SOCIEDAD › UN HOMBRE MATO A SU MUJER EN EL HALL DEL EDIFICIO
Los gritos de una mujer sobresaltaron a todo el edificio del barrio de Villa Crespo. Eran las 2.30. Otra vez, la pareja del 4º B se estaba peleando. Los golpes en el cuerpo de Marisol y el llanto desesperado de su hija pidiéndole a Claudio que dejara a su madre eran el desenlace de las discusiones fuertes, frecuentes, que tenían durante la madrugada, según cuentan los vecinos. Pero esta vez los celos de Claudio fueron más lejos, lo impulsaron a tomar una acción definitiva: la mató de un cuchillazo en el cuello. Luego de estar durante 11 horas prófugo, el atacante se entregó a la policía.
Los habitantes del edificio, ubicado en Padilla al 700, todavía no pueden creer lo que ocurrió. Miran con extrañeza el ir y venir de agentes de la comisaría 27ª, que hasta ayer a la tarde continuaban con las pericias en el 4º piso. Allí, tirado en el pasillo, casi en la puerta del ascensor, fue encontrado el cuerpo de Marisol Villarino, de 35 años. “Frecuentemente escuchaba gritos y llantos de la criatura, pero jamás pensé que iba a pasar algo así”, contó Silvia, la portera del edificio, una de las primeras en auxiliar a la víctima.
Los esfuerzos desesperados de su hermana, Yésica Páez, por parar la sangre que salía de la herida y la posterior atención brindada en el Hospital Durand fueron en vano. El corte que su pareja, con un cuchillo, le infligió en el cuello era de tal profundidad que no hubo forma de salvarla. Murió mientras era trasladada al centro de salud. “Estábamos desesperadas. No sabíamos cómo ayudarla”, contó Laura, otra de las vecinas del edificio que intentó ayudar a Marisol.
En el momento del asesinato, su hija dormía junto a dos primos, que estaban de visita y al cuidado de la hermana de la víctima. Yésica contó a los detectives que escuchó una fuerte discusión entre su hermana y Calapino, que estaban en el comedor del departamento. Segundos después, oyó un grito de Marisol y luego, el silencio. Cuando fue al comedor, vio a su hermana caída en el piso sobre un enorme charco de sangre.
Mientras Yésica llamaba a la policía, los vecinos se encargaron de comunicarse con el padre de la nena, que se la llevó a su casa. Marisol se había separado del padre de su hija y hacía dos años que vivía con Claudio Calapino, su actual pareja, de 25 años, en el edificio de Villa Crespo. Además de compartir la casa, la pareja trabajaba en el mismo lugar, en el restaurante La Posada del Abasto.
Allí, ella era camarera y él, cocinero. Muy poco se sabe de la vida de la pareja. “No tenían contacto con nadie, no hablaban con ningún vecino”, contó un inquilino del 5º piso. “Ella era buena. Me contaron que ayudaba mucho a la familia. Siempre saludaba”, contó Mario, del 6º piso. “En cambio, él no salubaba a nadie, se comportaba muy esquivo. En el edificio nadie lo quería”, agregó.
Informe: Elisabet Contrera.
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