Sáb 27.07.2002

SOCIEDAD  › DOCUMENTOS, ROPA Y RECUERDOS PERSONALES DE EVITA EN EXHIBICION

El mito ya tiene su propio museo

El primer museo dedicado íntegramente a Evita fue inaugurado en Palermo. El recorrido parte de su infancia e incluye objetos, vestuario e imágenes de su vida y de su prematura muerte.

› Por Mariana Carbajal

Desde el recibo de su primer sueldo ganado como actriz hasta el vestido negro de gala que lució durante la entrevista con el papa Pio XII en su gira por Europa en 1947. Desde su libreta cívica con el Nº 0.000.001, con la que inauguró el voto femenino, hasta varios pares de zapatos de Peruggia, de la Rue de la Paix, París. Desde los juguetes que regalaba su fundación hasta el crucifijo que la acompañó en su lecho de muerte. Con una atractiva colección de objetos personales, de gran valor emocional e histórico, se inauguró ayer el primer museo dedicado exclusivamente a recordar la vida y la obra de Evita. Con una estética sorprendentemente moderna, el Museo Evita también incluye la veta del merchandising y ofrece una versión renovada de la liturgia peronista: en su negocio se pueden adquirir remeras negras con la estampa de “la abanderada de los humildes” en blanco, al estilo Che Guevara; chalinas, pañuelos, bolsos, anotadores, tacitas de café y hasta llaveros con su rostro.
El museo está emplazado en Lafinur 2988, a metros del Botánico, en una casona de estilo español, con patio andaluz en su interior, adquirida en 1948 por la Fundación Eva Perón y en la que funcionó el Hogar de Tránsito Nº 2 que dio albergue a madres solteras y mujeres que llegaban del interior del país con hijos enfermos para que fueran atendidos en la ciudad de Buenos Aires. Rubia y pálida como Eva, su sobrina nieta Cristina Alvarez Rodríguez, tuvo a su cargo la organización de la exhibición, que depende del Instituto Nacional de Investigaciones Histórica Eva Perón.
En su primer día de apertura al público, el Museo Evita recibió ayer más de medio millar de visitantes. “El museo es político, no partidario”, se encarga de aclarar Gabriel Miremont, museógrafo y curador de la muestra, y agrega que “esta es una primera etapa y continuará creciendo”.
Un recorrido por las distintas salas permite una interesante aproximación a la vida de Evita, sus ideas, sus gustos. El recorrido comienza con su niñez en Los Toldos, y sigue con su ascenso como actriz, su llegada al poder, su trabajo desde la Fundación Eva Perón y, finalmente, su final prematuro. A modo de introducción, en una de las primeras salas se proyecta un breve audiovisual con imágenes de su multitudinario velatorio y se exhibe una mascarilla mortuoria de su cara hecha en yeso plateado por el reconocido platero Juan Carlos Pallarols, réplica de la que su padre hizo a pedido de Perón, tomando la impresión directamente del cadáver de Evita.
El vestido negro firmado por Paco Jamandreu –que la vistió hasta 1945– y que lució en una tapa de la revista Antena; un fourreau negro de seda y plumas, diseñado por Jacques Fath; otro vestido de gala también negro, en jersey de seda, de Bernarda (una de las casas de alta costura que vestía a la aristocracia local) que usó durante la entrevista con el papa Pio XXI, en su famosa Gira Arco Iris, en 1947; tailleurs entallados que prefería para su trabajo diario. La vestimenta que caracterizó a la esposa de Perón se destaca entre los objetos que conforman la muestra y deja en evidencia su deseo de vestirse con lo mejor. Acompañando los diseños, gigantografías recuerdan el momento exacto cuando los lució.
Miremont se enorgullece con “dos de las joyas del museo”: la libreta cívica Nº 0.000.001 de Evita, con la que inauguró el voto femenino, y su carnet, también 001, del Partido Peronista Femenino. Hay ejemplares de La razón de mi vida, de sus discursos. Originales de los juguetes que la Fundación Eva Perón regalaba a los chicos pobres: un autito de madera, una máquina de coser en miniatura, un trencito de metal, todos con el sello de la entidad. En el primer piso, donde funcionaba la capilla del Hogar de Tránsito bajo la dirección del padre Benítez, confesor de Evita, se destaca una imagen de la Virgen de Luján que, según cuenta Miremont, “Rodolfo, el sereno de la casa la mantuvo oculta desde el ‘55 y la entregó ahora para el museo”.
La última parte está dedicada a su muerte. Una vitrina exhibe el crucifijo que le había regalado el sindicato de peones de taxi y que laacompañó en su lecho de muerte. Lo donó junto con una jeringa y otros objetos medicinales el hijo de la enfermera que la asistió en sus últimas horas. En una pared, seis placas de bronce recuerdan el tortuoso recorrido de su cadáver: desde los 14 días de velatorio en la CGT y su peregrinación silenciosa por Buenos Aires, hasta su entierro en un cementerio de Milán, su entrega a Perón en su residencia de Madrid y su regreso a Buenos Aires e inhumación en la Recoleta.
Al estilo de los museos modernos, el recorrido incluye cafetería y negocio con variado merchandising. Se puede visitar de martes a domingo de 10 a 20. La entrada es de dos pesos y los miércoles es gratis.

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