En Pigüé, un suboficial del Ejército hirió de un balazo a su ex mujer en una discusión. Cuando acudió la policía se atrincheró durante más de cinco horas con ella como rehén. Después, se suicidó.
Aunque había intentado matar a su ex mujer y estaba atrincherado, se tomó su tiempo para reflexionar, mientras mateaba y se fumaba sus cigarrillos. Cuando llegó a la conclusión, no lo dudó: se pegó un tiro en la cabeza. Para hacerlo, al suboficial del Ejército Benito Gutiérrez le importaron poco las negociaciones que había tenido con la policía durante largas horas encerrado en la casa de Pigüé donde todo había ocurrido. Se disparó con la misma arma que había usado para balear en el pecho a su ex esposa, que finalmente salvó su vida de milagro.
En el comienzo del episodio, la mujer había caído desde la planta alta al patio de la casa, ubicada en Urquiza al 100 de esa ciudad del sur de la provincia de Buenos Aires. Se investiga si como consecuencia de un empujón del militar o de un intento desesperado de escapar de la casa.
El hecho que conmocionó a la tranquila Pigüé se dio a conocer recién ayer, aunque había ocurrido en la tarde del sábado pasado, cuando Valeria Graff, de 28 años, comenzó a discutir en su habitación con su ex marido, de 44. Según fuentes policiales, la pelea empezó porque el hombre le recriminó una supuesta infidelidad. Luego de algunos minutos de gritos, la mujer cayó por la ventana y terminó sobre el césped del jardín, donde recibió en el pecho un balazo de Gutiérrez desde el primer piso con una pistola calibre 9 milímetros. Según las pericias, cuando la bala ingresó en su cuerpo, Graff estaba en movimiento, por lo que se supone que empezaba a pararse para escapar.
“Los vecinos escucharon los gritos de auxilio de la mujer y, uno de ellos vio al hombre disparar desde la ventana hacia abajo”, explicó un jefe policial de la seccional de Pigüé, ubicada a 200 metros del lugar del hecho. Los testigos confirmaron que en ese momento, Gutiérrez tiró al menos dos veces del gatillo, aunque la policía no encontró otros proyectiles en el lugar.
Alertados por la gente del barrio, llegaron a la vivienda, un dúplex tipo PH, varios móviles policiales y una ambulancia. Pero rápidamente se encontraron con las amenazas del militar que, encerrado en la casa, no los dejaba entrar. Según los participantes del operativo, en los primeros minutos no sólo quería evitar que lo detuvieran, sino también que le prestaran asistencia médica a su ex pareja.
Luego de los primeros veinte minutos, el hombre accedió a que ingresaran al patio para llevarse a la mujer, que había perdido una gran cantidad de sangre. La ambulancia la llevó hasta el Hospital de Pigüé, donde fue intervenida y quedó internada en terapia intensiva. De todas formas, desde el centro de salud informaron que “está fuera de peligro”.
Tras ese primer paso, la policía comenzó a negociar –pasadas las 15.30– con Gutiérrez para que se entregara. Para esa tarea había llamado a un equipo especial de la jefatura distrital Bahía Blanca, integrado por un negociador y una psicóloga, y había mandado a buscar al jefe militar del hombre en la Base del Ejército que está ubicada en Pigüé, el teniente coronel Alejandro Dal Maso, para colaborar en las tratativas.
Las negociaciones se extendieron varias horas y, según las fuentes, durante las conversaciones Gutiérrez se tomaba su tiempo para fumarse un cigarrillo o tomar un mate. Sin embargo, parecía decidido a no entregarse. La situación siguió sin cambios hasta las 20.10, cuando el agresor les tiró las llaves a los negociadores “para que no hubiera que romper la puerta una vez que él hiciera lo que tenía que hacer”, comentaron. Cuando estaban ingresando en la casa, los policías escucharon un tiro. Fue el disparo con el que el hombre, recostado en la cama de la habitación, se quitó la vida.
Informe: Eugenio Martínez Ruhl.
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