SOCIEDAD
› USARAN UNA ESTRUCTURA ARMADA CON CONTAINERS
El Colón bajo la autopista
Los containers, que almacenarán vestuarios y escenografías de óperas, forman un espacio que servirá para realizar espectáculos bajo la autopista 25 de Mayo, a la altura de Parque Chacabuco.
› Por Eduardo Videla
Como consecuencia de la crisis, el Teatro Colón terminará ofreciendo, en poco tiempo, espectáculos debajo de una autopista. La información, sin embargo, no tiene por qué provocar alarma: el tradicional teatro seguirá en su lugar habitual pero presentará algunas funciones en un nuevo espacio, un cuadrilátero rodeado de contenedores, ubicados debajo de la autopista 25 de Mayo, a la altura de Parque Chacabuco. Esos containers almacenarán escenarios y vestuarios de óperas, que hoy atestan los subsuelos del Colón. Ahora, además de cumplir la función de depósito, cumplirán un servicio para los vecinos del barrio, que podrán presenciar espectáculos de música experimental y de vanguardia, según adelantaron fuentes del Colón. Los responsables del proyecto estiman que podría estar en marcha en octubre.
La iniciativa se lleva a cabo en un predio ubicado sobre la avenida Eva Perón, entre Dávila y Thorne, que hasta hace un tiempo estuvo concesionado para funcionar como playa de estacionamiento y que hoy está desactivado. Allí ya hay instalados dieciséis contenedores enviados por el Colón –todavía vacíos–, distribuidos en el piso de cemento como dibujando un cuadrado.
A lo largo de su recorrido sobre la ciudad, las autopistas 25 de Mayo y Perito Moreno dejan espacios libres que son ocupados por concesiones comerciales, polideportivos, playas de estacionamiento y, en algunos casos, depósitos. La idea de convertir este sector desocupado en un escenario al aire libre comenzó con un pedido del Colón a la empresa Autopistas Urbanas SA, dependiente del gobierno porteño, para almacenar contenedores donde organizarán las escenografías y vestuarios de óperas que ocupan tres subsuelos en el edificio de Cerrito y Viamonte.
“Pensamos que a partir de esta propuesta se podía aprovechar de alguna manera el lugar para que no fuera sólo un depósito y tuviera alguna utilidad para el barrio”, dijo a Página/12 el arquitecto Juan Carlos Poli, de la empresa AUSA. Desde su función de asesor, Poli ideó una distribución de los containers “de manera tal que formen un teatro isabelino, de planta central”: un escenario cuadrado rodeado de gradas de madera, con capacidad para 762 espectadores.
Sobre el piso de asfalto ya están colocados dos contenedores por lado. Sobre ellos se montarán otros tantos contenedores hasta alcanzar una altura superior a los cuatro metros. En uno de ellos funcionará una cabina de luces y sonidos. “Y en el techo se instalará una parrilla para las luces y elementos para amortiguar el ruido del ambiente”, comentó Poli. En la entrada, sobre la calle Dávila –a 50 metros de la estación Medalla Milagrosa, del subte E– otros dos contenedores delimitarán el foyer de la futura sala.
La propuesta es el resultado de un convenio de colaboración entre AUSA y el Colón: mientras la empresa logra revalorizar parte de su espacio bajo la autopista, el teatro consigue ordenar en forma eficiente su material. “Almacenando las escenografías y vestuarios en los tres subsuelos del teatro se hace muy difícil encontrar algo cuando se necesita. Ahora, ordenándolo en containers, con un código de barras que indica a qué obra pertenece cada uno, se hace más fácil el manejo del inventario”, argumentó a Página/12 Pablo Batalla, administrador general del Colón. Como el teatro suele alquilar sus escenografías para representaciones en el exterior, su ordenamiento en contenedores haría más eficiente la búsqueda y el traslado de los materiales.
–¿Es posible ofrecer espectáculos artísticos en un lugar con tanto ruido? –preguntó este diario.
–La idea es organizar espectáculos de teatro experimental y de música de vanguardia, que pueden incorporar el sonido ambiental –explicó Batalla–. Existen experiencias en Nueva York de espectáculos realizados en lugares no convencionales, como fábricas abandonadas, que funcionan muy bien desde hace años. De todas formas, la gente del Colón le pidió a AUSA resolver algunos problemas, como el golpe de los autos al pasar sobre una junta metálica.
Las escenografías que almacenarán los contenedores son armadas en los talleres del Colón, donde también serían construidas las gradas: los carpinteros forman parte del plantel de 1500 empleados con que cuenta el teatro. “Aprovechamos el margen que nos deja la crisis para resolver un problema nuestro y, de paso, dejarle algún rédito al barrio”, destacó Luis Pereyra, arquitecto proyectista del Colón, a cargo del proyecto.