SOCIEDAD › PRESENTAN LOS CONTENIDOS MINIMOS DE LOS TRES NIVELES
El Ministerio de Educación porteño difundió un cuadernillo con los contenidos que verán los alumnos desde el nivel inicial al medio, en el primer año de aplicación de la Ley de Educación Sexual.
› Por Pedro Lipcovich
“¿Cómo fue tu experiencia en el orden de la educación sexual?”, preguntará Página/12, en 2022, a un nene o nena que hoy se dispone a ingresar al sistema educativo porteño y que entonces terminará la secundaria: “En el jardín, cuando éramos chiquitos, las maestras estaban atentas al riesgo de abuso sexual, sabían cómo darse cuenta y cuidarnos en ese sentido. Después, en la primaria, nos enseñaron a conocer nuestro cuerpo y nos ayudaron a no discriminar a los diferentes. En los últimos grados nos explicaron los cambios en la pubertad, y esto también nos ayudó. Lástima que, aunque muchas chicas ya habían tenido su desarrollo, nadie habló todavía de preservativos. Después, en la secundaria, nos dieron a leer muchas novelas, pero no había un libro o un folleto establecido para decir claramente cómo se pone un forro. En fin, fue mucho mejor que nada y, en todo caso, nunca estuvo prohibido hablar de sexo”. Esta hipotética entrevista está sujeta a error, no sólo porque el futuro (como la respuesta sexual humana) es imprevisible, sino porque los contenidos mínimos de la Ley de Educación Sexual, que ayer presentó el gobierno porteño, son una “versión preliminar”. Si esta versión falla, el gobierno, por una sola vez, tendrá derecho a decir: “Es la primera vez que me pasa...”.
El cuadernillo Educación sexual en la escuela, subtitulado “Versión preliminar”, preparado por el Ministerio de Educación porteño, responde a la fijación de contenidos mínimos encomendada por la Ley 2220, de Educación Sexual Integral, sancionada en octubre por la Legislatura. Abarca los niveles inicial, primario y medio. “En el nivel inicial se propone responder a las preguntas que los chicos formulen sobre sexo, en su propio lenguaje y también con los términos científicos –destacó Marcela Benegas, directora de Currícula del Ministerio de Educación porteño–. Además, en el marco del respeto por el pudor y la intimidad del sujeto, se abre el camino para que el docente detecte posibles situaciones de abuso infantil”: se precisan pautas de comportamiento infantil que pueden ser indicadores de abuso sexual.
Para el nivel primario, los contenidos incluyen “el conocimiento del cuerpo y las diferencias entre varones y mujeres”, con la precisión de que “las diferencias biológicas no señalan diferencias en capacidades y aptitudes”, el conocimiento de la “gestación y nacimiento” y el “respeto por las diferencias físicas”. En sexto y séptimo grado se incorporan “las transformaciones en la pubertad” y “la reproducción humana”, así como “las diferentes expectativas sobre qué es ser mujer y ser varón en los diferentes grupos sociales” y “su incidencia en el acceso a la igualdad de oportunidades”.
En el nivel medio –donde los contenidos se desarrollarán en forma transversal, incorporándose a Educación para la Salud, Biología, Psicología, Instrucción Cívica y otras materias– hay temas como “El VIH/sida y otras infecciones de trasmisión sexual”, “El uso de métodos anticonceptivos para evitar o postergar embarazos. Los riesgos de contraer infecciones”. También: “La pareja adolescente. Embarazo y embarazo adolescente. Embarazo de riesgo. Métodos anticonceptivos: su uso y la igualdad de oportunidades”. Y “Derechos humanos y sexualidad. El derecho a la vida y a la salud: información acerca de los métodos para prevenir el VIH/sida y las infecciones de transmisión sexual, y la conciencia para exigir del otro los cuidados del caso”.
Estos contenidos se trasmitirían con la ayuda de un Fondo Bibliográfico de Educación Sexual Integral, constituido, para todos los niveles, exclusivamente por obras de ficción. Son 80 títulos y se prevé adquirir un total de 147.640 ejemplares. Por ejemplo, para los últimos años del nivel medio va, entre otros, Eso no me lo quita nadie, de Ana María Machado, donde “una jovencita defiende su amor ante sus padres, defiende sus ideas ecológicas e inicia un movimiento”.
–¿No convendría incluir, para uso de los alumnos, bibliografía concreta sobre temas como anticoncepción, prevención de VIH y enfermedades de trasmisión sexual? –preguntó Página/12.
–Recibiremos también, como colaboración de Unicef, diez mil volúmenes sobre temas de adolescencia –contestó Ana Clement, directora de Planeamiento Educativo.
Marcela Benegas agregó que “hay cartillas sobre esos temas preparadas por otros organismos del Gobierno de la Ciudad”.
En cuanto a las instituciones privadas –que, según la ley, desarrollan los contenidos mínimos “en el marco de su ideario”–, Mara Brawer, subsecretaria de Educación, aclaró que “en la medida en que sus proyectos se orienten al cuidado de la salud, el reconocimiento de la diversidad y demás principios de la ley, seguramente serán aprobados”. Y Alberto Sileoni, ministro de Educación de la ciudad, aclaró que para fijar los contenidos mínimos “hicimos un trabajo de mucho consenso con organizaciones religiosas”.
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