SOCIEDAD
A un automovilista se le abrió la tierra a sus pies
La Trafic se hundió en un cráter de un metro en la calle Monteagudo, de Parque de los Patricios. Se había roto un caño distribuidor y veinte manzanas se quedaron varias horas sin agua.
Hay barrios de la ciudad que, a veces, parecen hundirse en el olvido. En algún sentido podría ser el caso de Parque de los Patricios, una de cuyas calles protagonizó ayer de otra clase de naufragio: el de un vehículo que, a media mañana, sumergió su trompa en un cráter de un metro de profundidad, abierto en medio de la calle Monteagudo, a tres cuadras del parque que le da nombre al barrio. El hundimiento del asfalto fue producto de la rotura de un caño distribuidor de agua potable: el líquido que salía a presión socavó la base del empedrado donde se asienta el pavimento. Veinte manzanas del barrio se quedaron sin agua hasta las 17, cuando la empresa Aguas Argentinas logró reparar el desperfecto.
La cuadra de Monteagudo al 400, entre Los Patos y Pedro Chutro, amaneció con agua en abundancia. Cerca del cordón, el líquido brotaba con fuerza e iba formando una pequeña laguna que obligaba a los peatones a dar la vuelta por la vereda de enfrente. “Mi marido salió a las 6.30 y ya notó la pérdida. Algunos vecinos llamaron a Aguas Argentinas, pero no vino nadie”, relató Angela, frentista de la calle inundada.
A esa hora, el tránsito era normal. Camiones, colectivos y autos pasaban sobre el agua sin importarles demasiado lo que había debajo. La erosión cumplió su cometido alrededor de las 10, cuando detrás de un camión pasó la Renault Trafic blanca que terminó con la trompa hundida en el pozo.
El accidente no provocó víctimas. Los dos hombres que viajaban en la combi resultaron ilesos y pudieron salir por sus propios medios, por la puerta trasera del vehículo. Al rato llegó la cuadrilla de Aguas Argentinas que, primero, rescató la Trafic del boquete y luego se puso a reparar el desperfecto.
Todo se originó con la rotura de un caño de hierro, de 30 centímetros de diámetro. “Es un conducto intermedio entre los caños maestros, que tienen 70 centímetros de diámetro, y los domiciliarios, que son de 15 centímetros”, explicó Marcelo Bertolino, vocero de Aguas Argentinas.
“Hubo que cortar el suministro en 20 manzanas de la zona, vaciar los caños, hacer el pozo y cambiar el tramo dañado”, explicó Bertolino. El caño, instalado a dos metros de profundidad, permanecerá durante dos días a cielo abierto, para constatar si la reparación fue efectiva, antes de ser tapado con tierra, adoquines y asfalto.
Monteagudo está por encima del promedio de las calles porteñas, que vienen perdiendo por lejos su batalla contra los baches. Allí, la capa de asfalto aparece lisa, sin irregularidades, como para soportar sin sobresaltos el tránsito de camiones y colectivos.
Pero, para los vecinos, la raíz del problema está en el tránsito pesado. “Esta no es una calle para que pasen tantos camiones, son terrenos bajos, de relleno”, dice Alberto, dueño de una ferretería de Monteagudo al 500, con 46 años en el barrio. Angela, que vivió sus 56 años en la misma casa, muestra las grietas en las paredes de su vivienda. “Esto es por las vibraciones de los camiones. Hace años que pedimos que estas calles no sean para tránsito pesado, pero ningún gobierno nos ha dado una solución”, se queja la mujer.
El pozo, al fin, es símbolo de un barrio plagado de galpones y comercios con las cortinas metálicas oxidadas, bajas desde hace años y hasta quien sabe cuándo, y con los pocos comercios que quedan ocultos tras las rejas o con la puerta bajo llave para esquivar asaltos.