Mié 13.12.2006

SOCIEDAD

Misterio y saña en un doble crimen en Moreno

Madre e hija fueron halladas asesinadas a golpes en su casa por un chico de 17 años, nieto e hijo de las mujeres. Puertas y ventanas no fueron forzadas y los perros de la familia no ladraron.

› Por Horacio Cecchi

Aristóbulo del Valle 1669, a mitad de camino entre las estaciones de Moreno y Paso del Rey. Un chalet de dos pisos, bien puesto, con garaje y verja delantera, guarda el secreto del doble crimen de Isabel Elvira Da Silva Cunha, de 59 años, y su hija, Isabel Liliana Cavaco, de 39. Ambas fueron halladas por el nieto de Da Silva Cunha e hijo de Cavaco ayer, por la mañana, brutalmente golpeadas con un cortafierros de 40 centímetros y tenían sus cabezas cubiertas con bolsas de nylon. El chico, de 17 años, según su propio relato dormía en la planta baja, en el mismo piso donde ocurrió todo. Los detalles que surgieron a primera vista indicaban que no fueron forzadas ni puertas ni ventanas y que los homicidios tuvieron lugar entre las 10 y las 10.45, según aseguraron los peritos. De las pruebas surge que alguien abrió la puerta desde dentro, aunque es posible que una de las dos víctimas lo haya hecho. El celular de Cavaco fue hallado a cinco cuadras del lugar por un vecino. Por el momento, el fiscal Alberto Mariano Navarro no conoce el móvil del doble crimen y no guarda sospechas de nadie, que en términos absolutos es lo mismo que decir que sospecha de todos.

Da Silva Cunha era contadora y dueña de un videoclub sobre la calle Claudio María Joly al 2800, en pleno centro de Moreno y a diez cuadras del chalet de Del Valle. Su hija, Cavaco, vivía en el chalet y, según los investigadores, se encargaba del videoclub.

El motivo por el que terminaron tan abrupta y salvajemente sus vidas permanece oculto entre los rincones de la casa. Hasta el momento, sólo se guardan hipótesis y el relato de los hechos del único que aparentemente permanecía en la casona a la hora del crimen, a media mañana, el chico de 17 años. Según relató el hijo de Cavaco, había arreglado con su madre que lo despertara alrededor de las 10 de la mañana, y a esa hora alguien abrió la puerta del cuarto, que se encuentra al frente de la casa y encendió la luz. El chico dijo que había creído que era su madre y por eso siguió durmiendo. Y es probable que haya sido, porque según las primeras impresiones forenses, ambos crímenes fueron cometidos entre las 10.05 y las 10.45.

El relato del chico a los investigadores continuó con la sorpresa del descubrimiento. Dijo que despertó con el timbre que tocó un empleado de una veterinaria que había ido a buscar a los cuatro perros de la familia, un siberiano, un collie y dos cuscos. El chico se encontró con el cuerpo de su abuela en el lavadero, y con el de su madre a unos metros, en el piso de un ambiente que funciona como escritorio de la misma planta baja. Ambas habían sido salvajemente golpeadas en el cráneo. Da Silva Cunha tenía una bolsa de supermercado en la cabeza y Cavaco cuatro. El fiscal Navarro considera, por el momento, que las cuatro bolsas bien podrían haber sido para silenciar los gritos y que “por ese motivo el muchacho no escuchó nada”.

En el momento en que descubrieron los cuerpos, el chico dijo que se cortó la luz y se aterrorizó creyendo que los asesinos estaban aún dentro de la casa por lo que se encerró en su cuarto. A todo esto, el empleado de la veterinaria aguardaba fuera por lo que si alguien hubiera salido en ese momento lo habría visto. Desde dentro del cuarto, el chico pidió auxilio a su padre, separado de su madre hace 12 años. Luego, el muchacho salió del cuarto y pidió auxilio al empleado de la veterinaria.

El marido de Da Silva Cunha y abuelo del muchacho había viajado a Rosario y regresó ayer por la tarde. Cavaco estaba en pareja. Ambos, la actual pareja y el ex de Cavaco se presentaron en la casona ayer entre el mediodía y la tarde.

Las hipótesis de los investigadores, por el momento, son amplias. Se basan en una serie de datos que producen definiciones de hierro: las puertas y ventanas no fueron violentadas, los perros no ladraron en el momento del crimen, lo que deja suponer que el asesino es alguien conocido, que tenía llave o le abrieron desde dentro. Nadie revolvió nada, nadie robó nada, con lo que en principio se descarta el móvil del robo, aunque también podría considerarse que no hubo tiempo. El celular de Cavaco fue hallado a cinco cuadras, lo que podría suponer que el asesino intentó verificar si había registrado algún llamado o mensaje de texto. La saña parece indicar una muerte por venganza. Ahora se intenta fundamentar esa sospecha.

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