SOCIEDAD
› DOS MUJERES FUERON RESCATADAS POR LA POLICIA
Rapto a golpes y patadas
› Por Horacio Cecchi
Está el gol más tempranero, el hombre más petiso, la mujer más alta, el más veloz, el más obeso y el castillo de fósforos más grandioso. Desde ayer, si es cierto lo que propala la voz de la Bonaerense, la efectividad del flamante grupo antisecuestro debería sumarse al libro Guinness de los Records. Habían pasado apenas unas horas desde que finalizara la reunión de la cúspide política para tratar una solución a los secuestros express, y acababan de ser designadas las cabezas del nuevo grupo de elite de la Bonaerense, cuando dos mujeres fueron asaltadas en Olivos, transportadas en su auto a lo largo de 30 cuadras, una de ellas muy golpeada en el trayecto, y abandonadas, finalmente, cuando el auto, los dos ladrones y sus dos temporales víctimas fueron a dar de narices a un control policial. Según fuentes uniformadas, el control formaba parte de los operativos antisecuestro. La maniobra elusiva de los ladrones terminó violentamente contra un vehículo detenido en un semáforo. Los policías fueron a ver qué pasaba y los recibieron a tiros. Uno de los delincuentes resultó herido en la cabeza y el otro fugó. Las dos mujeres lograron eludir las balas, pero una de ellas ni pizca de ganas de eludir los medios.
Lunes, alrededor de las nueve y media de la noche. Todavía no se habían acallado los ecos de la reunión cumbre de seguridad, y aún resonaba la voz del ministro de Seguridad y Justicia provincial, Juan Pablo Cafiero, aconsejando a los bonaerenses a “acostumbrarse a los operativos sorpresa”, cuando Nurit Kopelioff, psicóloga de 54 años, detuvo su Chevrolet Corsa en la puerta de la casa de María P. (pidió a este diario reserva de su identidad), Avellaneda y José Ingenieros, en Olivos.
Antes de que el Corsa arrancara, dos hombres de alrededor de 25 años, armados (después se supo que portaban una Magnum 357 y un revólver 32 largo), amenazaron a las dos mujeres. Kopelioff, sujeta con el cinturón de seguridad, intentó resistirse dando bocinazos, mientras su colega era arrastrada hacia atrás. A las patadas, la conductora fue convencida de pasarse al asiento trasero. “Abrió la puerta y me empezó a patear”, declaró más tarde Kopelioff ante las cámaras. Ambas mujeres fueron obligadas a bajar la cabeza. Uno de los asaltantes se sentó entre las dos mujeres, y el otro al volante. El Corsa arrancó chirriando.
A toda velocidad, según narró la dueña del vehículo, avanzaron dando vueltas y tumbos hacia la avenida Paraná. En el camino, a Kopelioff la molieron a golpes. “¡Les dejo el auto!”, ofrecía ella y la golpeaban. “¡Dame toda la plata!”, ordenaban y la volvían a golpear. “Hablaba –dijo más tarde la mujer ante las cámaras–, y me seguían dando con el revólver. Me callaba y me pegaban igual.” Robaron un anillo, una cadenita y 35 pesos. Fuentes policiales aseguraron que tomaron las tarjetas de cajero de las mujeres y buscaban un banco para obligarlas a realizar la extracción. “No hubo nada de cajeros ni tarjetas”, desmintió María P.
Lo cierto es que el Corsa desembocó en la avenida Paraná y Blas Parera (colectora de la Panamericana), muy cerca del shopping Unicenter. En ese instante, la policía desarrollaba un operativo policial con 500 efectivos. El conductor intentó eludir el operativo, pero chocó contra un Volkswagen Gol detenido en un semáforo. Los policías se acercaron a ver y fueron recibidos a los tiros. Pero uno de los ladrones terminó herido y el otro se esfumó.