico que se desarrolla en el hospital, en el marco de la Ley de Salud Mental. Se trata de dar la posibilidad del ejercicio de los derechos de los jóvenes que se encuentran en tratamiento”, argumenta Rodríguez Garín.
Los talleres se llevan a cabo en el campo de deportes del hospital, un terreno ubicado al lado del centro de salud, sobre la avenida Warnes al 2600, en el barrio de Agronomía. Todos los días, los chicos llegan, desayunan, participan de los distintos talleres, tienen la consulta con su terapeuta, luego almuerzan y, los que no están internados, se van a su casa.
“El hecho de que los talleres se lleven a cabo en un terreno lindero, un poquito afuera del hospital, no es una casualidad sino que responde a una lógica que implica pasar de un lado a otro: para algunos se trata de un ‘dentro’ fuera del hospital y para otros un ‘fuera’ dentro del hospital”, ejemplifica Norberto Buchsbaum, psiquiatra de planta y coordinador de los talleres.
De los veinticinco jóvenes que participan de los talleres, diecinueve están internados y los otros seis concurren como pacientes ambulatorios. Para los profesionales, la experiencia es una suerte de camino hacia la integración de un futuro hospital de día, el mecanismo previsto por la ley de Salud Mental para facilitar la externación de los pacientes y mantenerlos bajo tratamiento, como un paso previo al alta definitiva. En la remodelación del hospital –las obras están momentáneamente paradas– está contemplada la creación de un hospital de día.
“Lo que se pretende es brindarles a los chicos elementos de capacitación y socialización”, sostiene Rodríguez Garín. “Muchas veces, cuando damos el alta, el paciente vuelve a su casa pero no hay quién se ocupe de él, no tienen ocupación, se aburren, otras veces se producen fugas de hogar o intentos de autoagresión que por lo general terminan en reinternaciones”, diagnostica el profesional. “Pensamos que estos talleres pueden ser el eje para futuros emprendimientos terapéuticos, como el hospital de día para adolescentes, las actividades de capacitación sociolaboral y los microemprendimientos, acciones previstas como obligatorias por la Ley de Salud Mental”, concluye Rodríguez Garín.
“Estoy acá porque hay que apoyar a la gente que hace cosas”, dijo Alejandro Lerner después de cantar, junto con los chicos, uno de sus temas emblemáticos, “Volver a empezar”, que justamente es el nombre que lleva el taller de música en el que participó.
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