SOCIEDAD › CARLOS DE INGLATERRA PIDIO PROHIBIR LOS MCDONALD’S
El heredero de la corona británica, cultor de la vida sana, embistió contra las casas de comida chatarra. Furia desde la empresa.
El príncipe Carlos ahora se convirtió en cruzado naturista. Ya era conocida su inclinación por la vida sana (al menos, en lo que a alimentos se refiere) y la comida orgánica (lo saben bien los empleados de Palacio que se desviven por complacer sus puntillosas exigencias). Pero ayer dio un salto cualitativo en su batalla: sugirió que había que prohibir nada menos que los McDonald’s. Lo hizo durante una visita a un centro de salud de los Emiratos Arabes, pero su pronunciamiento terminó globalizado en pocos minutos. La hamburguesería globalizó también en otros escasos minutos su rechazo a los dichos reales.
El príncipe de Gales sostuvo que la clave para combatir la epidemia de obesidad radica en prohibir los alimentos “chatarra”. La declaración del heredero del trono británico, ferviente activista de la comida saludable, se conoció un días después de que la Asesoría de Menores de la ciudad británica de Wallsen desistiera de la decisión de separar de su familia a Connor MacCreaddie, un niño de ocho años que pesa 98 kilos. El comité de expertos, que recomendó esta medida, aseguraba que la madre no colaboraba para que su hijo bajara de peso.
La fórmula del príncipe de Gales para disminuir los índices de obesidad fue propuesta en un centro para diabéticos de la ciudad árabe de Abu Dhabi. Cuando una nutricionista del centro de salud le contó al príncipe las iniciativas para mejorar la dieta de los habitantes de los Emiratos, éste le preguntó si habían intentado prohibir McDonald’s para combatir la obesidad y luego añadió: “Esa es la clave”.
En respuesta a este pronunciamiento, McDonald’s acusó al príncipe de la vida saludable de no estar al tanto de los cambios experimentados por la empresa, entre ellos de su actual contribución a la mejora de la dieta de los consumidores y a la “agricultura sostenible”.
La cruzada de Carlos contra la comida chatarra comenzó hace unos meses, cuando lanzó una campaña para que los británicos consuman menos carne. Según la prensa británica, los consejos del heredero del trono son desoídos por su propia familia: sus hijos Enrique y Guillermo son asiduos clientes de las casas de comidas rápidas, sostienen los medios.
Aunque para los nutricionistas consultados por Página/12 el consumo de hamburguesas contribuyó al aumento de los índices de sobrepeso y obesidad en la Argentina, coincidieron en que la solución “no pasa por la prohibición”, sino por implementar políticas públicas que instauren formas de vida más saludables. “Es como querer erradicar el juego cerrando los bingos”, respondió el nutricionista Daniel De Girolami, docente en esa especialidad de la UBA. “La declaración puede ser impactante, pero no efectiva. Lo que habría que hacer es generar políticas públicas que incentiven el consumo de comidas saludables, como por ejemplo que las empresas que producen alimentos bajos en calorías sean beneficiados con un descuento de impuestos”, propuso.
Ofrecer a los consumidores la posibilidad de acceder a una variedad mayor de productos y utilizar el tiempo necesario para alimentarse son las otras claves. Jorge Braguinsky, director del Posgrado en Nutrición de la Universidad Favaloro, destacó que “en sistemas democráticas, la solución no debe pasar por la prohibición, sino por presionar a los productores de alimentos para que cambien la oferta. No hay duda de que se podría vender hamburguesas más bajas en calorías”, sostuvo.
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