Mar 23.07.2002

SOCIEDAD

Rescatado en el baúl del propio auto

Dos empleados de una empresa que fueron confundidos con sus patrones en Munro y un contador público de 29 años, hijo de un empresario metalúrgico de Sarandí, se sumaron ayer a la extensa lista de víctimas del nuevo fenómeno social que altera a los argentinos: el del secuestro express. Aunque en ambos casos los cautivos terminaron siendo liberados sanos y salvos, el episodio de Avellaneda fue el que presentó características más dramáticas ya que el joven fue hallado por la policía abandonado dentro del baúl de su propio auto, en el que había sido raptado.
“Queremos cien mil dólares a cambio de tu hijo”, escuchó el padre de Pablo Cortese de la voz de sus captores, aún con los ojos entrecerrados por el sueño. Cortese había sido secuestrado momentos antes, aproximadamente a las 7.45 cuando salía de su casa de Quintana al 700, en Remedios de Escalada, a bordo de su Peugeot 206 blanco. Apenas alcanzó a recorrer unos metros cuando en su camino se le cruzó un Volkswagen Gol bordó con cinco personas arriba, quienes lo convencieron a punta de pistola de que detuviera la marcha. Con el auto detenido, dos de los asaltantes, un menor de 17 años y un joven de 19, obligaron a Cortese a meterse en el baúl del 206, que a partir de allí fue manejado por el mayor de ellos. “El resto de los integrantes de la banda se alejó del lugar y realizó dos llamados extorsivos a la familia desde un teléfono celular”, explicó Claudio Smith, jefe de la Departamental de Lomas de Zamora, quien confirmó el abultado monto pretendido en un principio.
En una segunda comunicación, el padre del contador, dueño de una fábrica metalúrgica de Sarandí, les dijo a los captores que había recolectado sólo 1900 dólares, 1900 pesos y varias alhajas. Para su sorpresa, los secuestradores aceptaron sin más el botín y pactaron su entrega en Viamonte y Rivadavia, en Lanús Oeste, donde finalmente se hizo efectiva. Sin embargo, pocos minutos antes de realizarse, a las 10.30 de la mañana, la policía detuvo en Villa Caraza al menor y su cómplice, identificado como Diego Javier Rocha, mientras esperaban el llamado de los responsables del cobro para liberar a Cortese. El auto, con el contador en su interior, fue encontrado momentos después a pocas cuadras de donde se produjeron las detenciones, en la esquina de Dean Funes y Castro, en Lanús.
El segundo caso se produjo en Rivadavia al 2800 de Munro a las 8 de la mañana, cuando tres delincuentes confundieron a dos empleados que estaban por ingresar a la fábrica Maxilimp con los dueños de la empresa, por lo que ambos debieron dar gratuitamente un breve paseo. El hecho finalizó luego de que los asaltantes, aparentemente enterados de su error de cálculo, se rindieran, tiroteo mediante, en Ramón Castro y Valle Grande, a metros de la villa de emergencia Borges. La policía logró capturar a tres de los secuestradores mientras que los otros dos lograron fugar.

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