SOCIEDAD › UN VIGILADOR SEMBRO DUDAS SOBRE IRENE HURTIG
Para el fiscal, el testigo ubicó a Hurtig “en el lugar y a la hora de los hechos”.“Se derrumbó el encubrimiento”, sostuvo.
› Por Horacio Cecchi
En la última audiencia del caso García Belsunce surgió la evidencia de que algunos protagonistas cuentan con la asombrosa capacidad de bilocación (estar en dos lugares al mismo tiempo). Ayer, esta capacidad se desparramó bondadosamente. Hacia ambas partes: algunos de los guardias del Carmel citados como testigos –incluido el más importante para la defensa (para amasarlo, se diría), José Ortiz– dijeron que aquel domingo de octubre estuvieron en un lugar, cuando en 2003 habían declarado haber estado en otro. En el caso de Ortiz llamó la atención que la defensa no profundizara al respecto. Del otro lado, lo más paradójico surgió de la declaración del guardia Eduardo Vera, apostado en la entrada del country: dijo que cuando Irene Hurtig hizo su primer llamado a la guardia pidiendo una ambulancia (19.18 o 19.12 según deducciones en la sala), la masajista Beatriz Michelini todavía se encontraba aguardando en la entrada del country. De darse por ciertos cualquiera de los horarios, el llanto de una mujer que se escucha como fondo del llamado de Carlos Carrascosa a las 19.07 no debería pertenecer a Michelini, a menos que entre en juego la asombrosa bilocación. Con ese testimonio, el fiscal Diego Molina Pico jugó su carta más fuerte hasta ahora: fuera de la sala, ante la prensa, aseguró que “se derrumbó el encubrimiento” del crimen y acusó a Hurtig de haber estado “en el lugar de los hechos a la hora de los hechos”.
“La que llora no es Beatriz Michelini; es Irene Hurtig”, sostuvo el fiscal. Según dijo, “no sólo (el vigilador Eduardo Vera) contradice la versión de Carrascosa, sino que tira abajo toda la coartada que se estuvo sosteniendo durante todo estos años”.
En estricto orden cronológico, la audiencia de ayer empezó a los porrazos para la defensa y la querella. Fue el turno de los guardias y el primero en declarar fue el guardia apostado en la puerta de entrada del country, Eduardo Vera. El entonces vigilador de la empresa Cazadores, contratada por el Country Carmel, dijo que ese domingo atendió el llamado “de la señora de (Guillermo) Bártoli diciendo que necesitaba una ambulancia porque la señora de Carrascosa había tenido un accidente”. Vera le pasó la comunicación al jefe de guardia, Claudio Maciel. Y recordó que en el momento en que recibía el llamado en la guardia la masajista Beatriz Michelini aguardaba que le permitieran el ingreso al country.
La clave de esa presencia tiene que ver con que, de acuerdo con la secuencia del relato de Carrascosa, la primera persona en enterarse del “accidente” ocurrido a su esposa después de él había sido la masajista Beatriz Michelini. Sin importar la hora (Carrascosa había dicho minutos después de las 19), de acuerdo con el relato de Vera, luego confirmado por su jefe Maciel, Irene Hurtig pedía por una ambulancia antes de que Michelini supiera nada, con lo que, de acuerdo con la ley de gravedad de Newton, la situación debería caer de maduro. Para colmo, Vera agregó que Michelini “tuvo que esperar mucho tiempo, seguro unos 20 minutos”.
Maciel, más tarde, confirmó el llamado y dijo que inmediatamente después de cortar con Hurtig llamó a la empresa de emergencias Emernord (la segunda ambulancia). El vigilador dijo que consultó luego al chofer de Emernord en qué horario había registrado la llamada (19.18, le respondió el chofer) y ése fue el horario que quedó en la planilla. Pero, de acuerdo con el horario que quedó registrado por los operadores telefónicos de la empresa, el llamado se realizó a las 19.12. El número desde el que llamó Hurtig nunca se pudo verificar, porque al ser números internos no quedaron registrados por la telefónica. En cualquiera de las dos situaciones (la última es más favorable a la defensa), la llamada parece ubicar a Michelini fuera de la escena durante el llamado de Carrascosa de las 19.07. El llamado también parece ubicar a Irene Hurtig al menos enterada de la escena antes de lo que se suponía que lo estaba, antes que Michelini y como primera mujer en enterarse.
El vigilador Juan Páez, que también estaba en la guardia principal, dijo que fue quien tomó los datos de Michelini cuando ésta llegó y confirmó que la mujer esperó “seguro entre 25 y 30 minutos” en la guardia, porque nadie respondía. El guardia Ramón Acosta sostuvo que escuchó el partido de Boca-River en el puesto que controlaba a Pachelo, esto es, detrás de la casa del vecino Zuelgaray, junto con el guardia Víctor Contreras, que no se acordaba de nada, ni siquiera de haber escuchado el partido con Acosta.
José Ortiz, por su parte, sufrió un doble ataque de amnesia confusiva: ayer dijo que la camioneta de la empresa lo levantó en la estación Villa Rosa a las 18.30 y que a las 19 estaba tocando el timbre de Carrascosa. El horario coincidió con una de sus tres declaraciones en la instrucción, y contradecía las otras dos. No quedó claro, ni hubo quién lo ayudara a aclararlo.
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